No somos expertos en guerra ni en confrontaciones más allá de una que otra peleíta callejera en el barrio o en la escuela, cuando éramos niños o muy jóvenes y se podía hacer eso sin riesgo a un tiro del arma de fuego que algunos menores portan lamentablemente hoy día en su inocente morral escolar, pues eran “confrontaciones” que, cuando mucho, terminaban en ojos morados, algún diente flojo y la esperada reprimenda en la casa que, en nuestro caso, era tal vez peor que los mismos golpes recibidos en la eventual contienda.
Luego vino el liceo y después la universidad, donde las confrontaciones fueron más de ideas, pues cuando nuestros antiguos amiguitos siguieron su camino derechito hacia la derecha, nosotros empezamos a marcar la tendencia hacia la izquierda que hoy seguimos manteniendo y en la que hemos profundizado desde aquél recordado “por ahora”, el que una vez más nos llevó a “esperar el momento oportuno”...
En fin, como la mayoría de los niños-jóvenes esta segunda y tercera etapa de vida estuvieron muy imbuidas por la práctica deportiva que, en nuestro caso concreto, se vinculó a un deporte de combate cuyas raíces en milenarias filosofías de vida, convivencia y paz todavía nos iluminan, sin hacernos expertos en nada que no sea “esperar siempre” el ataque contrario, aunque evitando confrontaciones innecesarias.
Desde esta perspectiva filosófica es que permanentemente hemos buscado (a veces sin lograrlo realmente), el equilibrio necesario para el estudio, el trabajo, la familia, la idea, la fe, la vida y todo lo que ello implica en términos de naturaleza, credo, sociedad, economía, política, entre otros ámbitos de ineludible confrontación, derivadas de las diferencias que se tienen como persona o como sociedad, individual o colectiva, pero siempre signadas por un proceso dialéctico de acción-reacción, ataque-defensa, lo que estrictamente se “balancea” no cuando el atacado deja de defenderse y se somete al atacante, sino cuando deja de ser “reactivo” y toma la iniciativa de atacar a fondo sin esperar el próximo ataque, ganándose así el necesario y merecido respeto.
Sobran los ejemplos cotidianos observables hasta en nuestra relación con la naturaleza, pues aun cuando seamos los humanos quienes la atacamos con frecuencia, solo cuando ella nos ataca terminamos comprendiendo la importancia de respetarla. Igual pasa en las relaciones de fe con nuestras deidades, en las relaciones de pareja, de amigos, jefes laborales, “guapetones de barrio” y pranes en las cárceles. Hasta en el ámbito deportivo se repite lo mismo: te respetan más al pasar de la pasiva defensa al ataque a fondo...
Tal vez esta experiencia de vida nos induce a reflexionar hoy en torno a la situación de reacción permanente que las y los revolucionarios hemos tenido en la confrontación política nacional e internacional, reflejándose en lo comunal, local y regional, limitando nuestras capacidades ideológicas y organizativas de ataque hasta en las contiendas electorales, pues siempre reaccionamos con cada ataque de la contrarrevolución: si ellos anuncian que tomarán Caracas, marchemos para Caracas. Si dicen que irán a Miraflores, entonces nos vamos a defender Miraflores...
Quizás eso se justificaba cuando nos tumbaron a Chávez y salimos a rescatarlo y hasta cuando nos paralizaron PDVSA y corrimos a reactivarla…bueno pudiera ser que hasta la “arrechera” del señorito de Miranda..o el “guarimbeo de la salida” que convocó el inquilino de Ramo Verde y la otra Señora de la sonrisa rara…pero el pueblo clama y pregunta: ¿no estará ya como bueno de reaccionar? ¿Cuándo es que vamos a atacar nosotros? O ¿es que nos vamos a someter?
Sabemos que de esto último jamás, pero creemos que ya es hora de que empecemos a tomar la iniciativa del ataque sistemático y contundente para irnos ganando de una vez por todas el merecido respeto nacional e internacionalmente (ambos, inclusive y a la vez), que tendría obvia repercusión local y regional como escenarios electorales del próximo año.
¿No es irrespeto internacional lo del Secretario de la OEA, lo del MERCOSUR, el Bank of América Merrill Lynch y lo del Vaticano? ¿El bochinche de Mr. Polar, los acólitos de Dólar Today y Credi Card no son muestras nacionales de irrespeto? ¿Las colas sincronizadas en las panaderías, las ventas condicionadas de bodegueros, comercios chinos y el “bachaqueo exprés” no irrespetan localmente al pueblo?
Una milenaria filosofía recomienda aguantar, limitarse a la defensa y eventualmente acudir al contrataque después de “contar hasta diez”, tomando la iniciativa de actuar solo como último recurso, lo cual nos trae al recuerdo la vivencia con un practicante iniciado en el Karate-Do hace unos treinta años (tocayo de nuestro Presidente Obrero), quien por equívoco apego a la referida filosofía era apabullado en un torneo deportivo, por lo que su señora madre, muy desesperada, gritaba desde las gradas: Ataca Nicolás… ¡¡Ataca mijo!!... y la decidida obediencia al clamor de la madre le hizo ganar y seguir mereciendo gran respeto al hoy día Sensei Nicolás…
Estamos convencidos que ya nosotros hemos superado la cuenta hasta diez, por lo cual creemos que como Partido y como Gobierno debemos atender el clamor del Pueblo para atacar a fondo y ganarnos el respeto que merecemos...