Tras perder la línea de flotación, la derecha internacional se hunde aceleradamente en un mar insostenible de contradicciones, al tiempo que una nueva era aflora de cara a los cinco continentes.
El capítulo Venezuela colabora divinamente con la mayor seguidilla de entuertos jamás vista; a última hora convertido en corredor de retirada a la Florida.
El instinto de supervivencia y algún sentido de la vergüenza, les inducen a maquillar el pegajoso olor a rancio de la cuarta república, aceptando de buena gana el apelativo genérico de escuálidos. Y aunque unos sean más iguales que otros, todos coinciden en abrazar el AMERICAN WAY OF LIFE como propio. De hecho, una avanzada de vanguardia sin igual ya lo practica cómodamente instalada en sus propiedades al norte del gran pantanal; son conocidos como escuálidos propiamente dichos, gozan de indudable solvencia económica o al menos de dinero suficiente, si no para invertir al menos para ir y venir libremente.
No se si deba acotar que después de organizar a todo costo el I Media Stress & Infofrenia Festival, terminaron con todos los premios en el bolsillo.
Amenazados de extinción, esperan pacientes el momento de retomar la lucha cuerpo a cuerpo asistiendo regularmente al programa de entrenamiento patrocinado por franquicias de comida rápida del que muy pronto será el estado 25.
De esta parte quedan los medios, totalmente privados de comunicación, a la retaguardia de una nutrida masa de aspirantes tan ungida por la ilusión del pasaporte como carente de capital para afianzar su libertad.
De modo que ahora si es verdad que el señor los agarra confesados, siendo del dominio público que la constitución del edén reza amplios derechos a quien tenga con que.
Así las cosas, no habiendo cama pá tanta gente, se han visto en la imperiosa necesidad de elegir entre improvisar hasta las últimas consecuencias o dejarse absorber por la dictadura de los cronopios. La noticia ha caído muy mal; después de estar dispuestos a la idea de vivir entre negros, apaches o esquimales con tal de hacer la maleta y dar el esquinazo a la plaga bolivariana, tendrán que conformarse con la sutil diferencia de existir a la manera gringa, pero entre nosotros.
Acá quedaron los menos iguales, sometidos a la estridente nueva edición del Festival y profundamente deprimidos por la aspiración frustrada de reunirse en el vergel de los más iguales.
Esperemos que después de la resaca acepten su parentesco con el adversario, dado que en nuestras filas mora prolífica la tercera categoría de los que van y vienen según la oportunidad que se presente.
Se repite la historia de las pequeñas letras a pié de página que nadie lee, mientras en Palm Beach tres jóvenes paisanos cantan abrazados:” Yo me quedo en Venezuela, porque yo soy optimista…”
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