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Qué pena y que vergüenza. Que dolor de muelas y riñones nos producen algunos de estos charlatanes de todos los días que tartamudeando ideas ajenas, repitiendo frases trilladas y balbuceando imbecilidades en los medios de comunicación, intentan defender, sin argumento alguno, los intereses de un pequeño grupo de familias que valiéndose de sus privilegios del pasado se adueñaron ilegalmente del ochenta por ciento de las emisoras de radio del país, y, ahora, cuando el gobierno apenas les exige que se pongan al día con la ley, salen histéricas, como gallinas culecas, a producir un escándalo poniendo como pretexto la supuesta violación a la libertad de expresión.
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Lo más lamentable es que quienes defienden con mayor entusiasmo y fervor a estos farsantes y delincuentes, son algunos periodistas y locutores de radio que con sobrada adulancia, pero sin ningún tipo de carácter y menos imaginación, terminan armando, en vez de un discurso, toda una alharaca incoherente y vacía, propia de los sempiternos escupidores de sandeces, sombras de la caverna, borregos de corral, quienes a medida que más pretenden conocer más ignoran. Son esos mismos que desmemoriados y sin cultura se creen dueños de la verdad, opinan de todo y no saben de nada.
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Véalos y escúchelos usted todos los días y a cada hora pegados a la misma cartilla y al mismo sermón: que en este país no hay libertad de expresión, que vivimos en una dictadura, que Chávez es autoritario, que está en contra de la propiedad privada, que viola las leyes, que nos quiere imponer un castro comunismo, que quiere eliminar a Dios de las escuelas, que apoya a la guerrilla, que nos va a quitar los hijos…Esta pamplinas le sirven a la oposición para todo, para oponerse al ordenamiento del espectro radioeléctrico, para tratar de impedir la nueva Ley de Educación, para criticar la lucha contra el acaparamiento de alimentos, para criticar la regulación en las ventas de vehículos, para oponerse al desarrollo de las misiones, y pare usted de contar.
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Hagan amigos lectores un mínimo de esfuerzo, y observen, por ejemplo, que quienes perdieron las concesiones de radio dicen que son legítimos propietarios pero no muestran los documentos. Qué la decisión es ilegal pero no argumentan con ninguna ley ni con la Constitución. Que van a presentar los requisitos que pidió CONATEL, pero dejaron vencer el lapso para no hacerlo. Que están a favor de la descentralización, pero defienden los circuitos que centralizan la programación de las emisoras. Que señalan que se perdieron cinco mil empleos, pero van tres gatos a las protestas. Qué defienden el derecho del pueblo, pero se oponen a la democratización de los medios. Que mil periodistas perderán sus puestos de trabajo, pero no publican los nombres de esos periodistas. Que defienden la cultura nacional, pero el 80 por ciento de la música que transmiten es extranjera.Qué el país está quebrado, pero hay familias que mantienen más de diez estaciones de radio…etc.
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Sería interesante que estos periodistas y comentaristas mediocres y charlatanes que siempre le salen al paso a todas las iniciativas del gobierno por muy buenas y loables que sean, como la de ordenar el espectro radioeléctrico venezolano, dejaran a un lado las generalidades del discurso político y asumieran la defensa de ese problemas en los términos, el lenguaje y los razonamientos propios del ámbito comunicacional en el que se supone se han formado. Lamentablemente no lo hacen, primero porque ignoran, y segundo, porque desinforman a la población y se autocensuran por intereses políticos y mercantiles.
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Estos quienes se jactan de tener la razón y de hablar sandeces sin ni siquiera ruborizarse deberían saber que el tema de la lucha por la democratización de los medios no un invento de Hugo Chávez. Que en 1980 la UNESCO publicó el informe MacBride (Un solo mundo, voces múltiples) en el cual los países hacían un llamado a un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Nomic) este informe tocó tanto los intereses de los grandes medios de comunicación de los Estados Unidos que los dueños presionaron para que este país se retirara de la organización, como lo hizo a través de una carta entregada el 18 de marzo de 1983. Esta fue una década, en plena guerra fría, en la que la critica al monopolio mediático se extendió por todos los países y sobre todos los de América Latina, donde comenzaron a surgir los medios comunitarios y alternativos, que tuvieron su mayor auge en Brasil, Argentina y Bolivia, principalmente.
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Deberían saber que en Venezuela para ese entonces, año 1976, se discutió el proyecto Ratelve, que abogaba por la modernización y democratización de la radio, este proycto era impulsado por Antonio Pascualli el mismísimo que hoy extrañamente defiende los intereses de los oligopolios y la dictadura mediática impuesta por las empresas privadas.
Uno de los argumentos para la concreción del proyecto era “que las grandes cadenas, aunque la Cámara Venezolana de la Radio no lo piense así, tienden a monopolizar la información que está dirigida desde el centro, es decir, el poder central, quien diseña no solo la programación sino la intencionalidad del mensaje”.
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Incluso en la Comisión para la Reforma del Estado ( Copre), año 1990, a través de la cual se inició el proceso de descentralización, se abogaba por la democratización de la radio y la ejecución de políticas de comunicación dirigidas a involucrar a los sectores populares, para impedir el monopolio de la información por parte de los grandes circuitos que es precisamente lo que ocurre ahora.
Este tema lo abordaremos con mayor amplitud en próximas entregas.