Se suponía que la iniciativa del gobierno de llamar a todos los sectores de la sociedad venezolana para, en reuniones a nivel nacional y estadal, oír los reclamos y observaciones de quienes consideran que deben hacerse cambios puntuales sobre todo en la economía, así como hacer solicitudes para el abordaje de otros problemas polémicos, tiene o tenía como objetivo principal parar la ola de violencia que está desatada en los municipios que están en manos de Voluntad popular y/o Primero Justicia, partidos de ultraderecha probada.
Pienso, y si alguien no está de acuerdo conmigo que me compruebe lo contrario, que para nada dichas conferencias de paz han servido para bajar la intensidad de las acciones terroristas que tanto daño, en tan poco tiempo le han hecho al país, el Táchira es un claro ejemplo, para nada ha servido en cuanto a disminuir la violencia todo el esfuerzo hecho en la conferencia de paz regional, simplemente porque por un lado la llamada MUD, se ha negado empecinadamente a participar en las reuniones, pero aunque lo hiciese no tiene la ascendencia sobre los violentos, y quien los dirige, financia y pagó su entrenamiento y el reclutamiento de paramilitares, que ya nadie niega son el ingrediente más inhumano y violento que conforma esta guerra.
Precisamente, una de las razones por la cual no ha querido hacerse presente, a pesar de los llamados no sólo del gobierno sino de otros sectores, es porque sabe que la van a emplazar para que llame al fin de las acciones violentas y criminales y está consciente de que no le van parar lo cual les haría quedar muy mal al develarse su falta de autoridad, pues es una organización vuelta pedazos en donde no hay unidad de criterio ni liderazgo.
Todos sabemos que lo que sucede ha sido preparado desde hace mucho tiempo por el hoy entre rejas Leopoldo López, quien logró montar un parapeto con características de partido político, como fachada democrática pero que en realidad era un factor para agrupar a los violentos que hoy tienen una cadena de crímenes contra la vida, los bienes y el ecosistema que cada día aumenta las perdidas y el daño económico al país.
Por otro lado no cabe duda que el jefe de esta guerra y sus lugartenientes, María Machado, Ledezma, y los alcaldes de los municipios en donde son fuertes, lo que hacen es seguir y aplicar el guión que les envían desde USA y para lo cual les han aportado además del entrenamiento, enormes cantidades de dinero que les han servido para financiar mercenarios, a quienes les pagan muy bien por su trabajo que no es otro que incendiar, destruir y matar.
Si no fuese así a estas alturas ya los focos de violencia hubiesen desparecido y no estaríamos lamentando el incremento de la misma con saldos tan negativos como la suma cada día de nuevas víctimas fatales y nuevos destrozos a bienes del Estado y de privados.
Así que no podemos caernos más a mentiras y seguir creyendo en pajaritos preñados, esta gente está dispuesta a lo que sea, quienes conforman los grupos violentos son paramilitares que simplemente hacen lo que saben hacer que es matar y el resto son quienes fueron entrenados para ello, bien pagados y uno que otro reclutado a quien le han envenenado de tal manera su conciencia que ya parece uno de ellos, pero además y producto del odio inculcado por mucho tiempo, tienen lamentablemente el apoyo de comunidades enteras que les proveen la logística, les prestan sus casas y apartamentos para refugiarse y hacer sus necesidades.
Por ello la complejidad de lo que la fuerza pública enfrenta para nada es convencional, sino que forma parte de nuevas estrategias de violencia que en otros países le han dado resultados al imperio, para su voracidad de conquista y dominación.
Es entonces cuando quienes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de derrotar la violencia y que están con una espada de Damocles sobre sus cabeza por aquello del respeto irrestricto a los derechos humanos, están en desventaja para utilizar la fuerza con la misma intensidad que el enemigo la utiliza y que se refleja en todos los daños humanos y materiales que han causado.
Por lo tanto vuelvo e insisto que hay que actuar con inteligencia y asestarle golpes donde más les duela, por un lado a las fuentes de financiamiento cortándoles el flujo del dinero que les viene de fuera, y el que ya deben tener por enormes cantidades al convertir los dólares y euros en bolívares, pero además detectando quienes, empresarios y comerciantes, les proveen de una cuota diaria cuestión que es pública y notoria y que no sería muy difícil para la inteligencia, dar con ellos.
Por otro lado repito que los edificios que circundan las barricadas y que ha quedado probado es desde donde disparan los francotiradores que ya han causado bastantes muertes, deben ser tomados, en sus azoteas por la fuerza pública, con una orden judicial lo cual permitiría quitarle a los asesinos el espacio desde donde disparan a quienes desmontan las barricadas, pero además cerrarles la posibilidad de apoyo por parte de los vecinos de oposición que se prestan para indirectamente participar en las guarimbas.
Si no preparémonos para vivir, por lo menos aquí en el Táchira. un Vietnam del siglo XXI.