La política habitacional del Estado comenzó a mediados del siglo XX, bajo la responsabilidad del Banco Obrero. Era la construcción de viviendas de interés social, a bajos costos y dirigida a los sectores populares.
Se liquidó el Banco Obrero y nació El Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI). Se comenzó una política con la consigna de “soluciones habitacionales”. Las urbanizaciones eran concebidas como “conjuntos habitacionales”. En sus diseños, se contemplaban las áreas comunes, canchas deportivas, escuelas, ambulatorios y casas de usos múltiples.
La adjudicación de viviendas era ejercicio clientelar. Cada partido de gobierno de los últimos (40) cuarenta años de la Cuarta República, hacía su fiesta en la adjudicación de viviendas solo para los “compañeros del partido”. Las colas eran inmensas para solicitar una vivienda, pero siempre se le decía al público ajeno a la partidocracia, “espere por el estudio social que pronto el personal del instituto le avisará cuando lo visita” o “esté atento a la visita social”. Los de las tarjeticas de recomendación, tenían otro tratamiento: La firma del jefe del partido era suficiente para la adjudicación de la vivienda.
El clientelismo conllevó, a que los conjuntos residenciales tenían sello político partidista. En épocas de Acción Democrática, las urbanizaciones eran adecas; mientras, que en turnos de Copei, eran copeyanas. En las elecciones, quedaba demostrado el clientelismo al contabilizar los votos.
Malariología adjudicaba viviendas a personas del sector rural. Los dirigentes campesinos del partido de gobierno de turno, eran los privilegiados y quienes escogían a los que “merecían” las viviendas rurales. Los excluidos, con sus propios esfuerzos levantaban sus casas de bahareque o ranchos de latas.
En el último gobierno de la cuarta república, ya no se concebían los conjuntos residenciales. Aparecieron los “tanjuntos residenciales” construidos por FUNDABARRIOS. Unas casuchas, que eran una vergüenza y una bofetada a la dignidad humana. Allí no había espacios de esparcimiento para nadie, eran solo espacios para estar juntos a la hora de dormir, con la angustia que la casa le cayera encima.
En esas épocas, la gente de izquierda no tenía acceso a las casas. Quien la obtenía era por medio de una palanca con algún adeco o copeyano, según el gobierno de turno. Algunos, los más atrevidos, las conseguían mediante la invasión, después de largas jornadas de luchas.
La política de viviendas en la Revolución Bolivariana, bajo la conducción del Presidente Chávez, dió un giro cualitativo. El propio Comandante se fué a una gira por el mundo, en la búsqueda de experiencias y modelos de ciudades. Siempre se cuidó en mantener la dignidad de las viviendas para el pueblo. Liquidó la política de las casas de palomas, como popularmente, le decían a las casuchas de FUNDABARRIOS: Concibió La Gran Misión Vivienda Venezuela.
Se decretaron los AVIVIR para garantizar los terrenos para la construcción de viviendas, se expropiaron las construcciones privadas que incurrieron en estafa inmobiliaria y se abrió la participación privada con financiamiento a quienes teniendo terrenos, lo solicitaran.
Comenzaron a surgir nuevas ciudades y edificaciones, en donde antes existían terrenos ociosos. Una ofensiva en la construcción de viviendas dignas, jamás vista. Todos los servicios, instalaciones deportivas y de atención de salud, servicio de transporte y áreas comunes: Una nueva forma de vivir.
Todo no puede ser hermoso. Surgen los aprovechadores y los corruptos; algunos señalados que no entregan los materiales a tiempo, situación que retarda las obras; otros, se dedican ofertar ventas de apartamentos o casas a bajos precios, en las páginas Web; éstos, traicionan el Legado del Comandante al vender lo que no de ellos; es la delincuencia organizada como un cáncer, que si no se toman medidas de castigo ejemplarizante, terminará de liquidar el proyecto más extraordinario de la Revolución Bolivariana.
En la cuarta república, había vivos que obtuvieron más de una vivienda; otros incurrían en las modificaciones convirtiendo las modestas casas en palacetes. Había ventas o traspasos ilegales de viviendas. Esos vivos, en la Quinta República se enchufaron; ahora, con el descaro, ofertan sus “ventas” en las páginas Web; por otro lado, aparecen las modificaciones escandalosas.
El ejemplo más evidente está en “Los Libertadores”, allá se levanta la modificación de una vivienda, que pareciera ocupar en una esquina el área de dos casas: Una bofetada a la memoria del Comandante Supremo. Es necesario poner al descubierto al enchufado que continúa la viveza del clientelismo de la Cuarta República. Castigo ejemplarizante para ese abusador o abusadora: Una vergüenza para la GMVV.