El tóxico más dañino es de libre consumo

La dignidad y el honor es lo más preciado que puede tener el ser humano, y es por ello que antes la gente se cuidaba de vociferar sobre determinado señor y en muchos momentos de la historia hemos conocido de numerables personas que prefirieron arriesgar sus vidas por no permitir se les ofendiera y se les humillara. 

Sin embargo hoy en Venezuela, sobre la dignidad y el honor, existe un pequeño grupo de sujetos que se cansan de ofender a quien se les ocurra, individualidades, instituciones o grandes conglomerados que en determinadas ocasiones toman decisiones políticas, legales y democráticas, que al poco tiempo son descalificadas con las peores expresiones y epítetos solo porque a unos señores que poseen una concesión para operar un medio de comunicación escrito, sonoro y audiovisual no les gustó, y entonces permiten, y hasta estimulan, a sus empleados e invitados a que manifiesten cualquier barbaridad, insulten, despotriquen y ofendan a través de esos medios a personalidades, organismos y hasta al pueblo. 

Hoy es común, más bien no es anormal, observar como esos concesionarios, propietarios de equipos de medios de comunicación son inmunes a cualquier sanción ejecutiva y/o judicial, de acuerdo a las actuales leyes, y ésto es así porque a medida que ha pasado el tiempo la libertad de expresión se dejó se transformara en libertinaje de expresión, y los culpables de tal aberración fueron, y son, estos dos Poderes del Estado, Ejecutivo y Judicial, ya que al pasar del tiempo fueron permitiendo tales perversidades. 

No, no es correcto que en Venezuela alguien se pare tras un micrófono, cámara televisiva o la redacción de un periódico y a viva voz o por escrito esparza veneno a los cuatro vientos y que la primera y demás autoridades ejecutivas y los jueces dejen hacer y dejen pasar; estando ellos convencido que aquello es perjudicial a la salud mental de la ciudadanía. Pero aquí no le “paran” mucho a la prevención de la salud mental y por ello es que ahora se ve y se oye cosas atroces que suceden, o no, en lo político, económico y social, aun dentro de unas misma familia, y todo ésto por seguirse el patrón implantado por el capitalismo que decidió que los escándalos significan para los concesionarios de algún medio de comunicación una buena entrada de dinero, y sin importarles a ellos el daño enorme que hacen a la comunidad, difusión todo aquello que consideren puede convertirse en un best seller: libros, películas, reality show y opiniones televisivas, prensa, Internet, etc. A estos concesionarios no les importa hacer cualquier apología a la miseria humana, y se atreven a justificar tal perversidad porque ella ha superado a la moral y buenas costumbres y que eso le gusta a mucha gente. 

Esas malsana justificaciones amparadas en la libertad de expresión y la excesiva tolerancia de las autoridades, han hecho difícil invocar los principios éticos y morales a los representantes y trabajadores de las instituciones públicas, privadas y a cada individuo en particular, por lo que se ha creado en toda la población venezolana un caos, es decir, se ha permitido que un buen número de individuos desobedezcan las leyes y se nieguen a guardar un buen comportamiento ciudadano debido a que ven que los dueños de los medios de comunicación infringen descaradamente todas las leyes establecidas y no son penalizados. 

Casi todos los medios comunicacionales privados de Venezuela actualmente irradian mayor malignidad que hace 11 años, tanto, que pareciera que buscan eliminar los esfuerzos que las familias puedan hacer por inculcar valores cívicos y sociales en la conciencia de sus descendientes. Muchas madres y padres dicen que ya no vale la pena sacrificarse por educar bien a sus hijos, ésto, porque aquellos están convencidos que los medios de comunicación poco a poco los pervertirán, de manera que hoy en muchos hogares cuando algún hijo aparece con un equipo de sonido, artefacto eléctrico o hasta con un carro los padres no preguntan de donde salió eso, y si acaso lo hacen, quedan conforme con la respuesta; sin esmerarse en investigar si esa es la verdad. 

Está científicamente comprobado que algunos programas transmitido por los medios de comunicaciones influyen perniciosamente en la mente de la niñez y juventud venezolana. Entonces, ¿Cómo es posible que en Venezuela haya estaciones televisoras y radiales que con su gente enferma de odio y envidia pasen todo el día lanzando al aire consignas subversivas e infamantes? ¿Es que acaso el difundir notas escandalosas no desestabilizan al país? ¿Es que se va a dejar que definitivamente la niñez y la juventud se corrompan por mensajes que confunden sus pensamientos? En Venezuela es común que medios de comunicación radioeléctricos durante las 24 horas del día “vomiten” veneno en forma descarada, burlándose de las leyes y dañando la voluntad del niño, del adolescente, del adulto joven y del adulto mayor; igual pasa con los medios impresos. 

No, no hay derecho que valga y esté por encima del derecho al buen vivir y a la salud de un pueblo, por lo tanto, la revolución bolivariana tiene que hacer algo pronto para evitar se siga distorsionando la mente de nuestra población y más cuando la revolución bolivariana ha navegado permanentemente por un mar enfurecido y ha vencido sus terribles embates; que nada ni nadie impida que la revolución nos lleve a un puerto seguro.  

joseameliach@hotmail.com



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José M. Ameliach N.


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