Algunos se preguntan por las motivaciones que mueven a los estudiantes y otros sectores de la ciudadanía venezolana a enfrentarse al gobierno revolucionario. Otros buscan las razones ideológicas o las causas económicas que sustentan la rebelión de una parte de la juventud venezolana en contra del proceso de transformaciones que se realiza en Venezuela.
Mirando el asunto con más detenimiento y tratando de encontrar el vínculo de las apreciaciones con los hechos observables, nos damos cuenta que las explicaciones a veces folclóricas como guarimbas, chuckismo, vandalismo y a veces claramente políticas como fascismo, conspiración golpista pro imperialista, con las cuales se han pensado y revelado las vicisitudes de la coyuntura, nos da una imagen caricaturesca y a veces vulgar de la realidad.
Que en vez de aclarar las incongruencias, las paradojas, las ambigüedades de hechos y discursos derechistas, nos ocultan el fundamento filosófico en el que se apoya teórica e ideológicamente la fuerza política y social de la derecha venezolana.
Los burgueses y clases medias derechistas, se sienten desilusionados con el proyecto socialista divulgado por Chávez y Maduro, porque el socialismo, no es compatible con “la libertad”, el egoísmo calculado, el libre mercado y “el nacionalismo” que la derecha pregona.
Esta desilusión, aparte de ser una expresión despectiva, negativa, de rechazo y abandono del proyecto revolucionario bolivariano colectivista, concretizada en actos para-militares terroristas, expresa también el anhelo de derrocar al gobierno y restaurar el modelo neoliberal capitalista.
Que mejor filosofía que el nihilismo, se presta para fundamentar la desilusión y el rechazo al socialismo, el anhelo de restaurar el libre mercado y las privatizaciones y la justificación ideológica del terrorismo y el caos en Venezuela.
El nihilismo es la filosofía en la cual la derecha Venezolana fundamenta su política fascista. Desde esta visión se pretende hacer del socialismo un proyecto absurdo, que no funciona para el progreso, ni para las relaciones sociales; por ello, hay que vulnerar toda autoridad y no aceptar ningún principio normativo ni valorativo que oriente la conducta individual y social, por un rumbo diferente. (hay que mantener la desobediencia civil, no se tiene que asistir a las convocatorias gubernamentales para la paz, criticar todo lo que le rodea, etc.)
En esta filosofía, no hay ninguna sensibilidad moral, no hay respeto por las acciones sociales tendientes a mantener la armonía (les vale verga la paz y la autoridad) son irreverentes con la normativa social establecida. Viven según su propia ley, que en este caso es la del terrorismo, destrucción del patrimonio y los asesinatos.
Desprecian las instituciones gubernamentales, religiosas, educativas, etc. ya no quieren estar atados a las normas, leyes y valoraciones morales que ha creado la revolución.
El nihilismo es la filosofía de la época cuando la burguesía está perdiendo su poder y su hegemonía social y económica. Y se desarrolla cuando la democracia popular participativa crea las condiciones más adecuada para que ellos puedan manifestarse.
Las actitudes despectivas hacia la revolución y el socialismo han quedado gravadas en personajes como Leopoldo López, Ledesma y otros. Estos nihilistas miden las relaciones amistosas y políticas desde el ámbito de lo comprable y vendible…
Ahora bien, las cosas que no se ven pero que están en el fondo, generando el sostenimiento subjetivo de los hechos violentos; hay que buscarlos en el terreno intelectual, para someterlos a dura crítica teórica y epistemológica. Porque tal vez sean éstos, los referentes teóricos que están influenciando esta manera de pensar y actuar.
Esto es un trabajo que tiene que ver más, con la crítica filosófica que con la política.