Agitación en Honduras. Desde el 24 de junio las horas han sido cruciales. Agudización de los hechos a partir del 28 de junio. Conmoción en la región.
Como nunca antes, han funcionado al unísono los mecanismos de integración, condenando el golpe de Estado contra el presidente Zelaya. Quince días de largas y agotadoras faenas. A pesar del cerco mediático, el pueblo sigue en las calles. El pueblo resiste.
Los poderes fácticos de Honduras han propiciado el golpe.
Son la mampara de los militares golpistas. Al principio el general Vásquez Velásquez apareció en primer plano, y ante las primeras reacciones se apartó del escenario. El close up ahora es para el que se asume de facto como "presidente sucesoral" (?). Los voceros del golpismo actúan como herraduras, repiten el mismo discurso. Aparece la cúpula eclesiástica con su cardenal, ¡no podía faltar en la puesta en escena! Fiscal y Canciller golpistas, todos a una: "es una sucesión constitucional".
Golpe es golpe, y éste es de los peores. Con premeditación y alevosía el Jefe del Estado Mayor se negó a cumplir una orden dada por el Comandante en Jefe del Ejército, es decir, el presidente Zelaya. Ante los vientos de cambio que soplan sobre territorio hondureño, la ultraderecha conservadora y terrateniente, los comerciantes, la Iglesia y el poder mediático, planificaron los hechos que crudamente hemos visto desde la madrugada del 28 de junio.
Argumentos falaces los de los golpistas: "el presidente Zelaya violó la Constitución". Lo acusan de "traición a la patria". Lo vinculan con "el narcotráfico y con el desvío de recursos por cantidades multimillonarias".
Como preludio, los militares lo detienen en ropa de dormir, en lucha con la guardia presidencial y lo expulsan hacia Costa Rica. ¿Su pecado? Instalar una Asamblea Constituyente mediante una consulta que se iba a celebrar el 28 de junio.
Tegucigalpa es el centro de atención. Los golpistas irracionales dictan orden de captura contra Zelaya. A ellos los repudia en pleno la comunidad internacional. El domingo pasado la tensión rebasó cualquier límite en nuestro continente. El pueblo redimido quiere expresarse por más democracia y aclama al Presidente en todos los puntos de Honduras.