Orlando Castro junto con Camilo Lamaletto fue parte de la maquinaria que usó Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez, para detenernos en las investigaciones judiciales en contra de estos y sus amantes. El entonces binomio banquero e industrial, se desempeñaban con absoluta destreza en el arte de favorecer a las amantes de los Presidentes adecos, y hacían lo que estuviera a su alcance, para ganarse la bendición de las ahora esposas del dúo mas nefasto que haya conocido la política venezolana.
Orlando Castro junto con Camilo Lamaletto se lanzaron en contra nuestra, para ganarse la gratitud de Cecilia Matos y Blanca Ibáñez, y fue así como se inventaron el delito de extorsión como fórmula para ganar dividendos políticos, a través de la eliminación de los procesos por delitos de corrupción que llevábamos en contra de Carlos Andrés Pérez -Cecilia Matos y Jaime Lusinchi - Blanca Ibáñez.
Castro ahora recibe condena por el delito de injuria en perjuicio de Miguel H. Otero. El diario El Nacional coloca la sentencia en primera página y surge la otra cara de la noticia y sobrevienen las preguntas con lógica irrebatible: ¿Como el director del diario que mas ha denunciado violencia contra la libertad de expresión por parte del gobierno nacional, se vanagloria de haber logrado imponer una condena a un particular, a través de un delito que penaliza, especialmente, la expresión?
No tengo interés, como resulta obvio, en defender a Orlando Castro. Pero debo reconocer que no luce bien la forma como ha sido condenado. Me tomé el tiempo de leer las frases que dicen ser “injuriosas” y debo reconocer que he oído al Director del Nacional decir cosas mas ofensivas del Presidente y los ministros y sin embargo no conocemos de ningún proceso en su contra.
El director de El Nacional puede ser victima de su pírrica victoria. Y es que por buscar la condena de un hombre, puede haber perdido un principio fundamental en los medios de comunicación. La condena en contra de Castro por un delito de opinión, es una derrota para los periodistas de El Nacional, quienes todos los días se enfrentan al peligro de ser sentados en el mismo banquillo.
El director de El Nacional ha perdido con esta victoria. Será difícil para él, en un futuro alzar su voz en contra de las denominadas leyes de desacato, entra las cuales se incluye el delito de injuria con el cual ahora se siente vencedor y, que de acuerdo a la “Relatoría para la Libertad de Expresión” de la “Organización de Estados Americanos” (OEA), son las que atentan contra la libertad de expresión y el derecho a la información.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en respaldo a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, adoptó la Declaración de Principios sobre la libertad de expresión y en dicho instrumento se señala; que la libertad de expresión, en todas sus formas y manifestaciones, es un derecho fundamental e inalienable, inherente a todas las personas. Es además, un requisito indispensable para la existencia misma de una sociedad democrática.
El director de El Nacional, tendrá mucho que explicar a muchos, la próxima vez que se muestre o intente mostrar a su periódico como victima de lo que ahora, se ha encargado en presentarse como victimario.
El director de El Nacional también tendrá que explicar como el sistema judicial que tanto ha criticado por estar supuestamente sometido al gobierno nacional, le entrega la cabeza de su contraparte procesal.
Por su parte, Orlando Castro, sabrá sacar provecho a su derrota buscando el apoyo solidario del gobierno nacional. Este proceso contra Castro, tal y como alguna vez lo dijo un político francés mas que “un crimen ha sido una estupidez”.