Aunque parezca inverosímil, y además aberrante, no es menos cierto que por descuidarse el Vaticano, nuestra Conferencia Episcopal se dejó infiltrar por demonios disfrazados con sotana. Contrariando la función de la Iglesia católica, apostólica y romana, vemos con estupor como algunos obispos en forma despiadada le declaran la guerra al poder popular organizado en revolución. También es pública y notoria la desfachatez de estos obispos cuando descaradamente le hacen el juego al terrorismo tarifado, que es la más pura expresión del fascismo de nuevo cuño. ¿Y podrán ser dignos de respeto quienes están en complicidad con los mercenarios que la CIA y el Pentágono capta para desestabilizar las instituciones con miras a romper el hilo constitucional? Es por ello que cada vez son mayores las razones para denunciar que la Conferencia Episcopal se la pasa “a Dios rogando y con el mazo dando”.
En verdad que nos cuesta entender que la alta jerarquía eclesiástica, ande prestándose a la sucia maniobra de esa oposición apátrida que tira la piedra y esconde la mano. Y lo que decimos no son meras especulaciones, pues a diario vemos a ciertos obispos en una grosera declaradera para justificar lo injustificable, echándole así más leña al fuego. ¿Cuál es la gracia que monseñores no se respeten a si mismo y se deleiten haciendo falsas acusaciones en medios de comunicación, en vez de sermonear a favor de la paz y la convivencia entre venezolanos?
Enumerando algunos ejemplos constatamos que no son cuentos de camino ni conversaciones de arrieros. Bastaría citar que la pasada semana, Ovidio Pérez Morales, Obispo Emérito de Los Teques, desesperado quizás por el anonimato de su retiro, creyó comérsela toda cuando declaró que estaba planteada en Venezuela una transición de gobierno, como si cambiar el inquilino de Miraflores fuera cuestión de soplar y hacer botella. Días después, reaparece el Presidente de la CEV, Monseñor Diego Padrón, cuestionando una supuesta represión contra esos “santurrones” y guarimberos alcaldes que ocasionaron a la nación cuantiosas perdidas por más de quince millones de dólares, amen de 39 inocentes vidas que fueron victimas del sicariato y de paramilitares financiados por el ex -Presidente colombiano Álvaro Uribe. A esta comparsa de cantinfleros y calumniadores de circo barato, no podría faltar el inefable Roberto Lückert, siempre bueno para nada. Esta vez, pateando un mandamientos de la Tabla de Moisés que prohíbe mentir, el obispo mitómano inventó “que Nicolás Maduro está aterrorizando al mundo civil por instrucciones de Raúl Castro”. A lo que preguntamos: ¿Si poner el orden necesario en casa, ahora se llama represión? ¿Qué sugiere Lückert para evitar que el terrorismo cegue más vidas y acabe con el país? ¿Acaso son inventos de Rodríguez Torres, cuando informa de la detención de peligrosos traficantes y terroristas internacionales, solicitados con alerta roja por Interpol, y a quienes se les capturó en plena faena guarimbeando y colocando barricadas? ¿O en pocas palabras, será que la Conferencia Episcopal quiere que nos coma el tigre?
Aclaramos que el gobierno de Nicolás Maduro solo le exige a la Conferencia Episcopal a que sea respetuosa de las leyes y que actué con sindéresis, pues en ningún momento ha exigido que el Vaticano lo condecore con la honrosa “Orden Piana”, distinción con la que su Santidad Benedicto XV trató en vano de ablandarle el sable a Juan Vicente Gómez, en 1916. Menos mal que Dios es muy grande, porque si no estos obispos revoltosos que van para el cielo y van llorando, también serian capaces de vestirse como Hitler o Mussolini. ¡Ave, María purísima!
Una última pregunta: ¿A ustedes, Señores Obispo de la MUD, les gustaría ser sorprendidos con bombas molotov, mientras degustan costosísimos vinos importados y devoran platillos de reyezuelos? ¿O no? Entonces, pónganse a predicar la palabra de Dios, pues les queda muy feo andar de fascistas por estas calles.