La "apóstata" Exhortación de la CEV

"Yavé odia el sacrificio de los malvados, pero escucha la súplica de los hombres rectos" (Proverbios, 15,8)

Leímos con atención las cuatro páginas del reciente documento de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) firmado el pasado 12 de julio de los corrientes, con la bendición de los arzobispos y obispos de Venezuela.

Entendemos la buena fe que impulsa a los prelados de la iglesia católica de nuestro país, preñados de buenas intenciones, quienes por la coherencia de su conducta, la cual se ha hecho expresa a través de su actuación en los últimos años y se comprende.

En especial, si la analizamos a la luz de los 18 años de la Revolución Bolivariana donde no han ocultado su accionar manifiesto y su descarada e hipócrita posición política (de algunos obispos y curas) quienes quizá poseídos por Satanás, han apoyado hasta golpes de Estado en la Patria de Bolívar.

Los hechos están a la vista y los protagonistas no pueden ocultar su actuación, porque afortunadamente la historia contemporánea se registra con imágenes. Las cuales no pueden negarse porque sirven de testimonio irrefutable y de prueba contra quienes con el tiempo parecieran decir: "yo no fui".

Sin temor a equivocarnos, quisiéramos pensar que la responsabilidad de escribir el más reciente documento de la CEV recayó en el letrado y arzobispo de Mérida Mons. Baltazar Porras y sólo una que otra coma fue colocada en la revisión, por el comunicador social y presidente de la Conferencia Episcopal, el obispo Mons. Antonio Padrón Sánchez.

Lo más significativo de la conducta reincidente de los obispos agrupados en la CEV (a la cual Diosdado Cabello denomina con acierto partido político) es que se mantiene a espaldas de los dictados del Papa Francisco y de la conducta que manifiestan, al lado de los pobres, la gran mayoría de obispos latinoamericanos.

El ejemplo lo podemos observar en obispos y curas mexicanos quienes están resteados al lado de los maestros y estudiantes que asesina el gobierno azteca; la participación activa de prelados colombianos, en los diálogos de paz en La Habana; el ejemplo del obispo Miguel de Nicaragua y el accionar contundente de curas y monjas centroamericanas, así como quienes están al lado de las reivindicaciones obreras y reclamos contra el gobierno del presidente neoliberal de Argentina, Mauricio Macri.

Desde luego que la autonomía de las iglesias en el mundo regidas bajo la Curia Romana, con sus dictámenes y resoluciones aprobadas por la Santa Sede, no tienen nada que ver con la conducta retrógrada de la CEV hacia el gobierno revolucionario bolivariano de los presidentes Chávez y Maduro.

Para muestra basta un botón. Pudiéramos citar algunos puntos de la mencionada exhortación de la CEV los cuales más bien rallan en el cliché o en frases rebuscadas que utiliza la misma oposición venezolana; sin ir a la raíz o reconocer la causalidad de las mismas, sólo por obviar cualquier identificación con el "régimen chavista".

¡No! hermanos de la Iglesia, sus últimas actuaciones han estado caracterizadas por hechos que van más allá de las palabras y que los acusan como cómplices silenciosos, aupando conductas oprobiosas como las guarimbas.

¡No! Hermanos, porque ustedes prefieren el abandono de las parroquias de gente humilde, barrios y aldeas, donde viven curas que guardan silencio y milagrosamente y por voluntad propia, prestan el servicio como sacerdotes y pastores abnegados, quienes conviven con el pueblo y los pobres porque sienten y comparten el verdadero mensaje de Jesús.

¡No! Hermanos. Ustedes viven a espaldas del pueblo que sufre y sólo se limitan a ceremonias en fechas muy puntuales y de casualidad en los altares de mármol, sólo salen de sus palacios arzobispales y diócesis para pronunciar discursos cargados de odio y de señalamientos hacia el pueblo pobre de Venezuela.

¡No! Hermanos, porque en sus proclamas y discursos sólo se quedan en un diagnóstico que le les llevan feligreses de la oposición o los que pagan buenos diezmos; porque los chavistas son ignorados por representar a los tierrudos, a los pata en el suelo o a los "burros ignorantes", como los califican las "señoras encopetadas" de la alta burguesía, quienes se confiesan, se maquillan, se pintan y van a la iglesia con buena presencia.

¡No! porque no se pueden utilizar seminaristas inocentes para el proselitismo político en Mérida o en otras ciudades del país, para después decir que "fueron golpeados y desnudados violando sus derechos a la dignidad y al respeto, sin que ninguna autoridad pública interviniera para protegerlos".

¡No! hermanos. Ustedes dicen pregonar la verdad y la misión apostólica de la Iglesia de Jesús pero están a espaldas de ella. Decimos esto porque quedó demostrado, por boca de una propia opositora de Vanguardia Popular y un seglar indignado, que un arzobispo de la CEV conocía y se hizo el "policía de Valera", en la utilización de seminaristas para fines proselitistas y políticos de la oposición.

¡No! porque estamos cansados de hipócritas y fariseos, de sepulcros blanqueados como denunció Jesús a quienes "tiran la piedra y esconden la mano" y ahora se lavan las manos como Pilatos, en un simple comunicado que pide el Revocatorio y que abran la frontera de Colombia.

No queremos referirnos al "Señor de la historia" a quien ustedes invocan en su proclama, porque justamente la historia de la Iglesia está consagrada a través del tiempo, en las bendiciones con agua bendita a los aviones de guerra y los tanques fascistas que mataron millones de personas en la Segunda Guerra Mundial.

¡No! porque no queremos hacer referencia a las delaciones y muertes de los propios prelados de la iglesia como obispos, curas y religiosas de Colombia y Centroamérica (Mons. Arnulfo Romero, Camilo Torres y guerrilleros o progresistas).

¡No! porque ya basta de utilizar a "Nuestra Señora de Coromoto", la "Divina Pastora" y hasta el propio "Santo Cristo de La Grita", para azuzar al pueblo con su plegaria a favor de la oposición.

Los que profesamos la fe y creemos en las bienaventuranzas de Jesús, sabemos que es el mismo pueblo explotado de siempre. El mismo pueblo que fue exterminado por la Santa Inquisición y al cual en la conquista de América, gracias a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana fue aniquilado, como quedó registrado por misioneros de justicia divina en la "Leyenda Dorada". (ver obra "Brevísima relación de la destrucción de las indias", Bartolomé de Las Casas) contrapuesta en muchos casos con la llamada "Leyenda Negra".

Afortunadamente hoy tenemos en la Iglesia al Papa argentino Francisco quien sabe pedir perdón y a quien algunos prelados venezolanos tratan de ignorar; muy a pesar de invocarlo en la última Exhortación de la CEV... ¡Amén!

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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