Como militantes revolucionarios, pero sobre todo practicantes de la filosofía chavista, debemos seguir, sin el más mínimo pataleo, lo que decidió nuestro candidato a Presidente Nicolás Maduro: no mencionar más el nombre del fascista-golpista-candidato-opositor hasta tanto no se retracte de sus graves ofensas en contra de la familia del Presidente Chávez. Esa fue una inteligente decisión, que entraña una demostración de firmeza.
Este planteamiento lo hacemos, porque no obstante lo decidido por nuestro futuro Presidente, los camaradas en los foros y en medios tan leídos como APORREA, siguen mencionando el nombre de este oscuro personaje que vilipendió el honor del pueblo venezolano, al poner en duda los hechos acaecidos alrededor de la lamentable muerte de nuestro amado Chávez. Es más, su nombre no debería ser mencionado nunca más por ningún revolucionario. No se puede, ni se debe, dar cabida en nuestros medios masivos de comunicación a alguien que profirió tan graves ofensas. Yo no lo voy hacer más nunca.
Mencionar su nombre es darle la relevancia que no tiene, es caer en su juego proselitista, en su estrategia política. Nombrarlo es hacerlo popular, es contribuir con la difusión de su nombre, así sea criticándolo. Eso, desde el punto de vista mediático resulta a la postre positivo para él. Es hacerle la campaña. Por el contrario, contribuyamos a colocarlo en el sitio que debe ocupar: en el sitio de la memoria corta, del no existe, del rincón del ignorado.
Ese personaje está atacando con todo, hasta utilizando, esta vez con más descaro, los más bajos sentimientos humanos. Para ello busca ser destacado, citado, mencionado y para ello nos quiere utilizar a nosotros mismos, a los chavistas. Nos quiere poner como su interlocutor ante esa inmensa cantidad de ciudadanos venezolanos y extranjeros a los cuales conectamos a través del chavismo. Anda buscando como penetrar la mayor masa de electores que tiene este país. Ahora, ya no es la gorra tricolor que le quitó al chavismo en las elecciones pasadas, ahora incluso tiene la osadía de utilizar el nombre de Simón Bolívar.
El nombre Simón Bolívar les queda muy grande de utilizar, no porque como venezolanos no puedan, sino porque él fue uno de los golpistas que ayudó al golpista mayor, Carmona, a tumbar de la pared en Miraflores el cuadro sagrado de Bolívar. Odian la palabra bolivariana, pues estuvo de acuerdo con los del golpe, cuando se cambió el nombre en aquel nefasto decreto Carmona, a la República Bolivariana de Venezuela. Le eliminaron la palabra bolivariana. Mientras Chávez vivió, nunca se atrevieron a utilizar el nombre de Bolívar, pero ahora como ave carroñera, se quieren beneficiar del nombre de Bolívar, puesto en su sitial de honor por nuestro Presidente. El nombre de Simón Bolívar lo tenemos los venezolanos de corazón, los que de verdad amamos la Patria, sólo para las grandes cosas. No para las simplezas. Eso al menos deberían respetarlo.
Lo más asqueroso de todo esto es que pretenda suplantar el amor por Bolívar que en todos nosotros sembró y reivindicó Hugo Chávez. Tanto es su desespero, que cree el innombrado éste que colocando o utilizando el sagrado nombre del Libertador de la Patria a su comando de campaña puede captar votos del chavismo. Que pelón tan grande. Se olvida este apátrida, que Bolívar es ahora pueblo. Es pata en el suelo. Es el Bolívar de Chávez. Y nosotros amamos al amor que Chávez sentía por Bolívar. Pero además, los chavistas tenemos inoculados en cada célula de nuestro cuerpo, en nuestras mentes, las ideas de Chávez, la filosofía de vida de Chávez. Nunca lo vamos a traicionar y si Chávez nos dijo que Nicolás Maduro era el hombre que había que elegir como Presidente de la República, así se hará. Y punto. No nos vengan a pintar pajaritos en el aire.
¿No vio acaso este personaje la madurez política de un pueblo, en estos días de dolor y aciago por la muerte del líder?. Dificulto que en país alguno en el mundo exista un pueblo con la madurez política como la que tiene el pueblo venezolano. Todo gracias a Chávez. Bien difícil de convencerlos de otra cosa distinta del chavismo. A casi todo que veíamos en los medios hablando de su dolor por la muerte del líder, le oíamos expresiones que reflejaban una contundencia política, de identificación clara con este proceso revolucionario, con las ideas del chavismo. Así que estás jodido, señor innombrado. No sé cómo le vas a responder al Pentágono y a los apátridas por la plata que debes estar recibiendo para lanzarte a esta aventura. Pero le vas a quedar muy mal, pero muy mal.
Finalmente, ya está bien que dejen de copiarse y apropiarse de las ideas de Chávez, del chavismo. Se apropiaron de los cacerolazos, de la gorra, ahora de la idea de colocarle nombres insignes de nuestra patria a su comando de campaña. Hasta el carácter de Chávez y la forma de ser se quiere copiar el innombrado. Pero Chávez era humano, con un profundo amor por el prójimo y nunca actuó con la bajeza de este individuo. Carajo al menos sean originales en algo, una vez en su vida. Nunca las copias son tan buenas y auténticas como los originales. Chávez era original. Sus ideas son originales, muy difíciles de copiar.
Ignorarlo, ignorarlo, excelente estrategia de nuestro candidato Nicolás Maduro.
(*) Profesor Titular ULA
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