Ucrania: crímenes de guerra, guerra sin crímenes

La guerra es un síntoma inequívoco de la insania mental de la humanidad. El hombre enemigo del hombre, no puede tener excusa, ni tolerancia. Con motivo de la guerra de Ucrania, muchos comentaristas y personas de talento, inclusive organismos internacionales de derechos humanos, condenan los "crímenes de guerra", pero no condenan la guerra. Es un contrasentido querer humanizar la guerra, controlarla; que sea cruel, pero no tanto; que no se salga de las leyes; se puede asesinar, pero con orden, sólo el número permitido; se puede tener un arsenal de armas atómicas capaz de destruir el planeta, y condenar "el crimen de guerra" de un ucraniano que dispara a las piernas de un preso ruso. Farsantes. Cómo se explica, si no es con la hipocresía, que bombardear un hospital levante protestas mundiales contra ese "crimen de guerra", pero los millones de niños desplazados, huérfanos de todo, las ciudades y campos arrasados, las familias destruidas, los pueblos sumergidos en la miseria, las economías devastadas sean ignorados.

Condenar los crímenes de guerra, pero no la guerra es evitar el núcleo del problema: la guerra debe ser condenada, todas las guerras. El crimen es el pavoroso arsenal bélico de las naciones que cada minuto avanza en poder de destrucción, sorprende el adelanto tecnológico en ese campo, los gastos en armas alcanzarían para una vida plena de todos los humanos del planeta: la capacidad de producción militar puesta al servicio de la producción de alimento, acabaría con el hambre en el planeta en horas.

La guerra debe ser condenada y sobre todo su origen, su causa que no es otra que el capitalismo, el imperialismo. Mientras exista un sistema que transforma al hombre en mercancía y al mundo en un mercado, existirán las guerras. La conducta de evitación, disimular los males de la guerra, ignorarlos, disfrazarlos, desatender su causa nos lleva a un desastre anunciado.

La conducta que evita condenar a la guerra, haciéndolo sólo con algunas de sus manifestaciones más resaltantes, es propia de esta época, impregna a todo el planeta. Todos los gobernantes mienten, ocultan sus fechorías, disimulan. Aquí, entre nosotros, es común esta conducta de condenar trivialidades para distraer, de crear la sensación de moralidad, cuando en realidad se están atacando los pilares éticos de la humanidad. Como cuando se condena a alguien por maltratar un perrito, algo que está bien; o a un profesor, que en la tensión de un quirófano pierde el control, algo que también es correcto; pero, cuando esas acciones vienen acompañadas con el olvido de los humanos presos sin juicio, las torturas, los perseguidos, el vilipendio, la ausencia de derecho a la defensa, y sobre todo, el desmontaje del avance socialista, el reforzamiento del sistema capitalista, entonces, es una evitación inmoral de la esencia. Similar a cuando se habla de plataformas digitales para que la gente se exprese, liquidando así la organización social, el vital contacto entre los humanos, aislándolos, sumergiendo su personalidad en una pantalla de vidrio.

En el mundo, en este país, hace falta una Revolución, las que no mienten jamás, ni de palabra, ni de acción. Por allí, derrumbando la alucinación, los espejismos, comienza la construcción de un mundo viable. El mundo va hacia su destrucción, la insania mental de los gobernantes, el embobecimiento de los gobernados, todos sometidos a los intereses de la ganancia, del mercado, nos conduce a la destrucción de las condiciones ambientales para la vida, y a una guerra atómica que ya tiene sus elementos más importantes: ¡las bombas existen!

¡CHÁVEZ, HUMANIDAD!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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