Trump, el ratero mayor

A cinco meses de la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, parece que su prontuario criminal crece casi al mismo ritmo que su patrimonio empresarial. Todo el tiempo está rodeado de polémicas, diatribas y conflictos legales. Su vida es un circo mediático donde sus indecorosas luces brillan las 24 horas del día.

Sus procesos judiciales se están incrementando luego de la salida de la presidencia. Trump es un experto bribón (un hampón de cuello blanco) que durante décadas ha bordeado con impunidad los límites de la legalidad. Su supuesta "exitosa" carrera como magnate inmobiliario se montó sobre un entramado de vericuetos fiscales, exenciones y beneficios en el ramo de la construcción y la explotación de edificios residenciales, de oficinas, hoteles y hasta casinos.

Ya habíamos señalado antes que la Organización Trump siempre ha utilizado todo tipo de artimañas para aprovecharse de sus conexiones políticas para ganar contratos ejecutados con financiamiento gubernamental. El grupo familiar ha logrado obtener millones de dólares en rebajas y exenciones de impuestos en la ejecución de sus proyectos inmobiliarios, tanto en la ciudad de New York, como en otras ciudades de Estados Unidos y alrededor del mundo.

También reseñamos que absolutamente todo el clan familiar utilizó "corporaciones falsas" para evadir impuestos, mediante la transferencia de recursos (regalos en dinero, bienes inmuebles, acciones, etc.) que, en el caso de Trump, "el mandatario recibió el equivalente a US$413 millones en dinero de hoy del imperio de su padre". Todo un decálogo de inmoralidad e insaciable voracidad por el dinero, por ocultar sus fuentes y para no pagar impuestos. Hay un desprecio evidente hacia las leyes. Una vergüenza y un insulto hacia el pueblo humilde norteamericano que sí debe pagar estrictamente sus impuestos (las declaraciones de impuesto de Trump son el mayor secreto de la historia de ese país).

Pero esto acaba de cambiar. Fiscales de la ciudad de Nueva York pusieron al descubierto una de las cajas B de la Organización Trump, la cual utilizaba empresas como la "Trump Payroll Corp" para, de manera sistemática, costear el esquema de prebendas de parte de los altos ejecutivos de la organización, "que recibían como vehículos, apartamentos o matrículas en escuelas privadas", compensaciones no registradas contablemente como parte de sus beneficios y que por lo tanto no declaraban, ni pagaban ningún tipo de impuesto.

A la cabeza de esta nueva trama legal está Allen Weisselberg, nada menos que el mismísimo director financiero de toda la Organización Trump, el cual ha trabajado por décadas para toda la familia, desde el padre hasta los propios hijos del irascible expresidente norteamericano.

La Fiscalía ha presentado preliminarmente 15 cargos contra Weisselberg, ante la clara evidencia de que "subdeclarara sus ingresos a las autoridades federales, y por lo tanto evadiera impuestos y reclamara falsamente reembolsos de impuestos federales a los cuales no tenía derecho". Todo un pillín, a la par de su jefe el maleante Trump.

Estando en el foco de la fiscalía el propio guardián de la caja fuerte de Trump, tiembla todo el emporio financiero e inmobiliario ante las posibles revelaciones sobre los oscuros y deshonestos manejos financieros del magnate norteamericano. La trama legal se encuentra en pleno desarrollo.

Para la reflexión queda la pregunta dónde están los referentes éticos y morales de las grandes corporaciones e instituciones norteamericanas que usan todo su poder político y financiero para enriquecer al máximo a sus accionistas (torciendo las leyes en el camino), alimentando sus insaciables entrañas que danzan con millones y millones de dólares evadidos y esquilmados al fisco. Los más de 40 millones de pobres (alrededor del 15% de la población) que a duras penas sobreviven en Estados Unidos, observan desde la periferia las titilantes candilejas del fantasioso sueño americano. A ellos solo les toca las migajas del oprobioso festín.

¿Es Donald Trump el ejemplo del empresario exitoso para el capitalismo mundial? Pues da pena ajena, no es más que el hampón mayor, un capo de cuello blanco.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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