La obligación de un alcalde es dar la mejor calidad de vida a sus conciudadanos. Aupar una gestión que va en detrimento de su nivel de vida, es comportarse igual a las hienas que, por su naturaleza, comen mierda y tienen las bolas de reírse.
Así sucedió en las urbanizaciones de los municipios Baruta y Sucre del Edo Miranda, donde muchos, premiaron a los adalides del chiquero en que estos vagos han convertido estos municipios; y saltando entre montañas de basura, aderezadas con las troneras de huecos (todo un espectáculo de destrucción masiva), salieron a votar este 8 de diciembre para destruir a la patria. Conscientes están de lo que hicieron, sabían bien a lo que apostaban y por qué: Votaron por el plebiscito. Con estos votos, el vampiro, héroe de aquella carnicería humana, que fue la masacre del Retén de Catia (1992), en la que murieron centenares de reclusos a los cuales les aplicaron la ley de fuga, cuando Ledezma era el Gobernador del Distrito Federal , y valiente defensor de la ballena que bañaba con furor y con agua helada del Guaire a los viejitos que osaban reclamar por su pensión, logró colarse de nuevo, para desgracia de todos los habitantes de la Gran Caracas , maldición que tenemos que pagar, justos por pecadores.
Igual destino le tocó a Maracaibo y Valencia, con dos perfectos rufianes, coronados por la “élite” inmoral que los eligió. En El Táchira y Mérida, ídem, con paramilitares incluidos.
Aún así, y a pesar de estos pegotes, VENEZUELA, holgadamente, de nuevo salió victoriosa, y venció a los descendientes del Santo Oficio.
¡Seguiremos venciendo!