Es 11 de septiembre y el terror invade de nuevo. Como de costumbre caen bombas desde el cielo, pero las de esta vez vienen adheridas a Drones. El mismo estilo que se intentó contra el mandatario que administra las reservas de petróleo más extensas del planeta.
Pero esto no tiene nada de nuevo pues al igual que los sucesos del 11 de septiembre del 2001 cuando se derrumbaron las Torres Gemelas en New York —Word Trade Center— todo fue planificado, igual que este show que ahora montan los saudíes, ellos mismos bombardeando sus mismas refinerías. Estamos en presencia de una nueva sensación, esto es un falso positivo energético un Fake News.
En un principio a horas de los atentados —con el mundo de testigo— se afirmaba que cientos de Drones cargados con explosivos desencadenaron la más reciente hoguera en el Golfo Pérsico. En aquellas geografías las bombas no tienen límites.
Las de Irak vivamente son más que fatídicas; el número de fallecidos se perdió de los porcentajes, van sobre los 2 millones, en inconmensurables cifras es el 7% de 34 millones de habitantes.
En Libia las cosas fueron mucho más desastrosas, miles fallecían en muy pocos días. La cacería sobre Trípoli, Bengasi y Sirte fue tan brutal como el trasmitido homicidio en contra del coronel Gadafi. Escenas de aplausos y celebraciones fueron decorados Scotts por parte de Hilary Clinton; La perra del desierto.
Ahora, Arabia Saudita explota. Las refinerías más grandes del globo son borradas, explotan en cadena. Y tras ellas se amenaza con detener el 10% del abastecimiento mundial de petróleo. En este reino están los mayores productores del planeta, son los que más producen en el mundo, tienen la más elevada factura del orbe.
Apenas en el 2018 facturaron más de 120 mil millones de dólares. Y en esos mismos días compraban a sus aliados (EE.UU.) 140 mil millones de dólares en armas. No para la paz. Estamos frente a la paz de las cañoneras.
En medio de toda la confusión los ataques van directamente en contra de la ARAMCO; Arabian-American Oil Company, traducida es exactamente la Compañía Árabe Americana del Petróleo, encomendada su creación a la Texaco Company, a la Standard Oil Company of California (Socal), hoy Chevron, a la Standard Oil of New Jersey, hoy Exxon y a la Standard Oil of New York, hoy Movil. Más comprometidos con Estados Unidos, imposible.
La Familia Real Saudí son los dueños de toda la Aramco y les han volado en mil pedazos sus refinerías. Instalaciones que no son campos petroleros como el cotidiano argot lingüístico de los hidrocarburos los define; ahora son Bases Petroleras, áreas completamente militarizadas, con sistemas misilisticos con radares, monitoreadas por satélites, protegidos con cientos de militares, pero nadie se percató de las decenas de Drones que caían sobre aquellas máquinas de cambiar petróleo por millones de dólares.
Pero las horas tenían que pasar y con ellas la versión fue transformada; ahora, solo fueron diez Drones, y horas después se anunciaba el cierre total de toda la producción saudí. Once millones de toneles de crudo entran en una estación critica.
De las tuberías más todo el material retorcido no quedó nada, la cadena de explosiones más el calor originado por el fuego fue incontrolable. Era de esperarse que, de aquellos aparaticos manufacturados en plástico para su versatilidad, nada quedaría. Pero ya los saudíes aseguran tener pruebas que fueron confeccionados con tecnología iraní ya que entre los restos encontraron sus componentes de fabricación.
Mientras, desde los territorios de la sufrida Yemen, lugar bañado por las aguas del Océano Indico, vecina de Somalia capital Mogadiscio, ambas en la región del mayor punto de estrangulamiento más delicados del mundo, la entrada al Cuerno del África, el paso hacia El Mar Rojo, desde allí se comunican hasta atravesar El Canal de Suez, llegando a la garganta de El Mediterráneo y de allí al Océano Atlántico, es la vía hacia Europa y de allí a la costa más desarrollada del planeta; la Costa Este de los EE.UU.
De la frontera yemení hasta el sitio de los atentados hay más de 800 km. Y los saudíes aseguran que los Drones vinieron desde allí. Esa es una frontera militarizada y estando en guerra no se percataron de aquellos vuelos.
Militarmente es ridículo decir que los yemeníes se han infiltrado tras la frontera. En cualquier momento dirán que estos Uties son unos súper terroristas —mejores que los socios de los saudíes, Al—Qaeda— y que en cualquier momento arribarán a la Oficina Oval capturarán a su presidente, antes lo anunciarán en vivo por CNN desde sus estudios en Atlanta y luego partirán hasta sus refugios y nadie se dará cuenta; la mentira no es un juego nuevo de guerra, de esto deberíamos percatarnos.
Estados Unidos necesita un gran evento catastrófico para que los precios del petróleo suban, no aguantan la prolongada caída que ellos mismos propiciaron desde el otro 11 de septiembre del 2014.
Necesitan que el planeta entre en una crisis energética y desarrollar lo que más les atrae; la guerra. La guerra que se acompaña con la venta de armas y los paquetes de seguridad y sobre todo las escoriaciones que deja pues con cada conflicto ya controlan nuevas fuentes de abastecimiento de crudo en Libia, Irak, Nigeria y el descontrol y la presión ejercida sobre otros es un negocio; Gabón, Angola, Argelia, Venezuela.
Cada país que he nombrado en estas letras a excepción de Yemen y Somalia todos pertenecen a la cumpleañera, una señora muy importante y rica; la OPEP, y la joya que hace falta para completar el juego es Irán.
Y con Irán viene la guerra. Lo peor está en la frontera del Golfo Pérsico son los persas, el inicio de Asia, los segundos productores de la OPEP, quienes más facturan. Y de allí el golpe a la India y China. Detener a toda costa la alianza Chindia. Contra ellos también es la guerra por eso lo peor está por venir.
Asistiremos a la madre de otra guerra moderna; estamos en un conflicto energético, geofinanciero y geopolítico por los recursos. Jamás el petróleo produjo tanta sangre en este sistema sediento de arrebatos, jamás.
Pero los iraníes no son tontos, con ellos no se juega. No es un gobierno de aventuras y menos son suicidas, allí nadie se acalora por la política injerencista. Cuantas cosas no se han fabricado contra ellos, aquél no es un gobierno de facciones o grupos, allí se erige la geoestrategia y lo más importante para su modelo es la seguridad y defensa. Allí nadie comete locuras. A diferencia de Washington y Riad en Teherán no hay torpezas.
Mientras, todo el régimen saudí es muy peligroso. Odian y tienen patente para cometer contra cualquier abuso contra persona o gobierno de la región, lo que se les antoje y nadie dice nada. Son temidos, tienen el dinero diario de casi 12 millones de barriles de petróleo al día; más que suficiente.
Por eso la guerra es contra la OPEP y en este momento la fabrican desde el seno de la misma y lo hace el más poderoso de los socios; Arabia Saudita. Justo cuando su reino nombró a su ministro de petróleo requisito indispensable aparte de ser embajador en EE.UU. para ser el sucesor del último tío, el actual monarca. Quien con contumaz violencia condenó los ataques, ya se siente el sucesor. Ahora es solo cuestión de tiempo en la espera a que se siente en el poder. China hablará pues la estabilidad de su región está en juego y tras ellos vendrá Rusia quien no se quedará atrás. EE.UU. odia lo suficiente a Irán y la guerra en Irak, Libia y Siria se ha acabado y los objetivos no quedaron tan bien logrados.
EE.UU. ni es productor OPEP ni puede alimentar sus rutas a pesar de estridentemente oírsele que liberará sus reservas, ellos mismos no pueden abastecerse. Tratarán de suplirse por unos días tras la paralización de los envíos desde su 55 Estado Confederado; Arabia Saudita.
En este momento las cartas están bien echadas, van muy bien seguras y amarradas. Lo peor está por venir y el llamado a la guerra desencadenará hasta la utilización de ojivas nucleares. La respuesta será con unas bombas esta vez más poderosas.
Veremos un barril en tres dígitos, asistiremos a la caída del precipicio de la diplomacia energética, están pasando la línea, los protobloques se alistan y de la peor manera.