El General Carlos Prats, leal a la Constitución de su país, leal al compañero Presidente Salvador Allende, fue vilmente asesinado junto a su esposa por la DINA, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, organismo de represión que comandaba otro siniestro el esbirro general Manuel Contreras ordenado por el genocida, demente y ratero Augusto Pinochet.
Francisco Cuadrado Prats, nieto del constitucionalista y patriota General Prats, esperó pacientemente más de dos horas haciendo cola para “rendirle homenaje y darle el último adiós al genocida”, en la Academia Militar, pero el homenaje que le iba a dar Pancho, era el del desprecio, el del dolor profundo de su alma, el del nieto que no conoció a sus abuelos, que no tuvo ese amor arrebatado por la ambición del poder, el fascismo y los lacayos del imperio, las experiencias, enseñanzas, que nos dan esos viejos llenos de sabiduría, humanismo y justicia social.
En el escenario de la Academia Militar, se encontraba el Alto Mando Militar, la rancia oligarquía chilena, es decir el fascismo chilensis, Pancho con valentía, con patriotismo, sin trepidar a paso firme y seguro de si mismo, llegó frente al féretro del genocida y ha lanzado un significativo gargajo a la cara del demente de Pinochet protegido por el vidrio del ataúd, pero ese gargajo, es el símbolo del desprecio de Pancho, y de todos los demócratas del mundo, que celebramos la muerte del tirano del siglo XXI.