¿Nuestro Norte es el Sur?

La guerra de los símbolos

En ocasión de su gira por Euroasia y El Medio Oriente, específicamente en su visita a  Siria, el Presidente Chávez volvió a darnos otra lección en materia de comunicación audiovisual alternativa. Con la sencillez, honestidad y la espontaneidad acostumbrada, le hizo entender al reportero de Venezolana de Televisión, Boris Castellanos, que el hecho comunicacional no debe obedecer a la parafernalia mediática, sino a la realidad concreta, es decir, a la noticia, el suceso y su contexto. 

El periodista, quizá en atención al “oficio” cultivado desde la escuela de comunicación, le pide en un momento dado al Presidente, que mire a la cámara, que en ese momento está detrás de él. El Presidente tras disculparse, le explica didácticamente  al comunicador, que no puede dirigirse a la cámara, pues él está, antes que con la cámara,  hablando con un ser humano que le ha formulado una pregunta, y mas que ser aquel, un episodio, un tramite de la televisión, es un acontecimiento de la vida real y que el camarógrafo debe adaptarse a ella y buscar en consecuencia, el ángulo idóneo para  favorecer la información, sin intervenirla.

   Esto nos recuerda cuánto nos falta por desmontar de esa nefasta cultura comunicacional que aun domina todos nuestros espectros y que es en esencia, incondicional del sistema de precios: “El Dios Mercado”. El Comandante en muchas ocasiones nos advierte, señala, puntualiza, ordena, reflexiona sobre el tema, desde la sencillez de la practica, sobre todo en “Aló Presidente”, y pareciera que fuese una irreverencia, una blasfemia de un ignorante en contra de los garúes de la comunicación, quienes deciden desde la perspectiva de los negocios de los medios trasnacionales de la información, cómo, qué y para qué se informa.

   El Sistema Nacional de Medios Públicos (AVN, Alba TV, RNV, Telesur, TVes, Vive, VTV, YVKE, ANTV, AVILA TV), como exponente de la estrategia comunicacional del Estado Bolivariano, ha hecho un buen esfuerzo, sobre todo para ampliar la capacidad de difundir su idea política; la voz, la imagen del pueblo y la obra de gobierno. En ello falta mucho aun, pero falta mucho más, en materia de eso que le he oído como voz solitaria, al  camarada presidente del Centro Nacional de Historia,  Pedro Calzadilla: “La guerra de los símbolos” y que tiene que ver con la iconografía que debe acompañar al proceso de creación del “nuevo ciudadano”, capaz de convivir en una comunidad socialista.

   Empecemos por considerar algunas contradicciones en esa incipiente iconografía por la cual transitamos, que si no es revisada, pudiera atollarnos en un tiempo largo y peligroso. La imagen que se desprende de la expresión: “Nuestro norte es el sur” le sigue dando fuerza a lo que intenta combatir, el norte. En realidad nosotros no tenemos ningún norte, ni siquiera para degradarlo, como ellos hicieron con el “sur”, en nuestra propia configuración mental. Nosotros tenemos enfrente, un horizonte que nos conduce sin equívocos al sur. La primera razón para ello, es que hacia el norte está el enemigo, que entre otras cosas, borró el sur en la lucha por la supremacía de una sola interpretación del mundo. La expresión correcta debería decir: “Nuestro horizonte es el sur”, en donde están nuestras raíces cosmogónicas y nuestros aliados naturales. Al enemigo ni se le menciona. No se le da cuartel, ni agua.

   Y así como el ejemplo anterior, pudiéramos citar muchos otros que tienen que ver con el mal manejo de simples expresiones tales como: “negro”, “educación superior”, “profesionales”, “especialistas”, “razas”, “clases sociales”, “americanos”, etc., por mencionar las mas evidentes, en las cuales incurren con regular frecuencia, hasta connotados dirigentes de nuestra revolución cultural. Pero en materia de imágenes, esas a las que apela la memoria para interpretar el mundo que se nos presenta a diario, aun seguimos descuidándonos, y sobre todo, descuidándonos en la TV, principal fuente productora de material icnográfico para la construcción de nuestro ideario. Veamos algunas evidencias de ello. En la misma gira, pero esta vez en Irán, en el momento en que los Presidentes (Chávez y Ahmadineyad) mantenían su reunión bilateral, claramente se podía observar por la pantalla de la TV, la diferencia entre los dos equipos de gobierno. Mientras los compañeros iraníes, a la derecha, incluyendo a su Presidente, vestían al estilo de la revolución islámica (sin corbata), el equipo venezolano si lo hacia. Conclusión semiótica: reunidos dos equipos, uno revolucionario islamita y otro, político occidental. La pregunta es: ¿Debemos los venezolanos seguir siendo culturalmente occidentales? ¿Es necesario que la imagen del comunicador de nuestros medios esté encorbatado? ¿Nuestro pueblo se identifica con la corbata? ¿Es necesario alimentar, como lo hacen en la TV comercial, la imagen del divo o la diva de lo que ellos llaman “ancla”? Es lamentable ver en nuestra pantalla, me refiero a la Red Nacional de Medios Públicos Bolivarianos, las mismas actitudes, las mismas posturas, el mismo manejo de las manos, la misma gesticulación de rostro y dorso que se encuentra en las empresas privadas de información.

   El grosero precio del tiempo impuesto por el negocio de la información privada, todavía pesa en la consideración para con las personas que intervienen en nuestros programas. Tanto es así, que en la mayoría de las entrevistas, tipo reportaje en exteriores, el periodista muy descortésmente, deja al entrevistado, que por lo general no sabe que hacer, en una posición incomoda fuera de la conversa, al finalizar esta, sin despedida ni agradecimiento, para pasar velozmente a otra entrevista o a una identificación de planta que aunque dicha por el reportero, pareciera estar expresada por un autómata.

   En la mayoría de las presentaciones de los servidores públicos de alto rango, desde sus salas de prensa o despachos, se observa el collar de micrófonos con los tacos identificatorios de los medios comerciales. Obligatoriamente el medio público que trasmite, entra en la lógica comercial, pues le está haciendo publicidad a estas empresas privadas. Lo normal es que estas alocuciones se hagan con micrófonos neutrales y que los medios, tanto privados como públicos, recojan su trabajo desde esta fuente.

   En esos mismos espacios se observa como fondo, los logos de la institución que hace la presentación, anuncio, alocución etc., con la misma disposición con que lo hace la empresa privada para sus shows,  lo cual no solo avala la actividad comercial, sino que la sigue posicionando como modo de relación que impone la mercadotecnia a los consumidores.

    Seguramente el observador acucioso habrá advertido que en nuestra pantalla aparece con mayor frecuencia y facilidad, el rostro de nuestro pueblo, en la cara, incluso de los comunicadores, empezando por la de nuestro Comandante. Lo peligroso es que esas caras puedan blanquearse por inconsistencia ideológica. También habrá observado que va creciendo un conjunto de símbolos que contribuyen a la conformación de una iconografía facilitadora de la lectura de nuestra propia interpretación (estrellas, mapas, corazones, colores, tonos, fuentes tipográficas, modos, estilos, sonidos, música). En ello los diseñadores gráficos, los redactores, los creativos y todos aquellos trabajadores que intervienen en la creación de imagen, consustanciados con el proyecto revolucionario, tienen mucho que hacer y crear. Es decir, nos falta mucho por construir, es cierto, pero con lo que se ha hecho se ha demostrado que podemos encontrar el universo comunicacional donde nuestra imagen tenga cabida, sin agredir, sin ser agredida.

 

¡Patria, socialismo o muerte!

¡Venceremos!

 
miltongomezburgos@yahoo.es



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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