España: después del ensayo

Si no gustase esta tesis, tengo otras...

Una definición del poder político podría ser: superestructura de la sociedad en la que se simulan en superficie propuestas y decisiones como propias, pero en la que las ideas madre, esenciales, llegan de las catacumbas...

Todo el mundo sabe que España, para su vergüenza, es siempre diferente de los demás países europeos en materia de política, de civilización y de civilidad. Las diferencias empiezan hace demasiado siglos como para no ser sumamente difícil reducirse en cortos espacios de tiempo, y como para no ir acentuándose en lugar de difuminarse. Y así sucede, por ejemplo, que el partido conservador de cualquier país del G20 es mucho más socialista, tiene más conciencia social, que el partido socialista español...

Me refiero a un partido, el actual del gobierno en funciones, que se mueve en tres planos: el de la militancia, a la que escucha pero no decide; la nebulosa de los poderes fácticos: banca, patronal, ibex35, iglesia, etc; y el institucional propiamente dicho que sigue las directrices de esos poderes que priman por encima de esas "convicciones" de las que el presidente habló en sede parlamentaria. De la descoordinación de tres de esas tres fuentes decisorias que hacen a veces cortocircuito entre sí, emana a menudo el desconcierto acerca de la verdadera voluntad política del partido socialista ahora en un gobierno en funciones. Sea como fuere, lo cierto es que da la impresión cada vez más viva, de que el partido socialista es cada vez menos socialista y progresista, y más conservador. Fenomenología que "sólo" puede darse en la Europa meridional pero especialmente en España.

El institucional ha de manejar con suficiente habilidad y soltura sus cometidos para que no trasciendan como tales las consignas, instrucciones o presiones recibidas desde la difusa nebulosa de los poderes fácticos. Y en eso viene trabajando el partido socialista hace mucho tiempo. La realpolitik, como llama su líder cavernario aún vivo a las maniobras precisas para enfrentarse inútilmente y sin sucumbir en el ejercicio de la política a aquellos poderes fácticos, es la emulsión idónea que el gobierno en funciones ha aplicado para simular su intención de negociar con Podemos. Pero lo cierto es que, dadas las circunvalaciones a lo largo del ensayo detalladas por El País, hasta ahora el más cercano al psoe, amén de lo escuchado en sede parlamentaria al presidente y a su portavoza, se hace cada vez más evidente que antes de empezar las conversaciones ya estaba decidido como imposible el pacto. Es decir, que la escenificación de una estrategia nauseabunda responde a una conjura, y que la verdadera intención de ese partido inadecuadamente ya llamado socialista es negociar, por supuesto en secreto, con la derecha. ¿Con qué propósito? Pues con el de conseguir el blindaje del bipartidismo y seguir obteniendo beneficios los dos partidos, como hasta ahora. ¿De qué manera? Pues ya que Ciudadanos viene debilitándose por momentos él sólo, contribuir al debilitamiento, y si es preciso al hundimiento, de Podemos.

Las pruebas indiciarias de no tener ningún propósito de negociar con Podemos y valerse de una maquinación sólo propia de villanos son cuatro. La primera es el rechazo personal del líder de Podemos. ¿Habráse visto semejante agravio? Le ha importado poco al presidente cometer la afrenta, si con ello se ganaba a la Patronal. La segunda es que siendo muy cierto que ninguno de los dos líderes confiaba en el otro, mientras la desconfianza de Sánchez carece de fundamento más allá de la propaganda mediática infame en contra el partido, porque Podemos no ha gobernado como tal todavía, sí hay motivos para desconfiar del partido socialista. Tanto por su debilidad frente al franquismo como por lo que, prometido en sus programas electorales desde 1983, no hecho a lo largo de la alternancia. La tercera es el rechazo de Sánchez a Podemos porque "carece de experiencia en administrar las cuentas del Estado". Además de otra ofensa, un estúpido pretexto. ¿Acaso la tenía el presidente ahora en funciones cuando se alcanzó el poder? ¿Acaso la tenían sus predecesores cuando gobernó la primera vez su partido? La excusa no puede ser más miserable. Y la cuarta y última, es ese remarcar de Sánchez en su discurso, las diferencias en la concepción del Estado entre los dos partidos. Lo que supone la negativa anticipada a no hacer uso del indulto que casi sin duda será necesario, la intención del partido socialista de volver a asestar a Catalunya el artículo 155, y la necia negativa también a no recurrir al artículo 149 de la Constitución; artículo clave para la solución al conflicto entre el pueblo catalán y los gobiernos españoles. Pues dicho artículo, que nunca se menciona en ningún momento en el Congreso, pero tampoco en ningún foro, ni siquiera en los mentideros, confiere la "competencia exclusiva al Estado (léase gobierno) para una serie de materias en número 32; siendo la 32 "autorizar las consultas vía referéndum", que es lo que desde hace siglos viene intentado el pueblo catalán y con lo que se conformaría; artículo del que todos los gobiernos hasta ahora han hecho caso omiso.

Todo lo cual, en fin, se presenta a mi consideración como un conjunto de argucias miserables del partido socialista, con el presidente del gobierno en funciones a la cabeza, propias de un partido ideológicamente corrompido, y de un presidente de gobierno en funciones auténticamente villano.



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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