1. Trato de conservarme como una persona honesta, modesta, honrada, "sin cola que me pisen", pero de pronto sin decir: "agua va", te llega un golpe. Así pienso que le ha pasado a la mayoría de los escritores de La Jornada que, por el sólo hecho de gozar el privilegio de publicar en ese órgano, pasan como periodistas de izquierda destacada, ahora frente al sindicato. Ignoro como es la relación de La Jornada como el periódico, casi único, de la izquierda mexicana, con su empresa Demos; pero la relación con los trabajadores que se movilizaron hace unas semanas y ahora reclaman la reinstalación de dos de sus dirigentes despedido por movilizarse, me preocupa mucho.
2. Como debería ser por ideología, confío 100 por 100 en las luchas de los trabajadores, sobre todo obreros del único diario de izquierda del país. Sé que este tipo de trabajadores –que laboran en un organismo de izquierda- como sindicato tienen una importante responsabilidad: a) defender con honradez a sus agremiados y b) por la conciencia desarrollada, cuidar a ese órgano de cualquier asalto de la burguesía. Parecido a la CNTE, el de La Jornada no es cualquier sindicato burgués que sólo debe defender a sus trabajadores, sino tiene que hacer propuestas para mejorar la situación de La Jornada. Esto obliga al diálogo igualitario y muy consciente.
3. Por encima de todo, en primer lugar, los dos compañeros trabajadores deben ser reinstalados. En segundo lugar, aunque yo odie las pinches leyes, recuerdo que la LFT tiene por ahí una frase que habla de igualar, cuidar, conservar, "los factores de la producción" a fin de que ninguno salga perjudicado. Y si acaso se dificultaran los acuerdos sería muy importante que las dos partes publicaran con amplitud sus argumentos para conocer bien el asunto. Esto me recuerda la lucha de los sindicatos en Rusia en 1918/19, la rebelión de los Marinos de Kronstand y las discusiones sobre Brevs Litovski, que significaron la rebelión de los trabajadores contra su misma revolución. (20/VIII/17)