Crónica al estilo Hernán Lugo-Galicia

Noche electoral en el Bloque del NO

Caracas, 03 Dic. Fuentes no reveladas.- No todo fueron sonrisas en la noche electoral opositora del pasado dos de diciembre. Según fuentes fidedignas, merecedoras de toda confianza y presentes en el lugar y momento adecuados, pero que prefieren permanecer en el anonimato, los integrantes del Bloque del No tuvieron que rehacer sus planes para esa noche de sufragio, de una manera imprevista y sorpresiva.

Todo comenzó cuando, sobre las ocho de la tarde, comenzaron a llegar a su sede datos que certificaban lo reñido de la contienda, y unas horas después llegaba la confirmación que tanto temían: el No iba por delante. Yon Goicoechea miró a su alrededor con incredulidad. Su mirada se cruzó con la de Antonio Ledezma, que expresaba la misma preocupación que la del joven y fornido estudiante.

"¿Qué hacemos si ganamos?" preguntó, con voz temblorosa, Yon.

"¡Eso es imposible!" tronó en respuesta la voz de Henry Ramos Allup. "Todo está preparado. Es la trampa del CNE. Recuerda el referendo 2004, cuando sacamos 97 millones de votos y nos los robaron".

Sin embargo, todos los datos confirmaban los rumores. Sus peores temores se hacían realidad. Los testigos de su bloque en el CNE les informaban que sí, que ganaba el No, y que esos iban a ser los resultados que leería Tibisay Lucena en unos minutos. El pánico se apoderó de los presentes.

"¿¿Ahora qué hacemos??" balbuceaba a duras penas Freddy Guevara. "Si este gobierno nos concede la victoria y no nos reprime aviesamente, no podré volver a citar mi colección de brillantes y oportunísmos pensamientos de Martin Luther King, Mahatma Gandhi y el más grande entre ellos: Paulo Coelho".

Miguel Ángel Rodríguez lo abofeteó para calmarlo. Con una ligero movimiento de cabeza, Marcel Granier aprobaba la determinación de su empleado en calmar los nervios del muchacho.

Pausadamente, pero con una inquietud que su voz mal podía disimular, Yon Goicoechea apuntó en voz alta lo que más le preocupaba en ese momento.

"¿Qué haremos con todos los cauchos que compramos para montar la guarimba?" lanzó, con la mirada perdida y los ojos vidriosos.

El silencio fue la única respuesta. Todos miraban al suelo, devanándose los sesos. Hasta que una voz se escuchó de fondo.

"Podemos construir una pista para carreras de carros, poniéndolos de barrera protectora" dijo la voz. Era Óscar Pérez. "Yo me encargo de los carros", añadió, tratando de infundir ánimo.

Los presentes comenzaron a lanzar ideas al vuelo, desconcertados. La desesperación se apoderaba de ellos, y unas voces se elevaban sobre las otras, anárquicamente.

Ricky Sánchez, de la FCU de la Universidad Central, impuso el orden.

"Lo de los cauchos no es nada" vociferó. "Si este gobierno dictatorial y asesino reconoce los resultados, entonces no nos sirve la estrategia que tumbó a Milosevic..." añadió, mientras los asistentes a la reunión lo miraban ansiosos, esperando que continuara con su hilo argumentativo. "Y si eso sucede", continuó el joven, con gran dramatismo, "¿qué hacemos con las 350.000 franelas que encargamos a los muchachos serbios de Otpor?".

"¡Anulemos el pedido!" aventuró apresuradamente Leopoldo López, mientras aferraba muerto de miedo e incertidumbre la mano de Manuel Rosales.

"¡No jod...!" le replicó Ismael García. "Con los serbios no se juega. Recuerden Bosnia".

En ese momento, entró corriendo Diana Carolina Ruiz, blandiendo un papel. "Última hora, última hora, ¡¡Escarrá no aceptará los resultados!!".

Por un momento, a todos los presentes se les iluminó el rostro. ¡Un chavista de alto rango que no reconocería los resultados! ¡Justo lo que necesitaban!

De repente, a Julio Andrés Borges le asaltó una duda descorazonadora.

"¿Qué Escarrá? ¿Carlos? ¿O...?" preguntó, inquieto.

"No, Hermann" respondió Diana Carolina Ruiz, con una sonrisa inocente, que no dejaba entrever que fuera consciente de la diferencia entre ambos. Los miembros del Bloque del No resoplaron y con un unísino "¡Bah!" volvieron a su ensimismamiento y derrotismo.

Yon Goicoechea, después de secarse las comisuras de los labios con su inseparable babero -impreso con el dibujo de un puño cerrado sobre fondo negro- miró, como pidiendo permiso, al embajador Patrick Duddy, quien asintió con mirada entre reflexiva y ausente, y anunció:

"A pesar de toda esa inversión en cauchos, franelas, gasolina y cócteles Molotov hechos con whisky importado, creo que sólo nos queda..." comenzó a decir el estudiante, popularmente conocido como Yongo, mientras tragaba saliva.

"...reconocer los datos del CNE..." completó Raúl Isaías Baduel, a la vez que taciturno apartaba lentamente el dedo del botón camuflado en su maletín, situado junto a una inscripción que decía Invocación a Elohím de los Ejércitos para activar el Golpe.

"...y no cantar fraude" cerró Freddy Guevara.

"¡Traidor!" aulló una voz, interrumpiendo al estudiante. "Siempre supe que con ese apellido tenías que ser comunista". Era Pablo Medina, desde la clandestinidad.

A pesar de las dudas, a pesar del cambio de planes, la decisión estaba tomada. Aceptarían los resultados, aunque eso supusiera reconocer el carácter democrático del dictador sanguinario que hacía unas semanas había ordenado reprimirlos con Toddy, galletas y refrescos de colores.

Los que no tenían la capacidad actoral suficiente para disimular su desencanto con los resultados que iban a ser anunciados, y no podrían fingir euforia delante de las cámaras, tuvieron una ayudita, traída por los paramilitares del verdaderamente democrático presidente colombiano Álvaro Uribe, ayudita traída en cómodas bolsas plásticas. Los que tenían dudas, las desvanecieron con este regalito, cortesía de las Autodefensas Unidas de Colombia, quienes, junto con empresarios y tecnócratas, intentan implantar en el vecino país la encomiable democracia neoliberal que todos desean para Venezuela.

Ya superado el desengaño, y preparados para simular gozo, alegría y dicha sin mesura, miembros y simpatizantes del No se aprestaron a escuchar los resultados, que iba a leer Tibisay Lucena ante el país. Cuando anunció la victoria del No, todos saltaron abrazándose, disimulando la angustia y frustración que los carcomía por dentro.

Todos menos Carla Angola, que ya predispuesta al plan orquestado durante meses, reaccionó instintivamente gritando "¡¡¡¡FFFFRRRRRAAAAA....!!!!". Afortunadamente, su amo y señor Federico Ravell, le dió un puntapié y un codazo, por lo que la avezada comunciadora social se percató de su despiste, y completó la palabra sin que casi nadie notara el error.

"¡¡¡¡FRRAAAAANTÁSTICO!!!!" cerró, con su rapidez mental habitual.

Los pacíficos estudiantes que esperaban los resultados en las calles de todo el país, como los que rodeaban el Canal 8 con antorchas, machetes y patíbulos portátiles, recibieron de inmediato la orden de replegarse, y dejar la reconciliación para otro momento más propicio.

La televisión, que los había preparado durante meses para salir a protestar les dijo de repente: "Mejor no protesten. Festejen". Y como siempre, sin hacerse muchas preguntas ante lo que emitía la caja catódica, se limitaron a obedecer.

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Okrim Al Qasal


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