Honduras

Bases teóricas para una estructura política de conducción unitaria

El golpe militar-empresarial del 28 de junio pasado ejecutado por las fuerzas más conservadoras violentó el orden constitucional, dio más profundidad a la crisis que venía padeciendo el país y lleva a la sociedad hondureña a la más completa ruina económica, social, política y moral.

Este golpe tuvo dos efectos inmediatos: por una parte significó un duro revés a la precaria institucionalidad democrática vigente desde 1981 y la instalación de un gobierno de facto con el objetivo de mantener y profundizar el régimen social vigente; por otra desató el enorme potencial movilizador de nuestro pueblo alrededor de las banderas de la vigencia del Estado de Derecho y de las garantías individuales y sociales, bases indispensables para avanzar hacia una democracia real que satisfaga las demandas de justicia y libertad de los hondureños.

Una crisis política de una profundidad jamás vista en la historia de Honduras ha sido la secuela de la acción golpista; esta crisis ha puesto al desnudo, por lo menos, cuatro elementos: 

1. la incapacidad de las viejas fuerzas políticas para mantener sus condiciones de dominación aún en el contexto de una democracia limitada y su clara tendencia hacia la dictadura;

2. la naturaleza de las Fuerzas Armadas y la policía de instrumentos represivos incondicionales a su servicio;

3. la ubicación pro oligárquica y reaccionaria de la alta jerarquía de las iglesias católica y evangélica;

4. la misión claramente antipopular de un aparato mediático financiado fundamentalmente por el capital transnacional fincado en los bancos globalizados y los negocios de comidas rápidas y telefonía celular; este aparato mediático estructura todo un perverso proceso de desinformación y deformación ideológica.

Pero también esta crisis ha puesto de relieve la fortaleza del movimiento popular latinoamericano y los elementos de solidaridad que le ha impreso una permanente batalla por la democracia y la justicia; organizaciones tradicionalmente al servicio del neocolonialismo como la OEA han experimentado transformaciones positivas y en los propios Estados Unidos hay signos alentadores de un pensamiento nuevo que aún no logra manifestarse en toda su plenitud por el agobio que le impone la vieja estructura imperialista; en esta forma una condena unánime al operativo antidemocrático ha sido la respuesta de todos los gobiernos.

Frente a esta crisis surgen tres posiciones:

  1. La posición de los golpistas nacionales y de la ultraderecha internacional, la CIA y los grupos guerreristas del Departamento de Defensa de los Estados Unidos: esta pretende la legitimación jurídica del golpe, dar la imagen a nivel mundial de que aquí no ocurre nada, y que las elecciones de noviembre celebradas bajo conducción oligárquica resolverán los problemas nacionales. La imposibilidad de realizar estas expectativas puede abrir el camino a la profundización de la represión en niveles propios a los de la década del 80 o incluso a la guerra civil.
  1. La posición de las fuerzas internas que agotan su horizonte político con la simple restauración del gobierno del señor Zelaya Rosales, y la de los países alineados con la administración Obama: estas se organizan alrededor del Plan Arias que también, igual que los golpistas, pretende un desenlace electoral tradicional, con la diferencia que reclama la reinstalación del presidente victimado bajo las condiciones de una amnistía, un gabinete integrado y poderes limitados.
  1. La posición del movimiento de resistencia, promotor y conductor de la movilización del pueblo en esta hora crítica; vehículo de su clamor por la restricción de sus derechos constitucionales y humanos y que desde el inicio de su accionar plantea, en el marco de un Estado respetuoso de la ley, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de integración popular que apruebe una nueva Constitución y un proyecto de cambio estructural que abra el camino a una nueva sociedad, bajo el principio cardinal que el pueblo es el único constructor de su destino y que toda ruptura con las viejas formas de poder proceden de la movilización y participación popular.

El pueblo hondureño ha rechazado y sigue rechazando el golpe de la manera más enérgica. Desde el día que fue consumado la resistencia popular se ha hecho sentir en todos los rincones del país, empleando las más variadas formas de lucha, principalmente las manifestaciones masivas en las calles y las huelgas. Cada día que pasa la resistencia popular al golpe y a los golpistas crece, aglutina y se fortalece y capta el favor de distintos sectores sociales por la consecuencia de su lucha y su arrojo para vencer a los responsables de nuestro atraso y sus instituciones.

Esta etapa actual del movimiento de resistencia tendrá que abrir camino a una más compleja: la de la formación de una estructura de conducción política unitaria que englobe a cuanta organización o personalidad luche por una sociedad nueva, y que con un desarrollo coherente y amplio culmine con la constitución de una gran convergencia para materializar aquel proyecto de cambio estructural; tarea esta que tiene que comenzar ya, en el mismo fragor de la lucha.

Quedarse en la movilización y protesta contra el golpe para después volver a la rutina política de ayer, es negar la voluntad de pelea que ha mostrado nuestro pueblo y esterilizar las expectativas de organización y de cambio que se han generado; no asumir esta responsabilidad hoy significa dejar en manos de la política tradicional esta posibilidad concreta de avanzar en al camino de la transformación social.

En la ruta de sus luchas reivindicativas nuestro pueblo ha venido forjando una rica red de organizaciones y movimientos con clara vocación transformadora, mismos que a su vez han venido estimulando una conciencia de cambio y de insatisfacción frente a las duras realidades sociales, allí reside una potente posibilidad de movilización y organización política que puede ser la base para una convergencia amplia al servicio de Honduras.

El objetivo de abrir las avenidas de la historia a una estructura de conducción unitaria en las presentes condiciones de lucha reclama cuatro acciones de la más alta prioridad:

  1. Luchar por el derrocamiento de la dictadura golpista, camino indispensable para la restauración del Estado de Derecho, constitucional y democrático.
  1. Brindar un fuerte apoyo a las tareas de movilización y protesta que define la dirección central y regional del Frente Nacional de Resistencia Popular como instancia política, amplia, solidaria y pluralista que nació como instrumento de lucha pacífica para dar una respuesta enérgica al golpe militar-empresarial del 28 de junio pasado.
  1. Constituir de inmediato organizaciones de resistencia al golpe en todas partes a escala regional, departamental y municipal, en barrios y colonias, pueblos y aldeas y organizaciones populares en lucha por la transformación social.
  1. Determinar una línea electoral para el movimiento popular. Se trata de una línea que en ningún momento se convierta en furgón de cola del proyecto electoral de la dictadura, pero que en cambio se dirija a derrotar los partidos y candidatos golpistas y generar las condiciones necesarias para fortalecer el proceso unitario de todas las fuerzas democráticas del país con fines de transformación social. Cualquier actividad electoral que se realice al margen de esta línea sólo servirá para afianzar el poder oligárquico tradicional.

La estructura política de conducción unitaria que estamos formando surge de la entraña misma de del Frente Nacional de Resistencia Popular, es de su misma naturaleza y posee sus mismos objetivos; como ella es amplia, solidaria y pluralista en el sentido que son legítimas cualesquier formas de pensamiento, tesis y enfoques en el marco del proceso transformador, y se propone lo siguiente:

  1. Convertirse en instrumento de trabajo y de lucha en la estructuración de un poder popular democrático capaz de impulsar las grandes transformaciones que demanda Honduras; en un conductor colectivo por una nueva democracia.
  1. Promover en las masas populares los ideales y prácticas de una construcción colectiva que significa elevar a la máxima expresión la lucha por erradicar las desigualdades sociales.
  1. Contribuir a desarrollar la conciencia patriótica para el rescate de Honduras, y constituir la base social y política del proceso transformador.
  1. Construir las bases teóricas y organizativas para la formación de una gran convergencia política para desmontar el aparato partidista tradicional y lograr posiciones claves en el Estado.

Un plan de acción inmediata es necesario para comenzar a generar acciones conducentes al cumplimiento de las tareas y objetivos de esta estructura. Sus puntos esenciales serán los siguientes:

  1. Construir las bases teóricas y organizativas para la formación de la estructura de conducción unitaria que agrupe todas las expresiones partidarias, de movilización social y personalidades afines a la lucha.
  1. Convocar a todas las expresiones partidarias, de movilización social y personalidades afines a la lucha para discutir y poner en marcha esta iniciativa.
  1. Comenzar a constituir los organismos de la resistencia de acuerdo con lo enunciado en este documento.
  1. Comenzar a discutir la línea electoral con amplia participación organizativa.
  1. Continuar integrados a las tareas de movilización y protesta definidas por el Frente Nacional de Resistencia Popular.
  1. Crear los instrumentos de información y formación que sean necesarios y propagandizar los ideales del Frente de la Resistencia.
  1. Estructurar un plan de acopio de recursos.

San Pedro Sula, agosto de 2009




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