Dicen que en Colombia hay un nuevo escándalo, o mejor dicho, que hay uno más de los escándalos en torno a un Estado general de escándalos propios del funcionamiento de la mafia que en la desaparecida república neogranadina, se hizo gobierno y controla el poder a través del perfeccionamiento en la prédica de su ideología, el uso reiterado de una cáfila de matarifes que llaman comúnmente paramilitares o paracos para disparar o serruchar cualquier asomo de disidencia a su mafiodemocracia; el control de las grandes empresas de comunicación privada que dicen o sugieren cuál es la chatarra que va comer la población en su mayoría represada en el pecuecudo estrato uno, según la clasificación del maldito de Weber y cuando van a respirar sus 3 millones de sapos metidos en todos los estamentos de la sociedad colombiana.
Este nuevo escándalo es en torno a una pudrición llamada DAS, este tradicionalmente fue un cuerpo plagado de asesinos y de esbirros, que en la democracia burguesa que en Colombia ha administrado el perfecto funcionamiento del capitalismo, cumplía su papel de persecución de sindicalistas, trabajadores, estudiantes involucrados en de actividades revolucionarias con el cuento de preservar la seguridad del Estado. Pero en el gobierno narcoparamiltar encabezado por el capito Uribe, el DAS se convirtió en el Estado Mayor de la mafia donde se planificaban los programas de la CIA para acabar con los últimos vestigios de lo que un día fue la república de Colombia, y convertirla irremediablemente en el protectorado clandestino del imperialismo yankee.
Esa clandestinidad de la condición de protectorado de Colombia y de los colombianos, no es tan secreta, es más bien una vociferación cuyo eco atronador ensordece e idiotiza a las grandes mayorías de un Pueblo, en su triste situación de víctima de los omnímodos poderes de las mafias que el imperialismo de estercolero y de Mayflower, ha diseñado para adueñarse de gran parte del Mundo.
Uribe mismo, se acoraza en el estrépito de esa atmósfera escandalosa que paradójicamente, tal vez por efectos del fastidio de la reiteración se convierte en un silencio pastoso, hediondo, color de oro viejo. Todo el Mundo sabe que Uribe es un genocida, que por pasatiempo mata a los diputados del Valle con un comando israelí y después acusa a la FARC, para darle fuerza a su esforzado expediente de terrorismo en contra de la vanguardia del Pueblo en armas, todos sabemos que Uribe es el mayor narcotraficante nacido en el protectorado de Colombia, que es el principal responsable y jefe del paramilitarismo en toda Suramérica, que se ha robado casi la totalidad de las tierras fértiles de Colombia después de haber masacrado y desplazado casi 4 millones de campesinos; y sin embargo, de tanto decirlo, de tanto saberlo, nadie hace nada, y Uribe vuelve a salir con su cara lavada, regañando, amenazando a Chávez, a Evo y a Correa, y restregándoles en las caras, sus aires de superioridad y de grosera impunidad.
Más que un presidente, Uribe es un chantajista, un mafioso de pacotilla que ha creado en Colombia y en el contexto latinoamericano un estado general de terror mediante la amenaza y el asesinato.
Este nuevo escándalo del DAS, será una vez más conjurado por el terrorismo de la mafia, de esa misma mafia que ha comenzado a movilizarse por América Latina, con propósitos serios de controlar el poder en los países del área, mediante la fabricación de la inseguridad para las grandes mayorías sumidas en la pobreza a causa del capitalismo, la aplicación del sicariato, y las formas más refinadas de exterminio con el objetivo de crear zozobra y luego disfrazarse de ovejitas imprescindibles para darle tranquilidad, paz , y corazón grande a Perú, a Venezuela, a Ecuador a Bolivia, como se lo han dado a la difunta República de Colombia.
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