Si hay algo de lo cual disfrutamos los venezolanos, es sin duda, ese fragmento de los días de la semana, o a veces las horas finales del viernes laboral, en la oficina, la calle o la tienda, en donde sin proponérnoslo, arreglamos y desordenamos entre todos, el mundo de la política, las finanzas, el deporte, la cultura, la farándula y pare usted de contar, en amenas tertulias, con esa incontinencia verbal que nos caracteriza, y que algunos califican de habladera de paja.
Esa genuina expresión libre de ideas y pensamiento la observamos más viva que nunca en los programas de radio, en especial los matutinos, donde locutores, payasos, animadores y periodistas, se trasmutan en expertos de cuanta disciplina del saber y el conocimiento podamos imaginarnos.
Allí encontramos, verdaderos contenedores del acervo, todo en uno, expertos en economía, sesudos analistas políticos, internacionalistas y diplomáticos, así como comentaristas de moda y espectáculos, equilibristas del pensamiento, malabaristas por naturaleza a la orden del mejor postor.
En estos programas, la noticia, el suceso, el acontecimiento pasa a un segundo plano, por cuanto el centro de la cosa es el personaje que conduce, el opinador de oficio, el showman del medio, el sabelotodo y por supuesto la publicidad y la propaganda de quienes son los verdaderos dueños del circo.
La mayor parte del tiempo estos personajes, con todo el desparpajo necesario, emiten juicios de valor, condenan, aprueban, o reprueban la conducta y parecer de quienes tengan la mala fortuna de caer en las viperinas lenguas de estos personajes de marras.
Recientemente el propio Comandante Chávez en una entrevista concedida a la BBC de Londres afirmó que “en nuestro país hay libertad hasta para insultar al presidente”.
Ni hablar de la libertades económicas, aquí tenemos empresarios y comerciantes de la educación privada, de pronto convertidos en terratenientes y propietarios de gasolineras, o comerciantes importadores de baratijas que también operan como socios capitalistas de las más variadas formas de amasar y acumular riquezas mediante la transa y la especulación, eso sí, “pero generando empleo”.
También tenemos acaudaladas familias venidas desde la llamada compañía Guipuzcoana, dueñas de concesionarios de vehículos, propietarias de agencias de publicidad y accionistas de medios de comunicación, tres en uno, que durante las 24 horas del día y los trescientos sesenta y cinco días del año a través de toda su programación, desvirtúan, deforman y confunden información con opinión, llamando a golpe de estado como verdaderos expertos al servicio de la manipulación mediática, para convertirse en instrumento para la conspiración en contra del Gobierno.
Resulta que estos “empresarios” de dudoso proceder, confundiendo conceptos que deben ser universales con intereses totalmente personales, cometen delitos tipificados en nuestro ordenamiento jurídico, como son el acaparamiento de vehículos y la especulación, la usura genérica y el agavillamiento, cuando son requeridos por la justicia, huyen por la derecha con su micrófono y el disco rayado bajo el brazo, utilizando la libertad de expresión que les provee el estado venezolano para decir que no hay libertad de expresión, y que este régimen atenta contra la propiedad privada.
No me jodan!!
evyferrer@gmail.com