Golpes, rebeliones y cumbres ¿Hacia dónde va África Occidental?

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África de nuevo en la ola mediática

La opinión mundial tiene en este momento en el tapete a África. Primero por un acontecimiento internacional, como fue la II Cumbre África–Rusia, en la cual el presidente de transición de Burkina Faso, capitán Ibrahim Traoré acaparó la atención de los países del Sur por su discurso anti imperialista y crítico al liderazgo actual de los dirigentes de los países africanos.

La cumbre ya tenía un atractivo particular por cuanto, en la ya larga guerra Rusia-OTAN-Ucrania fue vista como una toma de posición por parte de un importante grupo de países africanos que confirmaban su desacuerdo con las sanciones occidentales contra Rusia y refrendaron su vocación por la conclusión de las hostilidades, presentando una propuesta de paz.

Apenas días de concluida la cumbre, y aún con el eco de las palabras valientes de Ibrahim Traore, se producen en el Sahel, al lado de Burkina Faso, en la República de Níger un golpe de estado que de no ser por las connotaciones ideológicas que ha tomado hubiera caído en pronto olvido, como otros en la zona de África Occidental que vienen sucediéndose desde 2008, como el de Mauritania.

Contexto Geográfico y geopolítico

El Sahel es la subregión o franja que desde el sur de Mauritania vapor debajo del desierto del Sahara a lo largo de unos 5.400 Kilómetros, pasa por el Norte de Senegal, centro de Malí, norte de Burkina Faso, norte de Nigeria, centro de Chad, Sudán y Eritrea y norte de Etiopía.

Geopolíticamente, se ha dado en llamar países del Sahel a aquellos que se han visto envuelto en el radio de acción del terrorismo, como Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger, en los cuales operan grupos desestabilizadores vinculados a Al Qaeda. Esos países constituyeron el Grupo de los 5 (G5-Sahel) para la lucha antiterrorista, y establecieron negociaciones de cooperación militar con Francia y EEUU.

La presencia del terrorismo yihadista, justificó que desde 2013 EEUU aumentará su cooperación unilateral militar a través de asesorías de cientos de militares y el reforzamiento de personal civil de sus embajadas en Mali, Burkina Faso y Níger en número de hasta 100 personas.

Del mismo modo, Francia que desde la caída de los gobiernos socialistas en los años 1970, mantiene en la zona, bajo la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU "tropas de paz", que en varias oportunidades ha actuado como "fuerzas de respuesta rápida". Por ejemplo en 2013, unos 4500 militares franceses intervinieron en el norte de Mali con la operación Serval.

Los gobierno franceses, venían perfeccionando la cooperación con el G5 Sahel, involucrando en ello al Grupo de los 7 (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Japón, Canadá y EEUU). Así en 2027 integra a Alemania en la "Alianza para el Sahel", debidamente matizada con objetivos para el desarrollo, y en 2019 formalizan en la Cumbre del G7 en Biarritz, la Alianza para la Seguridad y la Estabilidad en el Sahel (P3S) en la cumbre del G7.

Los golpes en África Occidental

Sobre la historia no contada de África, sobresale la homogeneización de la opinión sobre el continente, lo cual hace que no muy pocas veces se califique por igual, como expresión unísona, todo lo que sucede en el continente, obviado procesos subregionales como los que estamos observando en el Sahel, pero que aun perteneciendo a África Occidental tiene importante connotaciones políticas, económica y culturales. Por ello, el liderazgo de los fundadores de las repúblicas africanas promovió como fundamental la creación de una unidad africana que privilegiara las coincidencias históricas, aunara los recursos naturales y fomentará el desarrollo integral.

Después de la caída el modo de socialismo africano, la Organización para la Unidad Africana, surgida para alcanzar las independencias entre años y 60 a 90 del siglo XX, se transformó en 2001 en Unión Africana (UA) para promover la cooperación multisectorial, el desarrollo sostenible y la integración de sus sub regiones. Para ello debía resolver los numerosos conflictos bélicos, que en número casi de 50 azotaban al continente. Confrontaciones heredadas del colonialismo, o fomentada por las viejas potencias para aprovechar las riquezas africanas.

La UA refundada en 2001 la Libia de Gadafi, realizó todo un despliegue diplomático y de presión continental, logrando reducir significativamente la conflictividad bélica continental. Estos aires de paz favorecían empezar enfocarse en los objetivos generales a largo plazo.

En zonas como África Occidental, en paz, comenzó a producirse lo que los economistas dan por llamar "milagro económico". La subregión empezó a crecer por encima de la media mundial y se convirtió en la segunda en aumento económico del mundo. Si bien lo hacía de manera desigual, era un hecho. Un asunto que preocupó a occidente, porque en la medida que se fortalecía económicamente los hacía la Comisión Económica de África Occidental (CEDEAO). Pronto la CEDEAO creó un pasaporte común, moneda única, un banco de desarrollo, un parlamento, tribunal de justicia. La CEDEAO, se transformó en el más exitoso mecanismo de integración del Sur..

Dentro de África, la CEDEAO llegó a acuerdo con la Libia de Gadafi, la cual realizó importantes inversiones en infraestructura y energía en la zona. Todos los países del Sahel abrieron embajadas en Trípoli, al igual que la mayoría de los de la CEDEAO.

Por otra parte, Nigeria en la primera década del 2000 superó su inestabilidad política y usó su poder natural para llamar más integración y a ampliar la cooperación internacional formando equipo con Brasil y Venezuela para alcanzar un potente Foro de Cooperación América del Sur-África. De la misma forma la CEDEAO promovía dentro de la UA nuevas alianzas económicas culturales con la pujante China.

Las necesidades de superar las desigualdades se hicieron política. Había que cooperar en el desarrollo de Guinea Bissau Sierra Leona, Liberia, Níger y Burkina Faso, las naciones con mayores dificultades económicas pero con grandes potenciales

Entonces, vinieron los golpes de estado y el fomento de situación conflictivas. La II Cumbre América del Sur África (ASA) fue el toque de partida para una nueva política de desestabilización de África. Los conflictos bélicos regresaron y se puso la mira en acabar con la UA y los mecanismos de integración.

Así, en 2008, tras la muerte del presidente de Guinea (Conakri) se produjo un extraño golpe de estado por el capitán Dadis Camara, que no gozó de mucha popularidad entre la población y fue cuestionado por la Unión Europea, por lo que convocó a elecciones y renunció en 2009, luego de un atentado en su contra. Como colofón el Departamento de Estado de EEUU expresó su deseo de que el capitán Cámara no se mantuviera en el poder. Guinea es el tercer productor mundial de bauxita, un mineral estratégico.

El 18 de febrero de 2010 se produce un golpe militar en Níger contra el presidente nacionalista Mamadou Tandja (asistente a la II Cumbre ASA en Venezuela, donde compartió con presidente como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Lula, Fernando Lugo y Cristina Kichner); Tandja había anunciado la nacionalización del uranio.

En 2011 se consuma la caída de la Revolución Verde en Libia y el magnicidio de Muamar Gadafi, perdiendo la subregión un aliado fundamental y un promotor de la integración regional. Al caer la Libia revolucionaria, cae la contención al terrorismo, se dispara los movimientos compulsivos de migrantes, y las armas de las milicias se distribuyen por los países sahelianos, alimentando el terrorismo.

En 2012, Malí, productor mundial de algodón, 20 años de democracia, referente de paz, diálogo subregional que empezaba a diversificar su economía, recibió un golpe de estado. Su presidente, Amadou Toumani Touré --a quien Hugo Chávez visitó en 2008, asistió a la II Cumbre ASA--, anunció la revisión de las concesiones de oro pero fue derrocado a tan solo meses de entregar democráticamente el poder. El país se sumió entonces en una vorágine de violencia y de amenazas separatistas.

El separatismo yihadista en Malí sería la causa por la cual el ejército francés en enero 2013 interviene militarmente en la llamada Operación Serval que se transforma en 2020 en Operación Barkhane y establece unos 4500 efectivos militares en el Sahel. En agosto de 2020, se produce un golpe de estado contra el presidente pro francés Ibrahim Boubacar Keïta, lo cual representa la llegada al poder de una corriente de pensamiento no afín a Francia.

El 11 de abril de 2011, el presidente legítimo de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, un nacionalista, es secuestrado y sacado de la casa de gobierno por militares franceses. Gbagbo fue llevado prisionero a La Haya para hacerle un forzado juicio por supuestos crímenes de lesa humanidad. Costa de Marfil es el primer productor mundial de cacao y Francia su principal "comprador". El 15 de enero de 2019 la Corte Penal tas mantener a Gbagbo ocho años preso, lo declara inocente, lo cual comprueba la patraña francesa.

En 2014, se produce el primer revés contra Francia en la zona, cuando es depuesto el presidente Blaise Compaoré, responsable de la muerte del legendario líder socialista Thomas Sankara. Desde entonces el país se vio sumido en una explosiva polarización. En elecciones generales en 2015, un delfín de Compaoré, Roch Marc Christian Kaboré gana la presidencia y gobierna hasta enero de 2022. El 30 de septiembre del mismo año el capitán Ibrahim Traoré toma el poder y anuncia un gobierno de transición.

En 2022, en Guinea, un golpe militar saca del poder, al presidente pro francés Alpha Condé que gobernaba desde 2010, y pretendía un nuevo mandato en 2021. El joven coronel Mamady Doumbouya, se proclama miembro de una junta de transición.

El papel de la CEDEAO en los golpes de estado

La CEDEAO tiene como doctrina la condena de los golpes de estado en los países miembros, lo cual forma parte de los protocolos de seguridad firmados por sus miembros. Como norma general, ante un golpe de estado, el mecanismo pone en acción los métodos de solución pacífica de controversias. Un segundo paso es la suspensión de la membresía del país en el cual sucedió el golpe militar, lo cual implica ciertas sanciones de carácter económico establecidas en los acuerdos.

La CEDEAO privilegia la negociación. En los golpes de la zona no ha sido común el empleo de la intervención militar, sino hacer comprometer a los tomadores del poder, a convocar elecciones, intentando que el líder visible del golpe no se postule.

Hasta ahora, lo más cerca de una intervención militar de la CEDEAO en unos de sus países miembros fue en 2017 ante la negativa del presidente Yahya Jammeh de entregar el poder aludiendo al fraude en las elecciones. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución unánime reconociendo al nuevo presidente. Fuerzas militares de la CEDEAO, mayormente de Senegal se posicionaron en la frontera. El ejército de Gambia, en voz del jefe del estado mayor, informó que no se enfrentarían a las tropas de la CEDEAO. Ante eso, Jammeh negoció su exilio. Jammeh fue un gobernante nacionalista, estuvo en la II Cumbre ASA en 2009, y fue el anfitrión de Hugo Chávez en la VII Cumbre de la UA en Banjul 2009; entre sus más polémicas decisiones fue la de retirarse de la Comunidad Británica, encendiendo la cólera inglesa; también desconoció a Taiwán y estableció relaciones diplomática con China. Abrió una embajada en Venezuela que fue cerrada por su sucesor, que también revirtió la decisión de retirarse de la mancomunidad británica.

Por ahora, Guinea, Malí, Burkina Faso y Níger permanecen suspendidos de la CEDEAO. En el caso de Níger se ha declarado la factibilidad de una intervención militar para restituir el gobierno derrocado. Una medida como esta se discutió en 2012 ante el golpe de estado en Mali, por el alto prestigio del cual gozaba Amadou Toumani Touré, que finalmente prefirió exiliarse.

La situación en Níger

Los golpes de estado de Burkina Faso en 2022, el reciente de Níger en julio de este año, han gozado de un ferviente apoyo popular. Los elementos comunes que acompañan estas insurrecciones, en la cual se agrega la Guinea, es el liderazgo militar joven y ahora la inconformidad manifiesta contra la influencia francesa, que salvo en Sierra Leona, Liberia, Ghana y Nigeria fue la potencia ocupante y colonizadora de la subregión. Los presidentes franceses desde Charles De Gaulle, que intentó evitar la independencia de los países de habla francesa, hasta Maurice Macron que ha suavizado las formas, no han impedido que las nuevas generaciones de africanos conscientes de la neo colonización francesa expresen sin vacilación su malestar contra la otrora potencia.

Ello no implica, que Francia no conserve todavía un gran poder económico, por sus cientos de empresas transnacionales con las que opera en los países que ocupó en el pasado y con cuyas élites tejió fuertes lazos políticos y financieros. Pero es un mensaje certero de que los africanos pueden darse buenos gobiernos que puedan administrar sabiamente sus recursos naturales.

La creciente presencia de China con sus mil millonarias inversiones que producen desarrollo, si hace un verdadero daño a una Francia que hasta el año 2000 obraba a sus anchas en la mitad de África. Ahora Rusia, muy lejos económicamente de China, pero nodal en los proyectos de seguridad y autonomía de la región ensaya nuevas relaciones que además de la tecnología militar involucre el comercio agrícola: China, Rusia, Irán, India, Japón, Brasil amplían el abanico de la multipolaridad que es imprescindible para superar la dependencia económica que impuso occidente.

En términos reales, en Níger hay un golpe de estado que activa los engranajes institucionales de la CEDEAO. Pero es un golpe de estado en el corredor del Sahel, donde la circulación de personas emigrantes, narcotráfico y terrorismo, aunado a la creciente sequía acentuada por el cambio climático, preocupa a una Francia y a sus aliados del G7 por el efecto domino que podría llegar a Senegal y al Chad, sin olvidar la crisis interminable que hay en Sudan, producida por el derrocamiento de Omar al Bashir auspiciado por occidente.

Para el G7 se presentan varias situaciones e interrogantes. La primera, el cómo contener el descontento popular hacia occidente que trae consigo la aparición de liderazgo ya no solo nacionalista sino ahora contrario al imperialismo europeo.

Pero a su vez, observan la oportunidad de implosionar a la CEDEAO, fomentando la división de sus miembros, tal como lograron en 2011 con la UA ante la situación en Libia, y como la misma Liga de Estados Árabes con Libia y Siria.

¿Qué puede hacer la CEDEAO?

La ola de golpes de estado y situaciones conflictivas en África Occidental ha venido convirtiendo a la CEDEAO en una suerte de árbitro, mediador y buen oficiante, descuidando los grandes objetivos económicos, políticos, ecológicos y sociales en la zona. En el siglo XXI, la CEDEAO solo ha hecho efectiva una misión militar, fue en el 2003 en Costa de Marfil como parte del mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. En 2022, a pedido del gobierno de Guinea-Bissau, envió 600 efectivos de Nigeria, Senegal, Costa de Marfil y Ghana tras un intento de golpe de Estado en febrero de 2022. Este es el antecedente más cercano

A la CEDEAO no puede a priori, calificársele como pro occidental, en todo caso es un mecanismo no alineado que ha mantenido gran coherencia en su manera de actuar, por ejemplo ante el bloqueo contra Cuba no ha dudado en condenarlo, en el caso de Venezuela, la mayoría de sus miembros la han respaldo en la arena multilateral, hasta se recuerda el caso del diplomático Alex Saab, en el cual ese organismo determinó que Cabo Verde había violado el debido proceso.

Como sucede en estos casos, la primera en pronunciarse fue la UA por medio de su Consejo de Paz y Seguridad "exige al personal militar que regrese inmediata e incondicionalmente a sus cuarteles y restablezca la autoridad constitucional, dentro de un período máximo de quince (15) días". Lo hizo el 29 de julio, por lo cual el plazo vence el 13 de agosto. Seguidamente, lo hizo la CEDEAO, en una Cumbre Especial de Jefes de Estado en Abuja (Nigeria) el 30 de julio y dio un ultimátum de 7 días (hasta el 06 de agosto) amenazando con una intervención militar.

Si se revisa el caso de Gambia, la CEDEAO esperó por la ratificación u orden del Consejo de Seguridad de la ONU para movilizar sus tropas en la frontera de Senegal. A pesar de que este organismo ha cometido cuestionable equivocaciones como la resolución que legitimo los bombardeos de la OTAN contra la Libia de Gadafi, la Carta de la ONU lo faculta para acciones bélicas destinadas a la preservación de la paz. En cuanto a Níger el golpe de estado no ha producido alteraciones del orden público. Sin embargo el jefe de estado derrocado ha solicitado la intervención armada de occidente, concretamente de Francia y EEUU que mantiene fuerzas militares en el Sahel. Cabe recordar la intervención armada unilateral de Francia en Costa de Marfil en 2011.

En países como Nigeria, que preside la CEDEAO, han surgido voces discordantes en el poder legislativo contra la posible intervención militar en Níger que se realizaría por la frontera con Nigeria y de ser factible con las fuerzas armadas de ese país. Desde el retorno de la democracia representativa a Nigeria, sus gobiernos si bien han participado en las fuerzas de paz de la UA y la CEDEAO no han invadido o declarado la guerra a países vecinos.

No obstante, los movimientos que hacen las potencias como Francia y EEUU retirando su personal de Niamey, la capital de Níger, la ruptura de relaciones diplomáticas y el retiro de personal diplomático de Níger en Francia, Estados Unidos, Togo y Nigeria conforman un alarmante estado bélico. Los plazos para la invasión militar están encima.

Bien saben los jefes de estado que participan en la CEDEAO que restituir al depuesto Mohamed Bazoum aumentará el descontento en una población empobrecida que vio como en 2010 si le derrocaron a un mandatario de avanzada. Francia también está al tanto de ello, por lo es obvio que prefiere no repetir lo que hizo en Costa de Marfil y Malí sino dejar que las contradicciones africanas se profundicen y así occidente tome un nuevo aire en el continente.

Están en juego los modos de organización multilateral de África Occidental, la propia CEDEAO, esto deben comprenderlo el liderazgo de África toda, que tiene la oportunidad de dar la cara por la unidad africana.

Lo de Níger en conclusión no es un golpe de estado más en África Occidental, sino que aunado al protagonismo de Burkina Faso en Rusia, pasa a ser una fuerte arista de la conformación de un novedoso y dinámico sistema internacional, con actores clásicos y actores emergentes

(Caracas, 06 de agosto de 2023, día final del ultimátum).

 



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Reinaldo Bolívar

Investigador, fundador del Centro de Saberes Africanos, vicecanciller para África

 reibol@gmail.com      @BolivarReinaldo

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