La escasa cobertura que da el periodismo privado a la delegación venezolana a las Olimpíadas Londres 2012, los deja desnudos frente a la conciencia de millones de compatriotas. Una desnudez que lleva como pabellón de identificación, no precisamente la soberanía e independencia de criterio patrio, sino la amargura que aún guardan en sus espíritus mezquinos aquellos que desde el sabotaje petrolero de Diciembre 2002, juraron no volver a comer hallacas hasta que se fuera Chávez… La actitud de orates que acompaña a algunos medios de agitación social burlándose de los afrodescendientes, les permite invocar presuntos negocios para sembrar dudas en el caso científico de investigación en cuanto al rostro de Simón Bolívar. Mal ciudadanos enceguecidos que dejan el chorro abierto y las luces encendidas, para no seguir las sugerencias de ahorro necesario de agua y energía. Van contra el chip destinado a impedir el contrabando de gasolina en las fronteras, no aprueban regular la matrícula escolar o viven pendientes de las opiniones externas contra la nación donde nacieron, exponen así cuan envilecida se les ha formado una costra en su atormentada moral antirrepublicana. Creen que más vale celebrar derrotas si las sufren nuestros 69 atletas olímpicos, que las medallas por obtener y en definitiva mantienen su olímpico desprecio con el cuento de un antichavismo brutal. Tal conducta se revierte en el olímpico rechazo mayoritario que recibe el oposicionismo, en particular por un inmenso sector poblacional hastiado de la bastardía irradiada en el odio irracional al cual tanto han contribuido varios y muy conocidos entes de la información, comportándose como medios de agitación y conspiración social.
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