El fascismo trabaja con la irracionalidad de la gente. Exacerba los sentimientos de odio, de temor, de intolerancia y una vez que logra su cometido de nada sirve que sus seguidores sean letrados o analfabetos ya que pierden por igual la capacidad de raciocinio.
Si sus lideres le dicen una mentira para ellos es una gran verdad aunque choquen mil veces con la realidad.
Eso esta pasando con los sectores de oposición en Venezuela.
Si su líder les dice que están arrasando ellos se creen que están arrasando, no son capaces ni siquiera de hacer un conteo rápido para encuestar cuantos vehículos transitan con calcomanías o pintas alusivas a tal o cual candidato.
Si su líder les dice que el otro candidato se expreso con desprecio hacia algún sector social, ellos lo tomaran por cierto y aunque tengan acceso a Internet y comprobar en videos lo que realmente se dijo no se atreverán hacerlo.
Si su líder les dice que en un mes acabara con la delincuencia, ellos no se preguntaran como será ese maravilloso método, solo deliraran extasiado de “tan tremenda elocuencia”.
Si su líder les dice que reducirá en un año la inflación a menos cero y que la moneda se revaluará al nivel del dólar, ellos no perderán el tiempo en pensar en el ¿Cómo? Sino en decir “este es el estadista que requiere el país”.
El fascismo cierra el paso a la reflexión, a la observación, al sentido común y abre las compuertas del odio y el resentimiento.
@josehog1
Josehog13@gmail.com