El movimiento táctico había rendido sus frutos desde el 21 de noviembre de 2007, cuando a través de un sorpresivo y escueto comunicado
que alegaba razones pueriles, el gobierno colombiano anunció la
suspensión de Chávez como mediador para el canje humanitario. El
silencio de Uribe y la ausencia de una explicación digna de llamarse
tal, precedieron al escenario en que Chávez suele lanzar las más duras
acusaciones: el Aló Presidente. En su edición del 25 de noviembre,
hizo, entre otras, la siguiente: "Que triste que haya un presidente
mentiroso y que no dé la cara". El mismo día, Uribe abandonó el
lenguaje de los comunicados y respondió
a Chávez de viva voz: "nosotros necesitamos una mediación contra el
terrorismo y no legitimadores del terrorismo". La contrarréplica se
produjo esa misma noche, durante una entrevista
que Chávez concediera a periodistas en el Palacio de Miraflores: "A
Uribe se le cayó la máscara: el discurso del presidente Uribe es el
mismo que el de Bush". Interrogado por José Vicente Rangel, Chávez hizo
pública su estrategia: "Siempre sospeché que él tenía un doble
discurso. Cuando él dice esto… y es lo que yo quería, ¿sabes? Uribe
hizo lo que yo quería. Yo quería que él hablara… Yo lo sacudí duro, yo
estoy contento con la respuesta… porque se le cayó y se le hizo añicos
la máscara".
Naturalmente, las posteriores y reiteradas sacudidas de Chávez fueron respondidas, casi siempre, con el silencio.
Todo
cambió a partir del 1 de marzo, cuando se produjo la incursión armada
de tropas colombianas en territorio ecuatoriano. Los hechos posteriores
son de amplio conocimiento público: la investigación ordenada por
Correa pronto desdijo de la versión inicial que le comunicara Uribe vía
telefónica durante la madrugada. Se había producido una violación de la
soberanía ecuatoriana, que la amplísima mayoría de los países de toda
América no tardó en condenar. Sólo la voz solitaria del gobierno estadounidense
se alzó en defensa de un aislado gobierno colombiano. En nuestra
América las cosas han cambiado: hace tiempo ya que Estados Unidos no
concita mayorías.
Inmediatamente, la torpe huida hacia delante del gobierno colombiano, un desacierto diplomático tras otro. El colofón: Uribe anunciando
la disposición de su gobierno de iniciar un proceso contra Chávez ante
la Corte Penal Internacional. El gobierno colombiano lucía desesperado:
¿cómo defender lo indefendible? Mediante la absurda provocación. Pero
ahora era Chávez quien respondía con el silencio: durante su primera
aparición pública posterior al anuncio de Uribe, se abstuvo
deliberadamente de hacer cualquier mención. Uribe había perdido la
capacidad de iniciativa. Luego, la rueda de prensa
con Correa, durante la cual destrozaron los argumentos del gobierno
colombiano. Chávez respondió al anuncio de Uribe con una sonrisa y
haciendo pública su plena disposición de acudir ante la Corte, pero eso
sí, junto con Uribe, también en calidad de acusado.
Ya durante la Cumbre de Río, en República Dominicana, Uribe fustigó
duramente a su homólogo ecuatoriano, y basó casi toda su argumentación
en el principio
según el cual "para derrotar el terrorismo no hay soberanía de
naciones, sino soberanía democrática". El Uribe que señaló con su
índice en varias oportunidades a Correa, y que incluso se abstuvo de
continuar sus alegatos, exigiendo la presencia de Correa – quien se
había ausentado momentáneamente –, luego tuvo dificultades para mirar
de frente al presidente venezolano. Punto de quiebre: contra todo
pronóstico, Chávez arengó a favor de la paz, a pesar de las previas y duras acusaciones mutuas.
El desenlace es igualmente conocido por todos: una declaración que recoge "el compromiso del presidente Álvaro Uribe en nombre de su país de que estos hechos no se repetirán en el futuro bajo ninguna circunstancia", lo que supone un freno a su "doctrina de seguridad democrática". Detalle nada despreciable: el conflicto diplomático se ha zanjado sin la participación del gobierno estadounidense, que tuvo que limitarse a mirar los toros desde la barrera, ansioso porque no se produjera ningún acuerdo diplomático. Pero la "guerra contra el terror" también ha sido derrotada.