Sin pretender entrar en una polémica bizantina, debo confesar, me tomo la licencia de escribir en primera persona, que me ha sorprendido los planteamientos realizados por la autodenominada Misión Boves en relación con los estudios de licenciatura en Comunicación Social. Es justo recordar que estos coinciden con la propuesta liberal de los gremios patronales y seudopatronales de derogar la Ley del Ejercicio del Periodismo y, como consecuencia, la colegiación.
Dicho propósito ha formado parte del concepto empresarial que durante años los dueños de los medios han defendido. Durante la Cuarta República, la Monarquía Mediática llevó en varias oportunidades al antiguo Congreso y a la Corte Suprema de Justicia la propuesta de derogar la mencionada ley. Incluso, ya en la Quinta lo volvieron a intentar ante el TSJ. Y por si fuera poco, en los primeros años de la Revolución Bolivariana, la oligarquía de la información se acercó a algunos diputados para convencerlos de modificar la ley y así abrir la posibilidad a cualquier persona de ejercer en los grandes medios con sólo repasar algún curso de redacción periodística.
En síntesis, podemos decir que la industria periodística siempre ha enfilado sus baterías hacia la posibilidad de construir su imperio informativo con mercenarios subpagados, altamente serviles y sin ningún tipo de referencia ética ni profesional. Es decir, independientemente de la posición política que se tenga (sea de izquierda o de derecha), la licenciatura en Comunicación Social y la colegiación profesional seguirán siendo elementos de equilibrio para quienes ejercen el oficio de manera profesional, y referencia para los usuarios de los medios. Los estudios universitarios y la colegiación asignan una ubicación clara al manejo mediático; asignan un compromiso moral y no excluyen para nada el trabajo de los voceros populares que actúan como contralores sociales de los desequilibrios informativos. De más no está señalar, como ejemplo, el excelente trabajo de Mario Silva en La Hojilla, el cual en nada interfiere ni se ve perjudicado por las impecables entrevistas de Vanessa Davis.
En pocas palabras, mientras existan medios de comunicación privada, concebidos como industrias mercantilistas, es indispensable mantener la formación profesional universitaria y su colegiación. Qué los periodistas comprometidos con el proceso de cambio hayamos perdido la conducción de los gremios y las cátedras universitarias, ya esa es una historia que hemos pagado muy caro. No obstante, debemos estar muy alerta y no terminar cediendo ante propuestas neoliberales que ahora asoman desde las trincheras del proceso.
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