No estoy dispuesto a conversar con nadie a menos que sea sobre banalidades. Sobre cualquier otra materia sólo si la otra persona conoce mi pensamiento, está conforme con él y no pretende otra cosa que no sea matizar una idea para enriquecerla, para completar el o los detalles que puedan a su juicio faltarle. No estoy dispuesto a hablar con nadie de menos edad, salvo para reírnos y comentar percepciones sobre la vida que nos envuelve, consciente la otra persona, de que yo ya lo he pensado todo. No me interesa nada que no sea expuesto en lenguaje poético. Tengo la certeza de que de la vida y del conocimiento sólo puedo saber una diezmillonésima de lo que se llama realidad, a su vez decidida por sucesivos acuerdos de unas minorías en la materia que sea. Y que si deseo "conocer" en un momento dado algo puntual para mi utilidad o curiosidad, tengo a mi disposición el equivalente a varias bibliotecas de Alejandría o Vaticanas… Solo me podría interesar el punto de vista de alguien que me supere en edad y, sobre todo, que no empezase a hablar de sus conocimientos académicos. El pastor de ovejas, por ejemplo, que se ha pasado la vida nómada o transhumante.
En todo caso, prefiero mi ignorancia medida en diezmillonésimas, a que me equivoquen quienes son inconscientes de lo mucho que ignoran en comparación con lo que han de saber seres de otros mundos que nos llevan muchos años luz de ventaja…
Tómese como le plazca a cada cual la presente declaración.
Aunque fue también a edad avanzada, asumí, interioricé, me fundí con esa idea de Anatole France: "entonces, cuando no estudiaba, aprendía mucho"…
Las lecciones que recibe constantemente el occidental empobrecen su imaginación y su intelecto. Por eso es un juguete en manos de quienes saben aprovecharse de su ignorancia y de su debilidad mental. Se pasa la vida recibiendo además en sumisión enseñanzas que pasan por verdades como puños que, pasado el tiempo, vamos comprobando que fueron falsedades o medias verdades.