El triunfo de Barack Obama en el proceso electoral para ser elegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica crea una expectativa inmensa, al mismo tiempo plantea grandes interrogantes.
Quisiera saber la posición de los voceros de la oposición venezolana respecto al anacrónico e injusto sistema electoral norteamericano, que permitió que Bush hijo se reeligiera a pesar de no contar con la mayoría del voto popular, o lo que ocurrió ahora: Obama duplica en el número de delegados a McCain, a pesar de superarlo solo por 4 puntos porcentuales de los electores que votaron.
Aunque no centró su campaña en el tema racial, es imposible no relacionarlo en un país con profundas e históricas heridas en el tema de la discriminación y la exclusión. La situación además no es local, impresiona la fotografía de un grupo de niños en Nairobi mientras celebran y sostienen en alto el retrato de Obama luego de enterarse de su triunfo.
Sin embargo, soy de los que piensan que la política norteamericana no va a sufrir cambios estructurales en los próximos años, por una sencilla razón: los gobiernos de Estados Unidos responden a las directrices e intereses de los consorcios económicos y militares, y para llegar a ser presidente de ese país necesariamente debe tener el apoyo y aprobación de esos consorcios. Conocida es la historia contemporánea de la desaparición de líderes que en algún momento representaron una amenaza real al “stablishment” instituido.
Por supuesto, no es lo mismo Obama que MacCain, como no es lo mismo Clinton que Bush, y podemos presumir moderación o cambios sutiles en política exterior. Pero esperar que el nuevo presidente va a comenzar una era de respeto a la autodeterminación de los pueblos, que cambiará la visión de explotación y utilización del resto del mundo para fortalecer intereses propios, es como creer que el niño Jesús o Santa Claus traen los regalos en navidad.
Como lo dijo un diputado del PCV en la Asamblea Nacional: El tema no es el color de la piel del presidente norteamericano, sino que blanco o negro sigue representando una política imperialista.
Por otra parte, impresionan las declaraciones de venezolanos mayameros o residentes aquí mismo, que expresan su desagrado ante los resultados de esta elección, viendo como se aleja su fantasía de ver a los “marines” desembarcando en la Guaira y Puerto Cabello. Y es que hay gente que no tiene mesura en su obsesión pitiyanqui.
Ojalá me equivoque en mi escepticismo con respecto al triunfo del senador negro electo en su momento por Illinois, y que la esperanza que despierta en pueblos africanos y líderes latinoamericanos se traduzca en cambios reales para beneficio de la humanidad, hoy mas que nunca necesitada de solidaridad y respeto.
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