La presentación de
los llamados espectáculos basados en la realidad,
representan una perversión de esa realidad por ciertos medios
televisivos de ética dudosa y programas que
–en general– no consideran, para nada, la formación
del pueblo televidente…
La palabra anglosajona “show” refiere, en este contexto, un espectáculo de teatro destinado a divertir a los espectadores, en este caso los televidentes, de un público determinado, así que los benditos “reality shows”, tal como los conciben estos medios que lo único que les importa es llenar espacios para vender, consisten en hallar un drama de la vida real para, con esa “realidad”, montar un sainete. Hemos recurrido a las comillas porque pareciera que esa realidad, a la cual recurren para fabricar el espectáculo, seguramente pagando actuaciones, ya no es la realidad verdadera, sino otra montada: una especie de sainete –repetimos– pero tragicómico, en lo cual esos canales son expertos… si no, observen cuidadosamente cualquiera de las famosas cristinas, que derrochan habilidad manipulando a los personajes que –por alguna razón PODERO$A– toleran la vulgarización de sus dramas personales.
Enfocado de esta manera, estos espectáculos basados en dramas de la “realidad”, vienen a ser algo así como un intento de culebrizar la miseria de los pueblos, ya distorsionada por las múltiples manipulaciones que esos medios normalmente hacen de la información para mantener, ideológicamente, el estado de cosas que más le conviene a sus intereses, generalmente trasnacionales, como es el caso de el Grupo español PRISA y su latifundio mediático, no sólo en Venezuela, aunque en Venezuela la “profesora” Marta Colomina ha hecho historia, al ser incapaz de reconocer, en diez años, absolutamente nada constructivo por parte del Gobierno Venezolano.
Pero el pueblo está despertando, hallándose, cada día, más en capacidad de distinguir los programas veraces y de calidad, de aquellos mediocres y manipuladores como los denominados por ellos, en inglés, claro está, “Reality Shows”.
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