“No es la primera vez que un notable escritor demuestra una radical ineptitud para comprender los problemas políticos de su tiempo. O que, si los comprende, adopta un punto de vista francamente reaccionario por razones que sólo un psicoanalista – o, en ciertos casos un banquero – podrían explicar”.
Atilio Borón
Sec. General del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)
El autor publicó este mismo trabajo en el número 4 del extinto semanario Zuliano Sol de Occidente (Julio de 2005), pero ahora que Hugo Chávez ha sido reelegido por una respetable mayoría del pueblo Venezolano para conducir los destinos del país, en lo que podríamos calificar como la etapa definitoria del Socialismo Bolivariano concreto, hasta el 2013, los increíbles calificativos usados despectivamente por el escritor mexicano Carlos Fuentes contra el entonces recién electo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, se convierten en una referencia de contraste, dada la notable actuación de Chávez al frente de un país que parece dispuesto, no sólo a experimentar un socialismo diferente para Venezuela y el mundo, sino a trazar el camino que conducirá a la consolidación de la integración de las naciones suramericanas… ¿puede, un “cabeza de basurero”, como calificara el ligero intelectual al líder latinoamericano, proponer y motorizar tales ideas?
Ya nos tenía acostumbrados Mario Vargas Llosa, su émulo y homólogo en eso
de la negación a ultranza, a las posturas reaccionarias; sólo que Fuentes nos presenta, en “Contra Bush”, su más reciente obra, una interesante crítica de esa “insolencia que pierde a los hombres y a las naciones”¹, característica del emperador norteamericano en su nueva etapa de exterminio de todo aquel que ose oponerse a sus designios, aunque nos desconcierta, a la par, la presencia de cierta incoherencia.
No vamos a ser mezquinos desconociendo que este hombre supo alzar oportunamente su voz, en nombre de un continente, para señalar que “la política exterior norteamericana se funda sólo en sus intereses nacionales”, que durante su mandato “el derecho internacional es apenas una utopía” y que su presidencia es “tan ciegamente provinciana pero tan globalmente perversa que es capaz de poner sus intereses… por encima de la racionalidad global”. Pero sí vamos a preguntarnos ¿por qué y en virtud de qué mecanismos de transposición mental, puede un escritor de su talla afirmar simultáneamente que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela es un “cabeza de basurero”?
¿Padece acaso de disociaciones a la manera de lo más radical de la fracasada oposición venezolana o, en el mejor de los casos, de una desinformación inaceptable en alguien que recibiera una vez el premio Rómulo Gallegos?
Con respecto al contenido “Contra Bush” de la obra, no nos queda la menor duda de la determinación que Fuentes muestra en el sentido de señalar los desaciertos y las violaciones al derecho internacional, a la Convención de Ginebra, etc. que una sociedad, políticamente inmadura como la norteamericana, respalda ahora con su voto a favor de ese “petropoder ecocida y desdeñoso”, para no hablar de los crímenes contra la humanidad, que representan las acciones del dúo Blair-Bush al invadir la nación iraquí; pero Fuentes no acierta en su predicción de que Bush perderá, como tampoco acierta en su tratamiento, no menos desdeñoso y extrañamente tajante, que da al presidente de Venezuela, asociado por él con males para el país, como veremos de inmediato… ni siquiera aplica su sagacidad de escritor para intuir que Chávez es un líder en ascenso y con proyección continental, en primer lugar porque pareciera que Chávez es para Fuentes un ciudadano de segunda categoría, alguien sin méritos ni valores suficientes, para no ahondar en el hecho de que él se nutre, debe nutrirse, de las referencias que la alta burguesía nacional y continental le proyecta a través de personajes cupularmente comprometidos con la llamada “oposición”, como el conocido magnate Gustavo Cisneros, a quien supo brindarle adhesión, suscribiendo el prólogo de su reciente biografía.
Tampoco intuye, para no manejar la variable información sobre la realidad venezolana, de la cual parece haberse definitivamente divorciado, que las reivindicaciones que él reclama para su propio pueblo discriminado en la patria de Bush, son las mismas que su despreciado “personaje de opereta”, es decir Hugo Chávez, plantea en cuanto foro internacional participa, con afán nacionalista y latinoamericanista, disposición en que han fallado muchos intelectuales como Fuentes para reclamarle al imperio por ese muro de la vergüenza que separará a los mexicanos, como un gallinero, de Texas, su propio despojo territorial.
¿Acaso le aqueja el mismo síndrome decadente de ciertos intelectuales de la izquierda venezolana, cuyo aparente empuje revolucionario maduró junto al Boom literario de los 70, para terminar al estilo de Domingo Alberto Rangel, escribiendo brillantes argumentos contra el imperio pero sin aportar nada concreto en favor de la cristalización de esos ideales, en un clima de cambios tan propicio como el que actualmente vive Venezuela? ¿Acaso le aqueja el síndrome Petkof f o, peor aún, ese otro síndrome nefasto que ha estigmatizado para siempre a Pompeyo Márquez?
He aquí, literal e íntegramente, la cita y única referencia que el lúcido (¿?) escritor hace del presidente de Venezuela en su página 56:
CARLOS FUENTES dice (“...“ )
* “Dan ganas de reír en Venezuela un personaje de opereta, reminiscente de todas las novelas del realismo mágico”…
No, Sr. Fuentes, más risa provoca su patente contradicción al criticar de una manera tan digna a George W. Bush por todo lo que hace, mientras suscribe prólogos serviles en las biografías de sus principales aliados…
* “Se arropa con la figura de Bolívar para arrogarse crecientes poderes autoritarios”…
Cuán desinformado está el escritor mexicano con respecto a lo que ocurre políticamente en la República Bolivariana de Venezuela… y cuánto más de la originalidad con que Chávez ha replanteado, con resultados que comienzan a resonar, las ideas de Bolívar... y cuánto más de la manera como está reaccionando el pueblo venezolano.
* “En el colmo de su teatralidad bufa, Hugo Chávez le escribe cariñosamente a un terrorista notorio, el ‘ciudadano’ Ilich Ramírez Sánchez, alias ‘Carlos’, una carta de amor cuya cursilería resulta, a la vez, antológica y reveladora”…
Ilich Ramírez Sánchez es un ciudadano venezolano, así sin comillas, quien paga en una cárcel de Francia el haber combatido, durante los años de la Guerra Fría, “fría” pero guerra al fin, del lado de la causa por la cual lucha pueblo palestino: es todo Sr. Fuentes. Lo demás es atribuible a su cínica animadversión al proceso político que experimenta Venezuela, y que conste que quisiéramos estar equivocados.
* “Botón de muestra: ‘El libertador Simón Bolívar, cuyas teorías y praxis informan la doctrina que fundamenta nuestra revolución, en esfíngica invocación a Dios dejó caer esta frase preludial de su desaparición física: ¿cómo podré salir yo de este laberinto?’ ”…
*
¿Por qué, si “enigmática invocación” es perfectamente aceptable como adjetivo, alguien no puede adjetivar el sustantivo esfinge para significar lo mismo, así sea recurriendo a un neologismo?... ¿Por qué, si existe el sustantivo preludio y el verbo preludiar, no puede crearse el adjetivo preludial por anunciatoria? ¿Es acaso cursi el enriquecer la lengua castellana empleando neologismos? ¿Qué carajo es lo que hace, entonces, usted mismo como literato? ¿No innova lingüísticamente cuando redacta sus novelas?
* “García Márquez convirtió la frase de Bolívar en una gran novela. Chávez la rebaja a la sátira barata. ¿Qué pude esperarse de un presidente que se atreve a decir ‘esfíngica invocación’ y ‘frase preludial’? Que su cabeza es un basurero y que a Venezuela le esperan muy malos momentos.”
*
“El libertador Simón Bolívar, cuyas teorías y praxis informan la doctrina que fundamenta nuestra revolución, en enigmática invocación a Dios dejó caer esta frase anunciatoria de su desaparición física: ¿cómo podré salir yo de este laberinto?”
¿Se justifica el irrespeto de Fuentes al presidente de un país hermano que – de hecho – favorece la causa de su pueblo, sólo porque utiliza neologismos en una correspondencia?
Según el mismo Fuentes, él debió interrumpir la redacción del libro el 14 de Junio del 2004, es decir, antes del Referéndum Revocatorio y de su 9º triunfo electoral… es necesario señalarlo para considerar la posible percepción que el escritor pudo haber tenido de la situación política venezolana al momento de escribir su referencia al Presidente de la República, en la cual le endilga, por lo menos, siete epítetos despectivos, dentro de los cuales el menos ofensivo tal vez sea la relación que le ve con todas las novelas del realismo mágico: hazmerreír, personaje de opereta, déspota, payaso, cursi, incapaz de interpretar las palabras del Libertador Simón Bolívar, cabeza de basurero, tales son las miserias que este lúcido (¿?) intérprete de la realidad latinoamericana y mundial, le atribuye a uno de los hombres que más esfuerzos ha realizado en la modernidad por reestructurar política y socialmente a Venezuela y por integrar los países latinoamericanos, en un momento de la historia en el cual la dependencia económica y la desintegración política, ante las nuevas modalidades del neoimperialismo global emergente, equivalen a la servidumbre y la auto-negación. ¿Tanto parecido de la sindéresis de Fuentes y sus alusiones a Hugo Chávez con la manera de discurrir políticamente la fracasada oposición venezolana es, acaso, pura coincidencia?
Lo curioso es que a este hombre, tan singularmente perceptivo, se ponga a la par que el Bush de “dudosa legitimidad electoral y reducidas facultades intelectuales, rodeado de un círculo de petropoder ecocida y desdeñoso“ y no quiera ver que Venezuela comienza a afirmarse lentamente en nuestra América con una decidida proposición integracionista, nacionalista y de equidad socioeconómica, liderada precisamente por alguien que, según él mismo lo declara, es un “cabeza de basurero”… ¡vaya coherencia!.
Sí, los malos momentos que Venezuela está viviendo existen, pero están siendo producidos por una oposición liderada por representantes cuyo personaje más exaltado, Carlos Fuentes, alaba sumisamente, en una demostración más de su miopía política y – repetimos – desconcertante adhesión.
* Columnista. ¹ “Contra Bush”, Carlos Fuentes, Editorial Aguilar, Agosto de 2004.