Quien aquí opina, ha sido a lo largo de un lustro aporreando un crítico perenne del andamiaje comunicacional de nuestro gobierno bolivariano. Una de las flaquezas que tenemos como gobierno, es no promocionar o difundir los logros tangibles y potenciales de nuestra revolución a pesar de la ingente inversión que se ha hecho en esta materia, tanto en recursos para afianzar, renovar e innovar la tecnología comunicacional (desde cámaras digitales hasta el satélite Simón Bolívar) como en la formación del contingente humano que eventualmente participaría en esta tarea. Pero, aun la canalla mediática nos apabulla con sus mentiras colocando imágenes y relatos de miseria humana, como si fuera el común denominador de lo que pasa en nuestro territorio patrio.
El camarada Comandante Chávez es reiterativo en este sentido y a pesar de sus duros pronunciamientos, ante esta debilidad comunicacional que nos afecta como gobierno, la enmienda ante esta situación ha sido muy precaria. Pareciera que los funcionarios y funcionarias encargadas de este mandato solo esperan el fin de semana de “Aló Presidente” para actuar. ¿Qué fácil es ver las cosas buenas de la revolución y qué difícil es que la digan? Esta vaina es una contradicción, porque uno no se explica cómo a lo largo de estos once años de años de logros no seamos capaces de empoderar a nuestro pueblo de estos beneficios colectivos a través de programas, campañas informativas, material gráfico y de lectura, en fin de todos los medios de que se valen los medios.
¿Cuánto gasta los ministerios y entes públicos en promocionar las bondades sociales, productivas, educacionales, de salud en fin, los derechos que como pueblo hemos logrado en revolución? Habrá que ver cuánto se ha invertido en esto y compararlos con los réditos reales en la promoción popular de nuestra revolución. Pienso, que se debería revisar los depósitos y los sótanos de los institutos y dependencias ministeriales y estoy seguro que están abarrotados de material informativo audiovisual e impreso que se está deteriorando y que nunca ha llegado o no se han distribuido a los Consejos Comunales, en los CDI, en las universidades, en las escuelas, en los puntos rojos y al pueblo llano que aprendió a leer y a escribir en revolución y que ahora si escribe, si escucha, si opina y si participa. Pero, vemos como “nuestros bancos” (por poner un solo caso) se desmadran en colocar publicidad consumista para captar o gastar el dinero del pueblo y actúan como cualquier banca privada (privada de ayuda financiera para los proyectos socio-productivos) porque lo único que cambio fue su status jurídico, pero su actuar sigue siendo capitalista.
La canalla mediática de la oposición sigue haciendo su trabajo de joder la psiquis del ciudadano y ciudadana, día y noche, no descansa, por televisión, por radio, por cine, el internet y no hay espacio en que ellos no estén de manera maquiavélicamente omnipresente. ¿Y nosotros, que somos gobierno, que somos el poder soberano, que vaina hacemos? ¿Estamos a la altura del compromiso, en esta batalla de promover nuestro ideal bolivariano y socialista contra la distorsión de ideas con modelos capitalistas de consumo y de violencia que promueven el estamento mediático privado? Coño, la mentira mediática nos ahoga, nos atosiga, nos jode y entra en todos nuestros hogares atentando sobre todo a la joven y casi niña generación de relevo, que es la que queremos que continúe y fortifique la revolución. Esta generación con su materia gris desocupada o inhabitada de ideas del mundo real que los circunda, está expuesta no a la suma de la prosperidad posible colectiva, sino a una posible tristeza producto de la ira de no conseguir la felicidad individual que promueve los medios capitalista y que encima de esto lo aderezan con el mensaje de que su desdicha unitaria, es debido al “socialismo que impone Chávez” y que le quita todo aquello que lo puede satisfacer como individuo. Pero, lo más peligroso es que si sumamos a cada individuo de estos que están expuestos a estos mensajes abiertos (nada subliminal) vemos que en cada hogar hay uno, por lo menos.
Cuando uno comete una falta y por desconocimiento no sabemos qué faltamos, esta excusa no tiene relevancia a la hora de aplicar la justicia (de repente, puede aminorar la pena) pero en este caso, el desconocimiento no tiene cabida ante esta dispar circunstancia que vivimos de desinformación: unos porque distorsionan la realidad y otros que no difunden la verdad real de las cosas de manera acertada, es decir, se está haciendo omisión. Cada venezolano y venezolana comprometidos con este proceso debemos participar en la transmisión de un mensaje que a través de difusión oral, cultural, comunal y cualquier forma de expresión humana permita arraigar en todos nosotros la conveniencia de este proceso, porque al no decirlo o al no escucharlos, seremos cómplices por omisión y ¡carájo! el remordimiento nos va a durar toda una vida cuando perdamos los espacios que hemos ganado y no lo pudimos defender, ni de boca.
Les coloco este enlace de iniciativas de difusión de los logros de la revolución (me salió en verso) para que se conecten y hagan como las cansonas cadenas, reenvíenlo a 20 amigos y no tan amigos, por los menos: http://www.venezueladeverdad.gobv.e/
(*) Ing.
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