El fascismo de izquierdas

Un amigo (aunque no noblemente pues envolvió su comentario en el detalle de un supuesto amigo que en realidad era yo) le decía a un tercero presente en la breve charleta en el Café, que no entendía bien cómo podía, siendo de izquierdas, estar su amigo a favor de la izquierda, en unas cosas, y en otras, de la ultraderecha. Evidentemente cuando hablaba, estaba inmerso no en el marco sociológico o antropológico de la cuestión, sino en el modelo lingüístico político y partidista que existe en un país como España, tan desvertebrado como diferente en todo…

No entiende este amigo, que su "amigo" no se plantee la política española de partidos en términos similares a los del fútbol, el deporte favorito de la sociedad española. Voy con este equipo o con el otro. No hay más que hablar. Actitud mental ésta que se corresponde exactamente con el binomio habitual "fascismo vs comunismo" (aunque no comunismo vs fascismo porque el comunismo no tiene otros enemigos que los que tratan de aniquilarle allá donde está alojado o intenta instalarse). No hay apenas término medio en España, la inveterada intolerancia de su historia hace estragos profundos en una sociedad que pretende ser "moderna"; intolerancia metida en la médula del pensamiento de todas clases: ésa que no permite otra cosa que afirmar o negar, ésa del estás conmigo o contra mí…

Pero veamos por qué ese supuesto amigo comparte aspectos del fascismo siendo de izquierdas… Dos rasgos fundamentales del fascismo son: que profesa el nacionalismo y practica el autoritarismo. En cuanto al primero, el amigo de mi amigo detesta un mundo globalizado, sin fronteras, que implica un mundo bajo la batuta de una potencia hegemónica rodeada de satélites y de un mentor anglosajón, el británico. No quiere un mundo dominado por una superpotencia, pero tampoco un mundo bipolar ni multipolar. Su idea, utópica o no, es de odio a una nación en vanguardia por su armamento y determinación, (ésa que Nietzsche llama "voluntad de poder"), que no deja al mundo en paz. Sus miles de Bases repartidas por el planeta y su entrometimiento sistemático tras la segunda gran guerra en la vida política y general de otras naciones que la evitan, supone no sólo no dejar al mundo en paz, es que no procura la paz, sino que, por el contrario, provoca todas las guerras, incluida la actual entre Rusia y Ucrania.

El fascismo, pues, en teoría -todo es en teoría- es nacionalista o ultranacionalista. Razón por la cual, siendo esto tan importante para ese amigo de mi amigo como prioritario para la izquierda radical española la igualdad de género, mucho más que la igualdad social que en absoluto nunca menciona en sus mítines, ni le preocupa, es normal que comparta ese aspecto de la ideología fascista (si bien él, no sólo del nacionalismo español, sino también la del vasco y el catalán). Del mismo modo que considera muy grave esa despreocupación de la izquierda radical por la igualdad social, eje alrededor del que ha girado siempre su lucha después de las dos grandes revoluciones europeas…

En cuanto al otro rasgo del fascismo, el autoritarismo, no me extraña que asimismo lo comparta. Pues, vista la deriva liberal en las sociedades occidentales y especialmente en España, el autoritarismo le parece indispensable hasta cierta edad en la educación de los hijos, Pues la inversión del papel entre padres e hijos en su trato ordinario, empieza a ser escandalosa ya que está conduciendo al caos, a la familia, tanto tradicional como monoparental, y ocasionando graves efectos en la deseable cohesión imprescindible en toda sociedad…

Por último, la gran ventaja de esa ideología es la transparencia. Mientras que las ideologías que se oponen al fascismo: democracia burguesa, socialismo, socialdemocracia, liberalismo y neoliberalismo, se caracterizan por la doblez, por la simulación, por la corrupción. Modelos que recurren a la palabra democracia (el gobierno del pueblo) para encubrir la supremacía de las clases sociales superiores. La clase trabajadora sigue siendo siempre la misma. Nunca saldrá de la pobreza. Y lo que menos pinta en la gobernanza de las democracias occidentales es el pueblo. Si queremos un ejemplo, una referencia relativamente cercana, ahí están los de 2004. Un 92% del pueblo español, según el CIS, estaba en contra de la guerra de Irak y de enviar tropas españolas a reforzar las estadounidenses. El caso omiso, el desprecio por parte del gobierno a esa respuesta del pueblo español, prueba inequívocamente que el pueblo, sobre todo en la tramposa democracia española, es un cero a la izquierda.

He aquí por qué, detestando ese "amigo" el fanatismo que encierra toda ideología (pensamiento cerrado), asume sin reservas la transversalidad…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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