William Echeverría cuenta sus cuitas

La entrevista con William Echeverría se produce sin preámbulos, porque pareciera que él lo dijo todo el pasado jueves 28 de junio.

-William, con la imparcialidad que caracteriza tu trabajo periodístico, ¿cuál fue la causa cierta para que te negaras a recibir el premio que te otorgó el Cabildo Metropolitano?

El entrevistado escucha la pregunta, se pasa la mano por su barbilla quijotesca y mira sumisamente a Alberto Federico Ravell, quien responde tajantemente por el globoperiodista.

-No acepté el premio porque la tiranía que actualmente existe en Venezuela impide el ejercicio de la sacrosanta libertad de expresión.

-William, ¿qué opinas de lo expresado por Ravell?

-Estoy de acuerdo con lo que respondió mi jefe, pues a él también le encanta reportear quijotescamente.

-William, ¿qué vas a hacer con los dos millones de bolívares del premio?

Al sentir que la pregunta le taladraba los oídos, el globoperiodista baja su cabeza vacía. Luego le echa a un vistazo al director de Globovisión, quien alega nuevamente como un ventrílocuo por su subordinado.

-Los dos millones serán donados a los estudiantes de las universidades privadas para que puedan comprar cuñetes de pintura para teñirse las manos de blanco. El repele que quede será repartido entre los rectores de esas casas de estudios.

-William, ¿estas de acuerdo con el dinero del premio que rechazaste se invierta en comprar pintura?

-Apoyo esa excelente, formidable y pintoresca idea.

-William, pero tu dijiste que donarías el dinero del premio al colegio donde te graduaste de bachiller.

-Retiro esa idea, porque me parece que es mucho mejor la idea de mi caaptaz.

-William, ¿acatas al pie de la letra la línea editorial de Globovisión?

El entrevistado acusa el golpe de la pregunta. Silencioso y apesadumbrado se come con la vista a Alberto Federico Ravell para que responda la pregunta en su lugar. El director de Globovisión, ni corto ni perezoso revela su pensar y lo pone en boca del periodista sumiso.

-En Globovisión somos democráticos, siempre que los periodistas repitan lo que les ordenamos decir. Esto demuestra que en el canal tenemos debidamente canalizada la libertad de expresión, por lo tanto nadie puede salirse de ese canal de ideas. El globoperiodista que contradiga nuestra línea editorial le pasa lo mismo que a Mingo: simplemente le decimos adiós y muérete de que chao.

-William, ¿qué opinas de lo declarado por Ravell.

El globoperiodista mira con el rabillo del ojo a su capataz, y le dice casi tartamudeando: “Jefe, responda por mi”. Alberto Federico Ravell se acomoda los lentes y arguye por su servidor:

-Alberto Federico Ravell nunca se equivoca. Por lo tanto, le doy las gracias por el discurso que me escribió para rechazar el premio de periodismo que me otorgó el Cabildo Metropolitano.

Al escuchar lo expresado por Ravell, al globoperiodista William Echeverría se le escaparon dos lagrimones redondos del tamaño de La Bicha. Sollozando sobre el hombro de Ravell, el reportero quijotesco Echeverría expresó sorprendentemente: “Jefe, yo en el fondo quería recibir mi premio”.

Al escuchar aquellas palabras, Ravell lo empujó con rabia y dio dos fuertes coscorrones o capirotazos, como lo que Carla Angola ha prometido darle a los chavistas después del 2021. . .

vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Argenis Chávez López


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