Los medios de comunicación privados de Venezuela, han venido representando un papel muy protagónico desde el punto de vista mediático y opositor, en donde no hay ni existe lugar para la ética, mientras haya tanta tarea por hacer o cumplir por parte de los dueños de los mismos, quienes los han venido manejando a su conveniencia dejando al descubierto su flagrante oficio de oposición, ¿quien dijo que los medios de comunicación deben pertenecer a una tendencia política? Pues de ser esta respuesta cierta, entonces dejaría de ser medio de comunicación pues perdería el sentido de la objetividad, imparcialidad y veracidad, es por ello que venimos observando un detrimento de la calidad y falta de responsabilidad social de los medios privados.
Desde el fallido golpe de Estado de Abril de 2.002, pasando por la manipulación mediática de la mal llamada coordinadora democrática que se dio el orgullo y el gusto de contar con canales que divulgaran la violencia y el flagelo de nuestra democracia bien constituida y constitucional y por ultimo, el paro petrolero que apostaba no a la caída del actual proceso político, sino a la fidelidad del imperialismo yankee, que es su bandera, así como la exhibieron el pasado 12 de marzo de este año cuando también con orgullo quemaron la nueva bandera de de Venezuela con ocho estrellas para desfilar en la plaza Altamira su bandera de cincuenta estrellas norteamericana, aseverando una vez más ser lacayos del gobierno nefasto de George W. Bush. También lo son de aquellos ciudadanos que no simpatizan con el actual gobierno y con los cambios que están en curso, pero que son objeto de las manipulaciones y técnicas propagandísticas nocivas, capaces de trastornar el equilibrio psíquico y el comportamiento social de las personas, muy especialmente de los más vulnerables, como es el caso de los niños y adolescentes. A todos los ha convertido en víctimas inconscientes.
Antes, durante y después del 11 de abril de 2002, se han comportado como pieza fundamental de artillería en el complot orquestado por los grandes empresarios y banqueros que concentran el poder económico y que no se resignan a la pérdida del poder político absoluto que detentaban en tiempos de la IV República. Es incuestionable su papel en la promoción del golpe de Estado, planificado con el concurso del gran capital, de las cámaras empresariales, de la casta tecnocrática del petróleo (con sus groseros privilegios), de la burocracia sindical pro patronal y corrupta y de los militares golpistas declarados en “desobediencia civil”.
Es por ello que se están evaluando las posibilidades de suspender las concesiones a estos canales que han venido incumpliendo con el objetivo de la responsabilidad social como lo contempla la ley de telecomunicaciones y la ley RESORTE.