Desde el mismo momento de la partida física y nacimiento espiritual infinito del Comandante Hugo Chávez, las redes sociales y los teléfonos celulares del pueblo disociado se han convertido en el objetivo ideal para atacar su memoria, legado y ofensas contra sus hijos (el pueblo venezolano fiel seguidor de la doctrina “chavista”). El desprecio arremete de una forma incesante y diaria, aproximándose al final de la raya de la tranquilidad, con intención de avanzar a la raya de la intranquilidad producto al mismo tiempo del veneno televisivo expresado por dirigentes de extirpes rancias fascistas-derechistas y de seguidores alienados con el chip del “sueño americano made in Miami” con sus memorias históricas acéfalas y mentes vacías para el debate.
Todavía es notorio el “Síndrome Traumático Post-Electoral” que causó Chávez con su re-elección presidencial en octubre 2012 cuando un sector de la oposición venezolana que no estaba preparado para la derrota de su candidato Henrique Capriles, salió a despotricar el odio más miserable e ignominioso contra sus propios hermanos venezolanos de calle. Esa derrota para la derecha que se respira nuevamente con un triunfo de Nicolás Maduro como candidato presidencial en el 2013, será de una manera más contundente y rotunda porque se suma ahora el llanto de un pueblo que perdió físicamente a su líder Hugo Chávez, hombre amado y respetado por millones alrededor en el mundo y que la burla como arribismo material dizque de un pueblo que se autocalifica de letrado en la derecha venezolana, arremete nuevamente por la televisión, redes sociales y cuanto medio de comunicación posible tengan a su alcance para manifestarlo.
La conducta que éste ínfimo sector de la población manifestaba públicamente, se ha extendido casi en un comportamiento general enfermizo. El nacionalismo que estos venezolanos demostraron en la campaña electoral pasada con el secuestro de los símbolos patrios en una gorra, se terminó de un día para otro al voltear la bandera venezolana, colocar de luto las estrellas y promover lo que ellos llaman “luto activo”. La paz y el camino de una nueva patria que vociferaban se convertía en mini-guarimbas, pre-cacerolazos, resquemor, odios y maldiciones que por cierto, también cobijaban en vírgenes y rosarios amparados del Dios que solo actúa para ellos (hasta en eso el egoísmo impera). Los demonios desatados terminaron por imponerse.
Desde hace algún tiempo cualquier figura pública que se manifieste a favor de Chávez y ahora de Nicolás Maduro, ha sido maltratada públicamente, he allí ejemplos de artistas, deportistas, intelectuales o figuras que resalten en los medios de comunicación. Eso se hace inédito en un país como Venezuela que siempre ha sido bonachón pero trabajador y solidario. Lo nuevo a partir del 08 de octubre de 2012 es la conducta que se ha desatado por quienes votaron por Randonsky, el odio visceral se ha traducido en peleas familiares, enemistades, eliminación de amigos chavistas de las redes sociales, adjetivos despectivos, discriminación, maltrato verbal de todo tipo, etc. Lo preocupante, es el alimento que los medios privados siguen aportando con su “casquillo” de disociación psicótica.
En verdad, esto duele en un país xenófilo como Venezuela donde las puertas a los extranjeros se han abierto siempre de par en par y donde quienes luchamos por nuestro propio esfuerzo para salir adelante y superarnos, hayamos crecido en sana paz, aunque calándonos por años la llamada democracia representativa que robaba y excluía el sueño de muchos, por eso ¡no vengan con el cuento que Chávez ha alimentado el odio, porque quien tiene valores del hogar, no se deja llevar por las fuerzas del mal que hoy día se esputa! Mantengamos la paz cándidos como una paloma pero alertas y en guardia como una serpiente. Los políticos pasan, la familia y la amistad quedan.
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