Tulio Hernández entre el aplauso y la condena

Roy Chaderton, un peso pesado del Chavismo hace dos años hizo unas deplorables declaraciones en el programa Zurda Konducta trasmitido por VTV. Palabras más palabras menos: "Una bala en la cabeza de un opositor pasa rápido y suena hueco". Estupor y gran sorpresa me causó esta alocución pues nunca imaginé que de la boca de un diplomático con una trayectoria, formación y sensibilidad social pudiera salir semejante frase. La preocupación también afloró: no era un recién militante convertido quien hablaba, era el Canciller de la República, un diplomático de amplia y curtida experiencia, para ese momento. Días más tarde se retractó y pidió disculpas en un documento público y con ese se diluyó de alguna manera la polvareda y el feroz ataque de sus rivales políticos.

Una sensación similar me invade cuando en días pasados sale a flote el tweet de Tulio Hernández, un peso pesado de la oposición, sociólogo, ex Presidente de Fundarte, asesor comunicacional, columnista de El Nacional, en donde sugiere a los venezolanos demócratas lanzar materos a los milicianos del Plan Zamora como una vía para neutralizarlos. Para infortunio de Hernández, al día siguiente de su lamentable declaración muere una señora víctima del lanzamiento de un objeto contundente proveniente de un apartamento en las inmediaciones de La Candelaria.

Estos dos casos me han llamado poderosamente la atención y lo pongo sobre el tapete para activar una necesaria y urgente reflexión en la sociedad venezolana. Las dos experiencias reseñadas revelan claramente la gravedad del asunto; y de cómo la violencia sigue ganando importantes espacios en la dinámica política y en la vida cotidiana venezolana. Lo peor: la estamos aceptando como algo natural en un clima de excesiva emocionalidad y escasez de pensamiento-reflexión. Así pues, dos figuras reconocidas, uno chavista y otro opositor ambos de elevada formación académica, política y humanista se convierten en presas fácil del fanatismo y lanzan proyectiles retóricos cargados de odio y violencia por medios de comunicación sin medir las consecuencias de sus opiniones. Y lo más grave aún, haciéndole el juego a la intolerancia y coqueteándole a este flagelo que nos viene mostrando sus garras de manera recurrente: el fascismo.

Roy Chaderton y Tulio Hernández se equivocaron, de eso no tengo la menor duda, quisieron hacer una gracia y les salió una morisqueta letal. ¿Qué persona en su sano juicio puede avalar semejantes expresiones? En este punto no caben solidaridades automáticas, ni apoyos complacientes, ni mucho menos argumentaciones maquilladas. Lo mismo ocurre de manera absurda e inadmisible con los jóvenes que han muerto en los últimos días por diversos motivos y maneras en las calles de Venezuela. Cada bando defiende y llora la muerte de los "suyos". Fin de mundo.

El mismo ataque inclemente y despiadado que recibió Chaderton de la oposición ahora lo recibe Tulio Hernández de los partidarios del Chavismo, como señal de una sociedad enferma y ultra dividida que aplaude o condena un mismo hecho dependiendo de la bandera y la posición política que se asuma. ¿La diferencia donde reside? Tulio Hernández posiblemente reciba sanciones legales ¿Y Chaderton?: bien gracias.

Allí está el drama y el gran reto que la Venezuela emergente, sensible e inteligente tiene por delante en el corto y mediano plazo como una auténtica y clara posibilidad de entendimiento mínimo y gobernabilidad. Mucha mano derecha y mano izquierda, mucha tolerancia, sentido común y equilibrio se requieren para que el viento sople a favor de la reconstrucción del tejido social y la sana convivencia política ciudadana y comunitaria.

El camino es de largo aliento, fatigante y pedregoso pero hay que empezarlo a transitar sin temor a jugar a posición adelantada. La imagen y la obra de Nelson Mandela iluminan el camino. ¿Qué estamos esperando?



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Nelson Oyarzábal

Antropólogo. Gerente Cultural Profesor Universitario. Articulista

 neloyarz11@hotmail.com

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