Hong Kong, excolonia alienada al imperio anglosajón

Conversar sobre Hong Kong, es conversar sobre la Historia de Gran Bretaña en su proceso expansivo hacia el oriente del continente asiático cuando la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, una vez de haber “hecho pie” en el sub-continente de la India, en el marco real de la desbalanza comercial, asimetría en el intercambio comercial, con la China cuando gobernaba el imperio manchú, tomó la decisión de comenzar su agresiva política comercial con la exportación de bultos de opio producidos en la India hacia un inmerso y glamoroso mercado consumidor pero de ciertos sectores sociales de la población china; es decir, la combinación de conocer “al enemigo”, sus debilidades, y buscar el “talón de Aquiles”, en función de la expansión capitalista británica como la expansión del concepto “imperio en expansión global”, junto con las bondades de una flota comercial bajo la combinación de las banderas de la mencionada compañía escocesa protegida por la del imperio británico de su majestad, la reina Victoria.

La Historia nos muestra, en toda su generosidad, los “hechos históricos” cuales nos permiten poder alcanzar el conocimiento necesario de diversas variables y comportamientos referidos a una nueva política desconocida en Asia, India y China, concretamente, cual sería los parabienes del capitalismo mercantilista manchesterano, en una segunda etapa de su evolución lógico-histórica sistémica, es decir, el zaguán de la puerta de entrada hacia el proceso imperativo, necesario e inevitable del futuro imperialismo.

La conjugación de ese conjunto de “hechos históricos”, en su natural desarrollo capitalista expansivo hacia el mercado chino alcanzaron el cenit de las contradicciones entre aquellos dos modelos económicos antagónicamente diferentes no solo desde una óptica occidental sino por las profundas diferencias entre dos países con historias opuestas, separadas y contravenidas en sus realidades conceptuales.

La realidad capitalista se impuso, la asimetría en el intercambio comercial se expresó en toda su crudeza conceptual capitalista, las lógicas reacciones de la compañía inglesa junto con los intereses reales de las reservas monetarias del naciente Imperio británico bajo la susodicha dama real, Victoria, la política de Estado y de Gobierno británicos, obligaba a tomar drásticas reacciones político-militares que fueran a beneficiar, a corto plazo, el desbalance referido al tiempo que “hacer pie” en tan importante como futuro mercado de consumidores de la mencionada droga, el opio. Dos variables se conjugaron: una fuerte demanda del opio y la grave crisis que se estaba generando política y socialmente en la China manchú. Ambas contradicciones se conjugaron en dos decisiones: la primera de esas decisiones de Estado del imperio manchú sería la de prohibir la importación de la droga al tiempo que proceder a ordenar la quema de las existencias ubicadas en los warehouse en las cercanías de Cantón, orden ejecutada bajo el comando de las tropas imperiales chinas; aquel desarrollo confrontacional tuvo sus consecuencias en la lógica reacción de la prepotencia británica actuando con sus tropas británicas. Aquella realidad produjo la “Primera Guerra del Opio” (1839-1842) y su consecuente “Tratado de Nanking” (29 de agosto1842, Nanjing).

El referido tratado marcaría un antes y un después en la doctrina del Derecho Internacional Público en considerando, obligatoriamente, la fecha de su suscripción junto con la necesidad de precisar que los países firmantes significarán los principios político-jurídicos e ideológicos que nos llevarán a alcanzar necesarios pensamientos en conocimiento sobre el naciente proceso-base de las justificaciones jurídicas a futuro que sostendrían las relaciones internaciones a partir de aquella segunda mitad del siglo XIX. El Tratado de Nanking se convertiría en la base jurídica, el modelo de tratado y acuerdo, en las futuras relaciones binacionales de China con las “Potencias Extranjeras”.

Trascripción de uno de los párrafo contenidos en el tratado: “…Moreover, the drug trade could now continue without interruption as far as the traders were concerned for the treaty also ceded to Britain the offshore island of Hong Kong where the opium traders could thenceforth conduct their illegal operations…” (https://www.dipublico.org/100514/the-treaty-of-nanking-1842/).

Traducción: “…Además, el comercio de la droga podrá continuar [a partir de la firma del presente Tratado], sin interrupciones, en lo concerniente a los comerciantes referidos en el tratado, como la cesión a [Gran] Bretaña de la isla de Hong Kong ubicada fuera de costa donde los comerciantes de opio, desde ese lugar insular, podrán continuar con sus operaciones ilegales [de importación y comercialización del opio indio en el mercado chino de la provincia de Cantón (Guangdong)]…”.

La cesión de la isla referida sería a una cesión a perpetuidad mientras que a partir de 1860 como consecuencia e imposición a causa de la segunda derrota, por tropas inglesas, de las tropas chinas, durante la “Segunda Guerra del Opio”, Peking se vería en la imperativa imposición de la aceptación de tener que ceder por u lapso de tiempo de 99 años, la península de Kowloon, conocido ese espacio geográfico como los “Nuevos Teritorios”. Imposible ser más preciso.

A partir de la política de “reforma y apertura”, Deng Xiaoping comenzaría con las negociaciones con Gran Bretaña tanto por los territorios que comprendían la mencionada península de Kowloon por cumplir el “lease” de 99 años como imponer la devolución de la isla de Hongkong en el marco objetivo de su realidad de formar parte histórica del territorio de China.

Las negociaciones que comenzaran en la década de los años 80 continuaron hasta el año de 1999 cuando Gran Bretaña, sin poder evitarlo, ceder los objetivos derechos territoriales de China sobre los espacios geográficos en mención bajo la tesis de “…un país, dos sistemas…”.

Gran Bretaña durante el espacio del tiempo histórico cuando mantuvo el férreo control de los territorios en mención impuso los paradigmas jurídico-políticos del reino británico, impuso la cultura sajona, su idioma como el sistema educativo de colegio público (educación pagada) y privado (educación gratis), el modelo estructural, mental, jurídico e ideológico de sus fuerzas policiales como el sistema de la Justicia británica-victoriana, la estructura en la formación y la mentalidad de “lo militar” británico así como el orgullo de sentirse y considerarse como el “ser súbdito de la Reina”. Todo un esquema colonial de alienación social como, a título de referencia, lo podemos, en las actuales realidades, conocer en los países pertenecientes a la Commonwealth.

En los tiempos presentes estamos conociendo como la sociedad de Hongkong se encuentra en actitud de continua protesta; la sociedad se encuentra en la calle en permanentes manifestaciones, jornadas, en las actuales realidades, de violentas hacia terroristas.

Dichas protestas se están centrando, particularmente, en esa masa sociológica (Elías Canetti) compuesta por los estudiantes y los jóvenes trabajadores, hombres y mujeres, alienados al modelo educativo británico, aún vigente en la ex-colonia británica, alienados al consumismo capitalista adscrito a la profunda creencia de la unidad capitalismo-liberal de liberta-y-democracia occidental; militantemente adeptos al anticomunismo cual se encontraba “dormido” en el inconsciente colectivo, dentro del cual se expresan dos tendencias de ese perfil anticomunista: el anticomunismo occidental según las tesis políticas británicas en su histórico comportamiento anti-ruso y anti-chino (los británicos perdieron cara cuando tuvieron que devolver a la isla de Hongkong) junto con los sólidos intereses financieros como, por ejemplo, la realidad presente desde los principios coloniales del Hongkong & Shanghai Bank Co., según los corrillos financieros como el banco lavador de capitales no lícitos en algunos países latinoamericanos.

En el marco referencial de esas manifestaciones, el catalizador que explotara el inconsciente colectivo anti-Beijing sería la decisión del Gobierno de Hongkong de aprobar la denominada “Ley de Extradición” a territorio chino continental de presos especiales chinos que se habían refugiado en la ex-colonia británica.

Aquella decisión, según los chismes de pasillo, sería asumida y aprobada independiente de los intereses de Beijing.

Aquella decisión jurídico-legal significaba la absoluta negación per se de la muy británica justicia hongkonesa (“un país, dos sistemas”), un paso importante en contrario al concepto jurídico-ideológico y filosófico del concepto de la “libertad británica” (Isaac Berlin, Karl Popper), la negación a la adscripción a “un solo sistema, un solo país”, con lo cual se violaba el acuerdo alcanzado de mantener la tesis aceptada, para Hongkong, por Deng Xiaoping, dicho significado del concepto político-especial de “un país, dos sistemas”. (Consideramos que no hay una referencia bibliográfica que nos explique, por ahora, el real significado del concepto político-jurídico de “un país, dos sistemas” cuando nos encontramos inmersos en un proceso global de crisis capitalista profunda y un resurgimiento conceptual del socialismo del siglo XXI).

Aquel catalizador permitió que “otros demonios anticomunistas” se despertaran con radical vehemencia. Aquel catalizador permitió que las tesis anticomunistas contenidas en los libros de textos escolares se convirtieran en realidad militante y accionaria. Aquel catalizador permitió que las juventudes miraran a las manifestaciones en Ucrania y Venezuela procediendo a copiar los modelos ejecutados en ambos países-referencia junto con la incorporación de “nuevas tecnologías” como son las maneras de tratar de evitar las identificaciones de los manifestantes gracias al uso de las máscaras anti-gas como el uso de la luz de los rayos laser apuntados a las caras de los miembros del orden público, los policías. Aquellos escenarios han ido in crescendo con fuertes acciones de violencia desde el militante sector juvenil hongkonés.

¿Qué buscan y tratan de alcanzar las potencias de EEUU de América y Gran Bretaña, ahora incorporados Francia y Alemania, cuando se involucran en apoyos directos, sin tapujos, a los manifestantes cuasi convertidos en “masa violenta y terrorista”, según las actuales terminologías?

Sí nos concentramos, únicamente, en el “hecho hongkonés” podríamos perder la importante visión geopolítica que viene desarrollando Washington en la Región de Asia-Pacífico manteniendo sus presiones actuales tanto en el Mar del Sur de China como en el Mar Oriental de China junto con sus “socios y aliados” regionales como el Japón, Corea del Sur, Taiwan y países del ASEAN, Australia y Nueva Zelandia.


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Miguel Ángel Del Pozo


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