Diputada ¿Usted cambia votos por carajazos?

La “honorable” María Machado está que arde de la rabieta. Le echaron a perder su desfile de sonrisas que tenía preparado en su campaña de ensueño ¡Me privo, no puede seeeerrr! Todo estaba previsto, los volantes, el atuendo pulquérrimo, su boquita, sus rodillitas, sus secuaces entremezclados con la gente que tenía que abrazar, los escoltas por si acaso un atrevido o atrevida se pegaba de más y le manchaba su imagen de diosa venerada ¡Guácala! “Yo soy tu salvadora, defensora de los humildes y desamparados. Bienaventurados los que me creen porque si no les cae”.

En ese trance estaba cuando suena el celular. Es Loco Peleón que le suelta a modo de saludo: ¡Caramba diputada, usted es una tigra pa´ pelear! Y yo dándole lecciones. Debería ser al revés porque… ¡Mire diputado -lo interrumpe- No tengo tiempo ni oídos para palabras necias! Yo lo que quiero es una Venezuela más bonita, donde la mujer no padezca la agresiones que hay en todas partes. A mí me da un dolor inmenso ver a legiones enteras de madres sufriendo por los golpes de la vida, del marido bruto y cruel que seguro es un chavista, de este gobierno que es la encarnación de la violencia ¡Aaahh, pero tenían que fastidiarme el recorrido por el Mercado de Coche! Los violentos fueron ellos que no quisieron que yo estuviese allí ¡Mire diputado, me dan ganas de denunciarlos en la CIDH por segregacionistas! Y yo que pensaba que en una noche tan linda como esta estaría celebrando mí recorrido por… Loco Peleón empieza a tararear un conocido jingle de concurso de belleza. Ella grita: ¡Vaya a cantarle esa vaina a su suegra! Y tranca.

Está que no se haya, tiene los nervios de punta y le duelen los meñiques de tanto estirarlos. Su computadora tiene un mensaje de enlace; es Doña Ileana Ros Lethinen. Ni loca le atiendo a esa vieja regañona -piensa- Luego de un episodio tan violento lo que ahora necesito es paz. Cierra los ojos y la imagen de Henry Ramos Allup aflora. Se estremece y se despabila ¡Peeerrrro! ¿Y qué hago yo pensando en ese adeco desgraciado? ¿Será que lo llamo? En esa duda estaba cuando la sobresalta el repique del celular ¡Coño, es Henry! Carraspea, respira profundo, se arrecochina y atiende: ¿Cómo está diputado?

El aludido le suelta capachero: ¡Caramba diputada, usted es una tigra pa´ pelear! Su asalto al mercado de Coche me trajo recuerdos de mis años mozos; yo me acuerdo… ¡Mire diputado, déjese de vainas conmigo que ya estoy harta de sus agresiones! ¿Pero cuáles agresiones, chica? Si te estoy llamando es para felicitarte... !A mí no me venga a felicitar un carajo! Y si se le ocurre cantarme cancioncitas le voy a mandar a dar un tate quieto con mis escoltas ¿Aaah siii, con sus escoltas? Mándemelos pues pa´ que sepan lo que es un “cabillero”. Yo también tengo mi gente que sabe tirar la mano. Y tranca.

Henry, furioso, piensa: Esta si es arrecha. Ofrecerle palo a un adeco cuando nosotros administramos la violencia en este país por más de cuarenta años ¡Qué riñones! Trata de calmarse, respira profundo y cierra los ojos. Las imágenes de Pedro Carvajalino y Cabeza é Mango afloran. Le entra como un frío.

María Machado piensa: ¡Hay que ver que estos adecos del carajo sí son violentos! Trata de calmarse, respira profundo y vuelve a cerrar los ojos. La imagen de Bianca Martínez con un ojo morado aflora. Pega un grito y se chorrea.

coolthin@gmail.com


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Plácido Delgado


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