Financiados por el demonio

Entre 1976 y 1977 Felipe González era un «caraqueño» que podía ser visto en el hotel Selva Negra de la Colonia Tovar o en casa de cualquiera de los políticos adecos que por aquellos tiempos gobernaban en la «Venezuela Saudita» de Carlos Andrés Pérez CAP. Probablemente este fue el «puente» que usaron los alemanes del famoso «Caso Flick» para financiar al PSOE español sin rendir cuentas.

Desconozco cuánto dinero costó el exitoso proyecto Felipe González-PSOE a las arcas públicas venezolanas o a otras arcas públicas o privadas... pero seguro que mucho más que los 400.000 euros que cobró el profesor Monedero por trabajos de asesoramiento.

El Partido Popular (PP), partido que se financia de manera «muy eficiente», administrado por tesoreros imputados por múltiples delitos, es uno de los principales financistas de fundaciones-tapadera que buscan el acceso al poder mediante la desestabilización y el sabotaje en Venezuela. La propia Fundación del PP, la FAES, realiza actos con lo más «selecto» de la oposición política violenta venezolana, especialmente con María Corina Machado, que califica los cientos de miles de dólares que recibía de la NED estadounidense (otra tapadera de la CIA) como «cooperación internacional», mientras que la cara amable y pacífica de la oposición venezolana la ponen políticos retirados como Eduardo Fernández, financiado por el PP español en su Fundación Pensamiento y Acción y a sueldo de los conservadores en la Fundación Popular Iberoamericana.

La «cooperación internacional» de la oposición violenta venezolana se transforma en «financiación para desestabilizar» cuando quienes la reciben son particulares o partidos que se presentan a elecciones sin planes desestabilizadores previos económicos o políticos.

Pensemos en la cantidad de «movimientos desestabilizadores antisistema» financiados por Irán, Corea del Norte o Venezuela (por elegir tres clásicos malignos) y comparémoslos con los financiados por Europa y Estados Unidos. Allende, una víctima de esa «cooperación internacional», es la prueba del ejercicio de cinismo que significa señalar como «financiados por regímenes totalitarios» países que sufrieron en sus carnes la «cooperación internacional»



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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