Alan Greenspan y su elogio a las prácticas delictivas

Pasados ya más de 30 días de que saltó la burbuja inmobiliaria, ¡la crisis sigue sin fin, sacudiendo los criterios de confianza en el sistema financiero y bancario!

Bien, más allá de los lugares comunes del lenguaje neoliberal, es necesario comprender parte de las relaciones estructurales que se mueren de a poquito en el universo de las jugadas digitales en el casino del dinero que en teoría no existe, pero hace mucha falta.

La primera noción es la de “financial leverage”, o elevación financiera. En el Brasil de Lula y del presidente del BankBoston, Mister Henrique Meirelles, una institución bancaria puede tener “elevada” su capacidad de crédito en hasta 4.7 veces su patrimonio líquido. Ya en los EUA de Bush Jr.; Henry Paulson; Condoleezza Rice; Dick Cheney y compañía la especulación con el crédito, para los llamados Bancos de Inversión, podría darse hasta el infinito. La estafa de la ruleta rusa llegó a elevar hasta 64,3 veces los patrimonios líquidos de las compañías negociantes de hipotecas Fannie Mae y Freddie Mac. Vamos a comprender como la cosa funciona en este aspecto.

El Banco A presta dinero a intereses, cuyas tasas son marcadas por un “administrador” del sistema financiero llamado Banco Central, para 10 clientes. El Banco no tiene el dinero para reponer lo que prestó si sus ahorristas quieran rescatar el valor allá depositado. O sea, si los titulares de cuentas bancarias, sean personas físicas o jurídicas, quieran retirar el dinero del banco todos juntos, este banco se va a la quiebra.

Esto porque, en forma sintética, se pasa que: “el banco = depósito de dinero ajeno”, no tendrá cómo devolver aquello que allá estaba depositado.

Una consecuencia directa del crédito “podrido” es esa. El Banco A presta dinero para 10 Clientes sin condición de pagar. Los Ejecutivos de ese Banco A, que ordenaron el tipo de operación de préstamo podrido, recibieron cada uno plus de dinero por el volumen de operación. Los grandes accionistas de ese Banco A también recibieron por las ganancias fruto de las carteras de títulos derivadas de los préstamos podridos. Las acciones de ese Banco A, movidas por una o dos o tres mega correctoras - como la reina de la estafa Merril Lynch - también facturan en el vende-compra-revende de las acciones de tipo nominal y preferencial de la “sólida” institución.

En el momento en que las operaciones de crédito podrido, que repito, en los EEUU de Bush Jr. formaron el colchón de los “bancos de inversión”, pero también de parte de los bancos de tipo comercial, se esparcieron por el mundo, los “activos contaminados” son la polución de la credibilidad de los ahorristas en tener la garantía que su dinero esté aún allí. Quién deposita el dinero en cuentas corrientes o cajas de ahorro intenta sacar el máximo posible en el más pequeño tiempo. Los gobiernos bloquean los saqueos, pero “señalan” para el “mercado” y los contribuyentes que irán a garantizar los depósitos. Hasta el momento de escribir este corto artículo, la garantía de depósito en los EEUU era de hasta U$ 250 mil y en Europa de hasta 50 mil Euros. Los depósitos legales además de esa cuantía no están garantizados por el seguro del Estado. ¿Quién los cubre? ¿Y los demás vacíos financieros formados por la falencia de los fondos de jubilación privados, quienes los van a cubrir?

Si el socorro es para los bancos y no para los ahorristas, es porque la Banca será preservada. Si la Banca no tiene cómo cubrir los depósitos porque ha estafado en la plaza y tiene préstamos por encima de su capacidad de saldo, entonces los operadores de esta Banca son los responsables. Sea por gestión temeraria, sea por robo y saqueo puro y simple. Para garantizar los depósitos bancarios, la medida correcta en el sentido de Justicia, es la expropiación del patrimonio personal de los ganadores de los salarios plus, los “tiburones del mercado financiero”.

En el sentido real del drama, los metalúrgicos jubilados de Detroit deberían cobrar también de la fortuna personal del ex-presidente del Goldman Sachs (no por casualidad hoy el Secretario del Tesoro), Henry M. Paulson, uno de los grandes responsables por la crisis. Si hubiera la “iliquidez” en un país como Brasil y los bancos que gobiernan con Lula desde 1º de enero de 2003 alegan no poder cubrir los depósitos bancarios, los ahorristas deben cobrar también del patrimonio personal del presidente del Banco Central, el compañero de Fernando Henrique Cardoso, Mr. Henrique Meirelles, que como ya dijimos, no por casualidad es el ex-presidente mundial del BankBoston y, de hecho, es el hombre fuerte de la economía financiera en la 11ª economía del mundo.

Doy un mero ejemplo, en este caso un ejemplo brasileño, de como funciona la proximidad y la vecindad entre los corsarios financistas. Sólo 3 años después de Meirelles asumir el gobierno de hecho de Brasil, el Banco Itaú en 2006 compra todo el patrimonio físico, líquido y financiero del BankBoston en Brasil. O sea, el segundo mayor banco del Brasil compra el ex-banco del presidente del Banco Central del controlador de esta institución. Quién controla el BankBoston es el Bank of America, que el día 15 de septiembre de 2008 compró la Merrill Lynch por la limosna de US$ 50 mil millones de dólares. La ML es la mega correctora que hizo “financial leverage” absurdo y tampoco tuvo cómo cubrir sus compromisos. Lo que para un trabajador es un escándalo moral, en un país gobernado por financistas, como es el caso de Brasil, la medida es vista como “ágil y precisa”. Nunca se puede olvidar que Brasil es el reino de gente como Armínio Fraga, ex-gerente de inversiones del Fondo Soros y ex presidente del Banco Central en el segundo gobierno Cardoso; o de “genios” como Pedro Malan, ex director ejecutivo del Banco Mundial, ex ministro de la economía de Cardoso en sus 8 años de gobierno y actualmente director-presidente del Unibanco, tercer mayor banco de Brasil y socio nacional de la aseguradora AIG.

Estos tres hombres nombrados en este artículo como delincuentes financieros son muy elogiados en el libro de “memorias” del ex presidente del Federal Reserve (Fed, Banco Central de los EEUU), el otro criminal, Alan Greenspan. El concepto de exuberancia irracional de los mercados, como habla el hombre que autorizó la desregulación de los Bancos de Inversión en 1999, nada más es el del límite del riesgo moral, jugando de forma absurda con el futuro de las sociedades concretas. Cuando la situación es de insolvencia, ahí entra el Estado, no para punir el crimen financiero, pero para “calmar los nervios” de los mercados.


Nada en el sistema financiero es por casualidad. La bestia reconoce a sus hermanas de desventuras.


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Bruno Lima Rocha

Politólogo, periodista y profesor de relaciones internacionales

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