"Un ciudadano de América cruzará el océano para luchar por la democracia, pero no cruza la calle para votar en una elección nacional" Bill Vaughan.
Sesenta y dos años, después de la revolución cubana, las relaciones entre los Estados Unidos, y la isla cobran gran importancia, y una muy alta tensión con la elección presidencial del 3 de noviembre de este año 2020.
Una vez más, la Florida parece ser fundamental en la batalla presidencial estadounidense. Donald Trump, y Joe Biden enfrentan un dilema que se ha extendido durante estos cuatro años de la presidencia de Trump, y que decidirá una parte crucial de los votos, y el gran acertijo a descifrar es: ¿Qué hacer con Cuba, Venezuela y Nicaragua?
Es una polémica que muchos analistas políticos-militares consideraban ya olvidado. Cuando Barack Obama, como presidente de los Estados Unidos, viajó a La Habana en el 2016 para: "terminar de darle cristiana sepultura al esqueleto de la Guerra Fría" entre esos dos países, ese apoyo tentativo de Obama para enamorar a los demócratas esperanzados, para ayudar a Hillary Clinton, que pedía que se pusiera fin "de una vez por todas" al embargo económico de los Estados Unidos contra Cuba, no se ganó los votos cubanos en la Florida que votaron a favor de Trump.
Cuatro años de la presidencia de Trump, sin lugar a duda, la Guerra Fría no ha resucitado, ahora la guerra de Trump es contra el partido comunista Chino, nuevo aliado del régimen cubano. En un aluvión de medidas punitivas, Trump durante su mandato restringió los viajes a la isla, bloqueó las inversiones, y retiró a la mayoría de los diplomáticos estadounidenses que estaban en La Habana.
Les ha reducido drásticamente las visas para los cubanos que quieren visitar o unirse a sus familias en Estados Unidos. Su gobierno incluso ha comenzado a limitar las formas en que los cubanoamericanos pueden enviar dinero a sus familiares.
Aunque los cubanoamericanos se oponen a muchas de estas políticas específicas de Trump, según una encuesta realizada por la Universidad Internacional de la Florida (FIU), la mayoría de los cubanos residentes en la Florida, apoyan la postura de Trump de la confrontación con el gobierno comunista de la isla.
La mayoría de los cubanos en el exilio ven estos obstáculos logísticos como el costo a pagar para conseguir la libertad, y la derrota de una dictadura que ha oprimido al pueblo cubano durante 62 años.
Por otro lado, Joe Biden y Kamala Harris sostienen que la dura presión del presidente Trump debe juzgarse por los resultados, no por la continua retórica. En la reciente visita de estos dos candidatos demócratas a Miami en este mes de noviembre, afirmaron que la política del gobierno de Trump no está funcionando, y declararon que son partidarios del régimen castrista : " Que Cuba con ellos en el poder, estará más cerca de la democracia que en estos cuatro años de Trump".
No obstante, las encuestas de los últimos actos de campaña de Trump, y Biden han dicho, si son confiables, que Trump podría ganar el 60 por ciento del voto latinoamericano que la daría la mayoría del colegio electoral de ese estado en disputa, superando el 54 por ciento que ganó en las elecciones del 2016.
Los últimos actos de. "Trump han disparado las cifras de las encuestas de los hispanos a su favor", dicen los analistas políticos de varias naciones destacados en USA, que observan las elecciones más controversiales de esa nación desde su creación.
Aunque la carrera presidencial del 3N del 2020 en la Florida luce todavía muy apretada, queda por ver si el problema de Cuba, Venezuela, y Nicaragua, sigue siendo lo suficientemente potente, a 62 años después de la revolución cubana, 22 de la venezolana, y más de 10 años de la nicaragüense, para que ese estado, y sus 29 votos en los colegios electorales, dé un giro; Florida, junto con Pensilvania, tiene el mayor número de votos electorales, después de California, y Texas. Los votos de los latinoamericanos que viven en la Florida solo representan alrededor de un 10 por ciento de sus aproximadamente 12 millones de votantes. Pero los discursos cambiantes sobre la política estadounidense de Trump, y Biden, nuevamente llaman mucho la atención en un estado que sigue estrechamente polarizado entre el Partido Republicano, y el Partido Demócrata.
Claramente que la línea más dura" hacia Cuba, Venezuela, y Nicaragua la lleva Donald Trump, lo expresa, un analista político amigo de la Universidad Internacional de la Florida que ha supervisado las encuestas sobre las percepciones de los latinoamericanos durante estos últimos cuatro años.
Para las ya viejos cubanos residentes de Miami, que huyeron de Cuba después de la revolución de 1959, el intento maniqueista de Obama de incitar el cambio a través de un compromiso más estrecho siempre fue peligrosamente ingenuo. Al no condicionar al régimen cubano a su apertura a las mejoras en los derechos humanos, Obama le lanzó al entonces presidente Raúl Castro un salvavidas económico sin exigir nada a cambio. La continua represión a partir de entonces por parte del gobierno cubano a los que critican al régimen ahora es más feroz dicen.
Aun así, los demócratas que apoyan a Biden en la Florida, confían en que la intención del voto está cambiando a su favor. A pesar de la obstinación de la vieja guardia cubana, sus hijos, y sus nietos parecen estar menos aferrados al enfoque coercitivo que durante tanto tiempo no se había logrado una presión más significativa hacia ese país. Los inmigrantes más recientes, por lo general son más escépticos de que Biden pueda derrocar el gobierno de Cuba, y están más conectados con sus familiares en la isla.
Después de años de creciente apoyo cubano al Partido Demócrata, uno de los resultados más llamativos de este match Trump- Biden, es que los inmigrantes cubanos más recientes se han registrado como republicanos. Solo el 5 por ciento de los encuestados, que llegaron a Estados Unidos antes del 2015, afirman ser demócratas; el resto se auto describe como independientes.
A pesar de que los demócratas han ganado terreno, el Partido Republicano ha estado más activo, y mejor organizado entre los latinos del sur de la Florida. Los partidarios de la línea dura de Trump hacia Cuba siguen siendo poderosos en los medios de comunicación locales en español: "Para los republicanos latinoamericanos, Miami siempre es un partido en casa".
También han comenzado a surgir partidarios republicanos más jóvenes y contemporáneos, a partir de los incendiarios discursos de Trump. Quienes se han convertidos en unos bulliciosos apóstoles de la reelección de Trump, que exhorta a los ‘máyamiboys’ a tener cuidado con las tendencias "comunistas" de los demócratas de Biden.
El mayor influencer ha sido el propio Trump. Sus advertencias de que Biden, y su hijo Hunter, en los negocios con los chinos entregarán a Estados Unidos al Partido Comunista Chino, aunque a algunos votantes esto le parezca un absurdo, esto se repite constantemente en sus campañas publicitarias, y en las redes sociales que asustan a los refugiados venezolanos, y nicaragüenses en la Florida, así como a los cubanos. La supuesta amenaza de los autodenominados ‘demócratas comunistas’ como Kamala Harris, ha sido un tema fundamental de esta campaña, que ha establecido al menos una coherencia nacional entre la política interna de Trump, y su postura belicosa hacia los regimen comunistas tanto de China, como de toda la América Latina.
"Ha sido implacable Trump", dijo el cubanoamericano José Javier Rodríguez, senador demócrata por la Florida, sobre el ataque al "comunismo". "Ha sido implacable que la ha resultado algo eficaz".
Otro factor importante del éxito de Trump con los votantes latinoamericanos ha sido su voluntad de hacer presencia. Muchos consideran que no hace falta que demuestre su lealtad a la causa de los que han huido de sus países. La primera incursión inicial en la política de Trump en una campaña presidencial en 1999, en el museo, y biblioteca de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos en la Pequeña Habana de Miami, donde apareció con su entonces novia, y ahora esposa , Melania Knauss. "Mi política", dijo en aquel entonces: "es que hay que mantener la presión sobre Castro".
En sus cuatro años como presidente, Trump ha incrementado esa presión. Además de bloquear el turismo, las inversiones y el comercio, prácticamente clausuró la embajada de Estados Unidos en La Habana. Las visas para que los cubanos visiten Estados Unidos se han reducido. Su gobierno suspendió el programa de reunificación familiar que desde 2007 había autorizado a centenares de cubanos a reunirse con familiares en Estados Unidos, y aumentó la deportación de los solicitantes de asilo cubanos.
Muchos cubanoamericanos afirman que el duradero embargo económico de Estados Unidos contra Cuba no ha funcionado; aunque algunos manifiestan que debería mantenerse. Muchos de ellos también dicen que la política de Washington hacia Cuba no es importante, así como otros temas, incluidos la economía, la atención médica, las relaciones raciales e incluso las políticas hacia China.
Los seguidores de Biden en la Florida admitieron que han tenido poco éxito al tratar de centrar la atención en el daño colateral que las políticas de Trump han causado a los cubanos en la isla. Es posible que los demócratas hayan hecho aún menos para defender la política del gobierno de Obama, la idea de que con Biden como presidente de los Estados Unidos, es la mejor manera de presionar al gobierno cubano hacia una mayor libertad política y económica para la isla. Muchos demócratas han llegado a la conclusión de que existen sólidos argumentos políticos para esas iniciativas, pero políticamente no dieron resultados con Barack Obama en sus 8 años de mandato.