Los 6,5 millones de votos que obtuvo la oposición política venezolana en las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre, es el máximo de votos que pudo haber obtenido en esa contienda, como resultado de la aplicación de una acertada estrategia motivacional, que llevó a sus partidarios al convencimiento absoluto de que era posible derrotar a Hugo Chávez. Tanto es así, que los peregrinos de Miami que viajaron a New Orleáns, lo hicieron con la plena certeza de que llegarían a la tierra prometida. Transcurridas ya algunas semanas, y dadas las explicaciones de rigor para aliviar los dolores que causa la desesperanza, los mismos sectores de la oposición, nucleados en torno a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se disponen ahora a librar otra gran batalla, con miras a las elecciones regionales del próximo 16 de diciembre.
Para ello, tienen que luchar contra la desmotivación en que pueden haber caído muchos de sus partidarios, aparte de que ya no cuentan con el principal elemento motivador: derrotar a Hugo Chávez. El reto entonces para la MUD es llegar a retener la máxima cantidad posible de votos, de los 6,5 millones obtenidos el 7 de octubre, una vez descontados los que perderán por razones de decepción, desmotivación y abstención. Esos votos, distribuidos ahora en 23 entidades federales, son el capital con el que cuenta para intentar alcanzar la victoria en algunas gobernaciones. El problema es que ya no se dependerá tanto de lo que las fuerzas políticas de la MUD puedan hacer, sino que más bien se estará a la espera de lo que las fuerzas del chavismo logren desplegar en la campaña electoral.
Porque, ¿qué ocurriría si el chavismo logra trasladar al 16 de diciembre un alto porcentaje de las cifras obtenidas el 7 de octubre? ¿Qué ocurriría si la operación del 1 x 10, llevada adelante exitosamente en octubre por las patrullas del chavismo, es replicada en diciembre? ¿Cuántas gobernaciones entonces podría ganar la oposición?
