El diario “El País” de España está feliz, porque ya anuncian que la IV flota del Caribe, que llevaba 50 años inactiva, ahora enfila hacia nuestras costas y apunta al tirano que más le ha dado en la madre los borbones. Lo hace mientras se celebra el triunfo de España frente Alemania, que es como decir para Bobolongo y la oposición nuestra, una tremenda goleada a Hugo Chávez. Todo lo que favorezca a España, ha dicho Bobolongo, es bueno para la oposición. Y favorece al rey Juan Carlos, evidentemente, la movilización de la IV flota. El cardenal Urosa ha enviado un mensaje al Norte en el que dice: “Al fin se están escuchando nuestras plegarias.” Pero no se fían del negro, “porque negro es negro y no la hace a la entrada, etc. etc.”
Aunque, bueno, hay negros también quieren “mejorar la raza”. Llegaba yo el domingo por la noche a Caracas, y vi por el sector de Las Mercedes a un grupos de ambivalentes seudo-jóvenes, con la caras pintadas y sin camisas, aburridos de gritarse a sí mismos, celebrando el triunfo de España. “¿Qué celebráis gilipolla?”, le grité a un afro-descendiente que batía el trapo rojo-amarillo-rojo, y el afro me respondió: “El triunfo de la madre patria”, a lo que le repliqué: “la tuya”.
Menos mal que el tráfico estaba fluido porque al tipo podía sublevársele la sangre. Pero debajo de El Elevado, en el cruce hacia Los Naranjos, la turba era de terror; se revolcaban en el suelo, pataleaban, lloraban y se abrazaban hombre con hombres, mujeres con mujeres, la felicidad suprema. De vez en cuando se escuchaba algún alarido: “¿por qué no te callas?” Infaltable. Yo si no tengo empacho en decir que para mí el fútbol es una mierda, y es un deporte muy digno de que los españoles lo amen y lo sacralicen tanto como a los toros. Tal cual pata cual.
Ayer el titular, a veinte columnas, de El Nacional fue celebrando el golazo, hoy el dolor es por la sanción a Televen por el asunto de la serie los Simpsons. La misma cosa. Hoy lo que prima en esta civilización es la idiotez generalizada, los gritos monocordes, las alegrías artificiales que como silicona se le inyecta a los imberbes por la tele, a los que nada tienen en la mollera. A falta de un sentimiento propio, a falta de una alegría genuina y humana, nada mal les parece celebrar al lado del rey imbécil cuya máxima gloria consiste en matar oso y mearse todos los días en los calzones. Esos jilipollas que nos trajeron la agonía de los suplicios de las guerras civiles y la sífilis, ahora también se enorgullecen por la memez de un deporte que le saca estallidos de locuras a los tarados, los mismo que irán mañana a la plaza Altamira a mover el culo por los candidatos de UNT y PJ. Vaya. En fin.
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