Luego de la chorreada y reculada del carcamán adeco Ramos Allup en la Asamblea Nacional, quien tuvo que reconocer la Constitución y al pueblo, se tuvo que meter el rabo entre las piernas y acatarse a las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia. Eso le pasa por bocón, por presumido, por arrogante y por pretender humillar al pueblo noble. También le pasa por su paupérrima formación democrática y estadista y por ser una senil marioneta del imperio a quien le recibe órdenes sin ripostar. Sus ínfulas, ya desplomadas dan vergüenza ajena a propios y a extraños, a chavistas y opositores; en especial a quienes confundidos se abstuvieron de votar el 06 de diciembre.
Con cierto orgullo hago remembranza de aquel penoso fallo del TSJ, cuando sentenció que hubo vacío de poder y al presidente Hugo Chávez en el 2002, no fue secuestrado y sacado del poder sino que “unos militares preñados de buenas intenciones lo sacaron para protegerlo”; allí faltó agregar que lo llevaron a pasear para liberar el stress político que generaron las televisoras que inyectaron duras dosis de odio hacia la revolución. Recuerdo con orgullo porque luego de ese doloroso fallo del TSJ, el presidente Chávez dijo que tragaba arena, pero acataba esa sentencia. Una lección de demócrata y de estadista, porque Chávez no pensó por sus intereses sino por la estabilidad del país. Todo lo contrario del senil adeco que pese a estar en una edad ya para dedicarse a sus propias reflexiones, dio un traste constitucional y pensó en sus propios negocios y sus intereses económicos particulares, como es asirse del poder absoluto para vender la patria a los grandes consorcios y trasnacionales del capitalismo mundial del combustible.
Así son ellos. No han cambiado nada ni cambiarán algo. Son una camada de ambiciosos cegados por sus envidias y egos, sus odios y mezquindades. Nunca, ni un instante se detendrían a pensar un segundo por los intereses del pueblo y de las mayorías humildes de este país como lo hizo Chávez toda su vida. Hugo Chávez entregó su vida para dar esperanza y soluciones a millones de venezolanos y venezolanas que estaban excluidos y desamparados de una vieja política representativa que lo que representaba eran sus propios intereses y negocios.
Fue Chávez que planificó tantas y tantas misiones e hizo una revolución bolivariana para llevar la mayor suma de felicidad posible. Pero tantas y tantas que llegaron a tocar los intereses de estos políticos opositores que a través de sus engaños y manipulaciones y una guerra económica desatada por los cuatro lados han molestado a la familia venezolana. Sin embargo, vamos a detenernos a hablar sobre una Gran Misión como es la de la Vivienda. 120 mil familias damnificadas porque perdieron todo por las inclemencias de las lluvias. Allí estuvo Chávez, allí estuvo la revolución y la mano amiga de un pueblo que no escatimaron esfuerzos en apoyar esta noble causa y toda esa gente fue reubicada en casas y viviendas dignas.
También se logró llegar y sobrepasar la meta de un millón de viviendas hechas por la revolución para las familias venezolanas. Único país en el mundo que ha sabido entender y atender las necesidades del pueblo venezolano en todos sus estratos. Un gobierno revolucionario que hoy asume su hijo Nicolás Maduro de llevar solución habitacional a tanta gente que pasó una y mil calamidades familiares por no tener dónde vivir con estabilidad por no tener vivienda. Un Gobierno que se ha desbordado en oír el clamor de las mayorías para solucionarle su problema habitacional para que la familia en general viva con mayor vigor y amor.
Ahora nos sorprendió Julio Borges con una clase magistral de populismo y demagogia. Un farsante que antes había dicho que este gobierno no había construido sino 22 casas y lo demás eran maquetas para engañar al pueblo. Un descarado mentiroso que ahora pretende embaucar a la población con una supuesta ley para darle la propiedad a las personas para que ellas sean dueñas, todo con la finalidad de que estas personas inocentemente caigan en sus trampas y estas casas o viviendas entren al mercado especulativo. Nada tan falso y demagogo, nada tan perverso y populista que este atrevimiento de Julio Borges, ese mismo que negó la construcción de las casas y ahora sí las reconoce. El pueblo debe estar alerta y maximizar la conciencia política porque estos diputados de la maldad siguen manipulando para tratar de engatusar a un incauto. Por eso a seguir con los objetivos de crear conciencia revolucionaria en el pueblo en especial en aquellos que de una u otra manera, muy equivocadamente, llegaron pensar que esta gente traería algún cambio. Estos quieren es el destrozo del país y las fuerzas revolucionarias no lo vamos a permitir. Julio Borges es un populista y demagogo, merecedor del premio CAP 2016, así estemos empezando el año.