Al principio quise escribirle al compatriota Mario, pero el problema no es él. No se trata de darle o no darle importancia, es sencillamente que el análisis de la situación y de las consecuencias de los hechos trasciende “La Hojilla”.
Seres humanos al fin, nos equivocamos no una ni dos sino muchas veces. ¿La vida no se trata en cierta forma de eso?
La llamada del Comandante a ese programa, catalogado por alguien como el más triste, evidencia la debilidad comunicacional del Gobierno. Pero esa debilidad es un síntoma de un problema más profundo: La desorganización.
No se trata de un fenómeno circunstancial que tiene fácil solución. Creo que existimos dentro de un sistema entrópico, es decir, que tiende al desorden y probablemente por esto Ricardo Meléndez haya dicho en el Programa Dando y Dando, donde también intervino el Comandante, que no estamos utilizando bien nuestra energía. Esa es una verdad que debe convertirse en principio fundamental de introspección revolucionaria.
Mediáticamente hablando, estamos en presencia constante de una cantidad de mensajes y de mensajeros que nos atosigan de información, cuando no son mas que distorsiones de una misma realidad. Hay una o varias informaciones valiosas, pero nos llegan miles. Cuando eso sucede, aumenta el nivel de incertidumbre al no poder determinar cual es el mensaje importante. El resultado es que cada quien o cada grupo interpreta la realidad con altas posibilidades de equivocarse pero con la creencia de que tiene la verdad en sus manos.
Se produce entonces lo que tiene bailando de felicidad a los medios golpistas y sus acólitos publicitarios: Una disonancia cognitiva que se traduce en desorden y expresa caos. Tengamos esto en cuenta para enlazar más adelante
Existen otros elementos que representan un lastre terrible para la evolución del proceso:
- El Chavismo sin Chávez: El Comandante admite que existe y además reconoce el antipoder como corriente dentro de la revolución, pero insólitamente no los correlaciona. Indica que la tesis del proceso sin su liderazgo nace de la derecha tradicional y que se ha infiltrado en varias agrupaciones que actúan dentro del proceso. Sin perder de vista que sus palabras tienen peso específico fundamental en el avance, pienso que deja lagunas al no señalar la presencia de tales corrientes dentro del funcionarato gubernamental. Desde hace mucho tiempo se critica el comportamiento inmoral, anti ético y anti revolucionario de gobernadores, alcaldes y otros personeros del poder constituido.
- Prevaricación: Aspecto poco mencionado y entendido, que es el sustrato de las demás formas de corrupción y que tiene relación directa con lo anterior. Abarca la desidia y la falta de compromiso de quienes tienen el sagrado deber de escuchar, atender y canalizar las demandas populares de forma satisfactoria.
- Ostentación: El materialismo expresado con exuberancia como estereotipo del poder, por parte de quienes deben predicar con el ejemplo el perfil revolucionario.
- Impunidad: Para los enemigos endógenos y exógenos del proceso. El uso del perdón como ejemplo debe entenderse como un elemento de principio revolucionario. Pero la flexibilización de su uso como instrumento de piedad conlleva una dosis de ingenuidad ante enemigos irreductibles que varias veces le han dado una patada a las mesas de diálogo aún acariciada por románticos. La revolución debe ser implacable con quienes abrigan, entre otras cosas, la defenestración del líder como solución política y no puede desaprovechar las oportunidades históricas para golpear con contundencia al enemigo; sobre todo al interno.
- Coherencia en el mensaje: Aquí enlazo lo expuesto en primer término. Cuando la dinámica política señale un cambio en las acciones, en la información y en la conducta de los grupos que están dentro del proceso, las directrices deben ser claras y precisas, pues de lo contrario generan incertidumbre y se propende a la desorganización.
Más que un regaño, el Comandante expresó el sentido de urgencia de canalizar las energías revolucionarias en acciones coherentes que denoten la unidad. Pudiera ser considerado como un error sus pronunciamientos con respecto a algunos compatriotas, pero en pasadas oportunidades el tiempo le ha dado la razón. Demos a todos el beneficio de la duda.
De cualquier manera considero que lo único criticable de su intervención en La Hojilla, es haber dicho que pidió la expulsión del diputado Tascón, pues para ese momento aun no era presidente del naciente PSUV. Hablando de mensajes, ese dejó perplejo a más de un militante. Un ejemplo poco deseable dentro de un partido cuyos estatutos fueron aprobados hace pocas horas.
La responsabilidad que tenemos como militantes conlleva la unificación de políticas para demoler la argucia enemiga, con conciencia y determinación. En esta guerra de cuarta generación, cuyo componente mediático es fundamental, el enemigo nos lleva ventaja.
Ellos se reúnen cada semana, para trazar las matrices de opinión con las cuales nos vapulean día a día a través de sus medios. Nosotros debemos tener un comité mediático, donde halla representantes de todas las organizaciones que hacen vida dentro del proceso para generar estrategias que nos permitan dejar atrás el triste papel - esto si es verdaderamente triste- de salir corriendo a replicar cada vez que el enemigo monta una “olla” ¿Cómo es posible que insistamos en mesas de diálogo con ellos cuando no hemos sido capaces de sentarnos para unir esfuerzos en tal sentido?
Por eso la pregunta título de este artículo ¿Quién detiene la revolución, el enemigo o nosotros?
Solo el Pueblo salva al Pueblo. Solo el Pueblo salva a Chávez.
pladel@cantv.net