(Como Baltazar no hay dos)

Baltazar Porras se atasca en la Asamblea Nacional

Buenas tardes su excelencia o, mejor debe ser su eminencia para el protocolo, dada su condición y soldadura de obispo crematístico dentro de la Conferencia Episcopal Venezolana, lo hemos invitado a nuestro seno, para consultarle algunas cuestiones de interés nacional. Por lo que sino está de acuerdo con lo que se le pregunte acá, tome el micrófono que tiene al frente y déle ON y, conteste con la señal de costumbre de ahora en adelante y, si no es partidario de ninguna de las dos se queda callado, acogido a la Constitución, anjá.

Sabiendo de su honorabilidad presuntiva dentro de los cánones más sensibles de su peculiaridad imaginaria, trataremos en lo posible de no descuartizarlo en seco, por lo que puede mantenerse en OFF hasta que la voluntad aguante y, el drama de su silencio no sea cómplice, pero de antemano como un abre boca sin pimienta, oso preguntarle a usted y solamente a usted: ¿es o no es verdad qué sin intención alguna fuera de lo normal, usted mató a Consuelo? Sea sincero y véame a los ojos, no vea al piso y conteste sin que le quede nada por dentro: ¿fue o no fue? Silencio desmesurado en la sala y como el que quiere y no quiere, Baltazar, su eminencia que también puede ser su excelencia, dijo, yo no, ese fue monseñor Ubaldo, que tenía antojo oprobioso. Y, después de consumado el acto por él, ¿lo respaldo con oraciones, si o no? No y sí, porque apenas, lo complací con diez padres nuestros, para el rey de los cielos.

Se dice con razón o sin ella que, dada su envergadura merideña, fue usted el que cambió la campana del Palacio Arzobispal por una eléctrica a sabiendas que estamos en emergencia hidroeléctrica, capricho que tiene en ascua a Mérida. ¿Verdad o mentira del Gobierno? Lo de la campana es un decir y, un mal oponente, para desnaturalizarme con mi gente que nos queremos, pero no es verdad lo dicho, yo lo que mandé a cambiar fue el badajo, por oxidado y, ahora el sonido es nítido y el tañer más violento, para el rebato que debe ser pronto.

Se puede afirmar, porque corre de boca en boca desde el amanecer, que fue usted, el que mandó a sacar al director Alberto Federico Ravell de Globovisión, poniéndole la piedra en el Vaticano sin menoscabo alguno. Respondo con toda sinceridad que, aquí si torció la puerca el rabo, porque, éste que viste y calza de negro, menos el interior, se está enterando de ello aquí y, pueden tener la certeza verdadera que, no lo hice ni lo haría, pues, somos caimanes del mismo pozo y, además allá en Roma está mi enemigo Mario Moronta.

Conteste con la audacia que lo caracteriza con un sí o con un no, como mejor le parezca, ¿fue, es o será golpista?

Lo fui, lo soy y lo seré, hasta la muerte, por pertenecer a la burguesía de la iglesia tercermundista que vive de la caridad del Estado.

Otra cosa que anda en el aire y, como usted, no hay quien pueda saberlo mejor y contárnoslo, sin retruécanos ya, con la efusión que lo seduce con la oposición, ¿es usted adeco o copeyano o, ni lo uno ni lo otro? Exactamente, usted, lo ha dicho, amigo asambleísta, ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, que, es como llover sobre lo mojado.

Y, ya para finalizar ésta interpelación amigable con la eucaristía dominical que lo caracteriza: ¿es usted zurdo o derecho? Mire, amigo, yo quise ser ambidiestro y me preparé para ello, pero, llegó Chávez y acabó con mi peculio fraterno y arrasó con todas mis ilusiones de ser cardenal, por lo que a mí concierne, la izquierda me quita el sueño y, muchas veces el apetito, por lo que pienso que por allí no se llega al cielo y, por el otro tampoco, por lo que rezo mucho a ver si dios me alumbra el camino de mi salvación, porque, el infierno es el que vivo actualmente.

Aplausos variados.

estebanrr2008@hotmail.com



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Esteban Rojas


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