La tercera acepción del verbo apostatar en el diccionario de la Real Academia es abandonar un partido o cambiar de opinión o doctrina. Pues bien, un político español que nació en este Régimen como comunista y va a morir, pues tiene 89 años, como fascista… encaja perfectamente en la figura del apóstata que abandona unos ideales para, aunque sea parcialmente, abrazar impúdicamente justo el opuesto. Su preocupación por la rotura de España es la causa. Pero esto de la rotura, aplicado al deseo ancestral de territorios peninsulares en zafarse, emanciparse, desligarse de los españoles y sus clases sociales predominantes para existir como Estados independientes, es una muestra de cazurrez, de pensamiento pequeño y de cortas miras no ya de quienes prácticamente desde los Reyes Católicos piensan así, si no también de este personaje ex comunista que se suma a esa idea secular de unidad territorial. Idea de por sí controvertible, porque también sigue habiendo unidad, por ejemplo, entendida como unión voluntaria desde la independencia de un Estado en un estado federal, y porque aunque fuese plena esa independencia el asunto no se presta en pleno siglo XXI a ser la causa de la causa de la indignación y de la defección de nadie, y menos de un personaje de la talla que tuvo este político que ahora apostata…
Es muy frecuente, en España sobre todo, la transmigración ideológica. En los comienzos del nuevo Régimen político nacido de la transición desde la dictadura, han sido muchos los casos. El primero fue el tercer gobernante de esta farsa democrática que, desde un pensamiento socialista abanderó otra ideología difusa, abandonando los postulados socialistas que vociferaba en los mítines preelectorales, para entregarse a la causa pragmática del bipartidismo que ha durado virtualmente 40 años, los mismos que duró la dictadura franquista, y por su enriquecimiento lleva camino de hacerse neoliberal, que ya es decir. Cómo este tal Tamames. Es muy frecuente, como digo, esta veleidad en España, pero en el caso de este gobernante la idea motriz que catapultó a este sujeto sin duda fueron las palabras de "su amigo", como él decía, el político socialista alemán Willy Brandt: "si a los 20 años no eres de izquierdas es porque no tienes corazón; si a los sesenta no eres conservador es porque no tienes cabeza". Reducida a esta ecuación, la política resulta repulsiva y los políticos que no se retiran pronto, aún más repulsivos. Puesto que ya sabemos lo que va a ocurrir por su parte a medida que pasa el tiempo y no vale la pena prestarles atención, pues si a cualquier edad pero especialmente a los setenta das a la política y a los políticos la importancia que no merecen, es porque no tienes corazón ni cabeza…